Debe ser algo cultural pero no me imagino a ningún ministro europeo ahorcándose hasta la muerte con su ropa interior. Al menos, voluntariamente. El exministro de Defensa surcoreano ha intentado quitarse la vida de esa guisa en medio de la convulsión política tras el golpe de facto fallido perpetrado por su todavía presidente y que le puso a él en el punto de mira de la complicidad. La insoportable presión ética personal y el descrédito público tienen que ser muy severos para llegar a la conclusión de que el último atisbo de dignidad consiste en dejar para la posteridad la imagen de uno pendiendo de un slip.
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