"Mireia estaba feliz porque iba a ser madre”. Sin dar crédito a lo que estaba ocurriendo, una conocida de la presunta raptora del bebé de Basurto explicaba ayer a este periódico que la joven de 24 años estaba “muy contenta” ante el inminente nacimiento de su primer hijo. Se lo había contado a sus amigas e, incluso, les había enseñado las fotos de las ecografías que le habían realizado a lo largo del embarazo. Mireia lo tenía comprado todo: el coche, la trona, la cuna... Todo preparado antes de dar a luz al que iba a ser su primogénito.
Solo esperaba el momento del parto y el día del nacimiento. El presunto momento llegó y así se lo comunicó a sus conocidas. Incluso, en su perfil de WhatsApp, así lo anunciaba: Hoy es el día, en referencia a este pasado miércoles. “Coincidí con ella hace cuatro meses, había cogido peso y me dijo que estaba embarazada. Se la veía contenta y no noté nada raro”, apuntaba otra conocida suya del barrio de Santutxu.
Sin embargo, lo que nadie podía sospechar es que la joven no estaba embarazada y que su propósito no era otro que acceder de noche y vestida de sanitaria al pabellón Iturrizar para raptar a un bebé y simular su maternidad. Y todo apunta a que debía tenerlo pensado desde hacía tiempo: “Parece de película de terror. Para montar algo así no ha podido estar muy centrada. Una vez de saber que el bebé ya está en manos de sus padres, pensamos en ella y me da mucha pena su situación”, confesaron algunas personas que tomaban café en un local de hostelería, pegado al piso donde abandonó al bebé.
La noticia del rapto del recién nacido en el hospital de Basurto corrió como la pólvora en cuestión de minutos en el vecindario del barrio bilbaino, donde la joven se dejaba ver con más frecuencia últimamente. Maite, una mujer de 30 años con dos hijos, no dudó en subirse al patinete e intentar dar con la presunta raptora. “La Ertzaintza sabía por dónde andaba. La había visto en algún vídeo. Yo he pensado en mis dos hijas y me he puesto a buscarla”, comentó.
Mireia y su familia son del barrio (en el Grupo Sagarminaga) aunque, según explicaron los propios vecinos, la abuela vivió en el barrio de Zorrotza, donde residía en la actualidad la raptora junto a su pareja. “No sé qué le ha podido pasar por la cabeza. Está claro que la chica no estaba bien. Para simular un embarazo y organizar un secuestro tenía que estar pasándolo mal aunque nadie se ha dado cuenta”, apuntaba otra vecina. Quienes conocen a Mireia dicen que es una joven “normal, como cualquier otra chica su edad, divertida y a la que le gustaba salir de fiesta”.
Desde hace un tiempo tenía una relación con un joven que tenía una hija. “A la niña le habían dicho que pronto iba a tener un hermanito”, aseguraba otra persona del entorno de la familia. Nadie sospechó nada. Logró engañar a su familia y simular un embarazo sin levantar sospechas de lo que estaba organizando. “Lo tenía pensado. Una cosa así no la planeas de un día al otro”, aseguraban.
Julián vive cerca de la madre de la presunta secuestradora, en la calle Sagarminaga y él también sabía que la joven estaba esperando a su primer bebé. “En ningún momento vas a pensar que lo que te está diciendo es mentira. La conozco desde hace años y se la veía contenta”, apuntaba. A media mañana, Marisa, otra vecina que vive en las inmediaciones donde fue abandonado el bebé, en el número 26 de la plaza El Carmen, seguía con el susto en el cuerpo al recordar cómo se habían desarrollado los hechos. “Yo creo que se ha visto acorralada, con todo el mundo buscándola y se ha asustado. No ha podido seguir con la farsa y ha decidido abandonar al pequeño. Menos mal”, subrayó. Al parecer, tras abandonar el hospital con el bebé, Mireia pidió ayuda a una persona cercana porque se sentía “cansada tras dar a luz”. Incluso grabó un vídeo del recién nacido y lo mandó por WhatsApp a sus amigas.