La diferencia más significativa entre el pescado azul y el pescado blanco radica en su contenido de grasa y, por ende, en el aporte calórico y nutricional que ambos ofrecen.
Los pescados azules
Los pescados azules, como el salmón, las sardinas, el atún, la caballa, el jurel o el arenque, son especialmente valiosos para cualquier dieta saludable que se precie por sus ácidos grasos omega-3, fundamentales para la salud cardiovascular y el sistema nervioso.
Asimismo, son una excelente fuente de vitaminas liposolubles como la A y la D, indispensables para la salud ocular, la piel, los huesos y el sistema inmunológico. Y, además, proporcionan una buena cantidad de hierro, fósforo, potasio y magnesio, todos ellos necesarios para el buen funcionamiento del cuerpo.
Los pescados blancos
Por su parte, los pescados blancos, como la merluza, el bacalao, el lenguado, el rodaballo, el rape o el gallo, resultan una fantástica fuente de proteínas de alta calidad, esenciales para el mantenimiento de la masa muscular.
Al mismo tiempo, contienen vitaminas del grupo B, como la B12, que es crucial para el sistema nervioso y la producción de glóbulos rojos; y proporcionan calcio y fósforo, que ayudan a mantener la salud ósea.
El salmón, junto a lasa nchoas, atún, bonito, sardina, caballa... son pescados azules.
¿Cuál elegir?
Si buscas mejorar la salud cardiovascular, reducir la inflamación o cuidar al cerebro, el pescado azul es ideal por su alto contenido en omega-3. En cambio, si prefieres un alimento bajo en calorías o tus digestiones son delicadas, el blanco es mejor opción. Su bajo contenido graso lo hace fácil de digerir, y su contenido en proteínas de alta ayuda a mantener la masa muscular sin añadir muchas calorías.
¿Por qué se llaman blanco y azul?
Por norma general, los pescados azules viven en aguas muy frías, por lo que necesitan acumular mayor cantidad de grasa para tener más energía durante sus migraciones y porque son más activos que los pescados blancos. Es esa grasa la que le da un tono azulado a la piel, y por la que reciben su nombre.
Por contra, el pescado blanco no tiene esa capa de grasa extra que aporta el tono azul a la piel de los azules, por lo que reciben una denominación distinta que también hace referencia a su aspecto, porque el pescado blanco se caracteriza por tener una carne blanca o ligeramente traslúcida y una textura firme pero tierna.