Transcurría de forma anodina el Gran Premio de Azerbaiyán, con Charles Leclerc campando líder a sus anchas poseedor de 6 segundos de ventaja sobre Oscar Piastri. Entonces entró en juego uno de los tantos factores que participan en la Fórmula 1: el comportamiento de un nuevo juego de neumáticos.
En la vuelta 16, Piastri reemplazó las gomas intermedias por las duras; Leclerc emuló la estrategia solo un giro después para protegerse del segundo clasificado, un proceder lógico. Pero nadie, ni siquiera la realización, que apenas ofreció imágenes de lo que estaba sucediendo, podía esperar tan dramático giro de guion.
La holgada ventaja de Leclerc se esfumó en apenas cuatro abrazos al circuito urbano de Bakú. Corría la vuelta 20. Piastri cazó al monegasco y en su primer intento lanzó el coche desde el infinito. Como una estrella fugaz. Visto y no visto. La maniobra fue tan efectiva, tan precisa e inesperada, que cogió desprevenido a Leclerc. Un despiste que valió una victoria. “Perdimos la carrera porque no defendí todo lo mejor que podía haberlo hecho”, confesó Leclerc, mudo en el podio. “No es lo que queremos”, reconoció.
El monegasco había rodado tan poderoso en el primer stint que esa fortaleza le hizo caer en un exceso de confianza. Su Ferrari era claramente superior al McLaren y eso le hizo pensar que podría devolver el adelantamiento a Piastri. No contó con la destreza de un joven australiano que en Bakú se doctoró en defensa de posiciones. Ya es un artista marcial. Un cinturón negro.
El momento del cambio en el liderato coincidió con una situación de carrera que arrojaba a los seis primeros pilotos en un margen de solo 8 segundos. Es decir, la igualdad reinaba entre las pintorescas calles, como se demostraría a la postre, en el tramo final, con cuatro pilotos debatiéndose por el podio a distancias de DRS. ¡Quién lo iba a decir antes de alcanzar el primer paso por los boxes!
Con 31 vueltas por delante, Piastri armó una defensa numantina. Apenas logró despegarse a un segundo de Leclerc, quien amenazó una y otra vez, que presionó buscando el error ajeno, como una sanguijuela, ese error que jamás llegó, porque Piastri rodó con una solidez impropia de alguien de 23 años que asiste a su segunda temporada en el Gran Circo. El australiano desesperó a toda la fábrica Ferrari, que veían tan cercana una nueva victoria tras la obtenida en Italia dos semanas atrás. “¡Vamos!”, se podía escuchar desde la radio de Leclerc, palabras que sonaban a exigencia más que ánimo tras el error de no defender la primera posición un rato antes. Leclerc permaneció tanto tiempo pilotando como una prolongación del McLaren de Piastri que sus neumáticos desfallecieron en la vuelta 48 de las 51 programadas. El triunfo viajaba con el bravo piloto australiano, que ya suma dos muescas este curso. “Cuando me uní al equipo éramos los últimos y ahora estamos liderando el campeonato”, manifestó incrédulo tras catalogar la carrera como “una de las mejores de mi trayectoria”.
Pérez y Sainz chocan en la lucha por el podio
Con los problemas de Leclerc, detrás se abrió la veda. Sergio Pérez, tercero, olió la sangre del monegasco. Carlos Sainz, el piloto con mayor ritmo en la parte final, se echó encima en la batalla por el podio. Pero estos dos, colmados de ambición, chocaron. Sainz, que tenía la ventaja de la posición ganada, cerró la trayectoria en plena recta y Pérez no cedió. Ambos colisionaron en la penúltima vuelta para abandonar y dar por concluida la prueba con un safety car virtual en pista. George Russell se encontró con un podio “sorprendente”, porque, como admitió, “deberíamos haber terminado quintos; era el resultado real”.
Norris recorta puntos a Verstappen
En la pugna por el campeonato, Lando Norris minimizó el error de partir decimoquinto con un meritorio cuarto puesto que le permitió recortar de nuevo puntos a Max Verstappen, quien arrancó sexto y terminó quinto en la enésima prueba de que la época dorada de Red Bull se contempla desde el retrovisor, como cosa del pasado. No en vano, McLaren desplazó a la escudería de Milton Keynes al segundo peldaño en el Mundial de Constructores.
La buena noticia para Verstappen fue que aún posee 59 puntos de margen con siete citas por delante y que el abanico de aspirantes a las victorias se abre cada día más. Alejado de la victoria por séptima carrera consecutiva, su objetivo se limita a descontar grandes premios mientras economiza su ventaja. “Espero que sigamos trabajando e intentar arreglar nuestros problemas lo antes posible”, advirtió tras afirmar que "el Red Bull parecía un kart" en Bakú.
Otros que cerraron el gran premio colmados de satisfacción fueron Fernando Alonso, a quien las simulaciones de carrera relegaban al duodécimo puesto y acabó sexto, Franco Colapinto, que en su segunda carrera con Williams firmó 4 puntos, y Oliver Bearman, que en su estreno con Haas sumó un punto. “Hemos cogido la oportunidad”, sentenció Alonso.