Irun es una de las últimas fronteras físicas que les queda por cruzar a las personas migrantes que llegan a Irun. Un paso “muy diferente” a los que han dejado atrás. Un nuevo “reto mental” que consume energías y despierta miedos, ante el cual SOS Racismo Gipuzkoa plantea un recurso de apoyo psicosocial profesionalizado en el centro de acogida de Irun gestionado por Cruz Roja, en la calle de Hilanderas. Se trata de “un aspecto muchas veces olvidado en los procesos migratorios”, señala esta entidad social.
Diferentes estudios acreditan que la persona migrante puede transitar por varias fases durante todo el proceso. Hay que saber gestionar la decisión de dejar el país, las despedidas, la ansiada llegada a Europa, la integración al nuevo hogar, las recaídas emocionales. Así como encajar la posible decisión de regresar.
Irun se encuentra dentro de las primeras fases del proceso. “Viven en un estado de desinformación, desorientación, desmotivación, incertidumbre y ansiedad. Todo ello junto con la ilusión y las ganas por llegar al destino”, según recoge el documento Vidas cruzadas en la frontera de Irun: los frutos de la escucha, que fue presentado ayer en Irun.
El informe señala que en el centro de acogida gestionado por Cruz Roja en Irun “no existe la figura del psicólogo para ofrecer apoyo y acompañamiento psicosocial durante la estancia”.
La llegada y la acogida en el centro, indica SOS Racismo Gipuzkoa, tiene que ofrecer “seguridad y confianza, y un espacio privado para poder hablar de lo que la persona necesite”.
experiencias y miedos El recurso psicosocial es, por parto, “necesario” para que estas personas puedan hablar y compartir sus necesidades, experiencias, miedos preocupaciones y dudas. “Siempre agradezco que alguien esté conmigo cuando estoy en Cruz Roja, que me pregunte cómo estoy, qué tal me ha ido el viaje, qué quiero hacer o a dónde voy, que me acompañen y estén ahí”, relata Rose, una de las usuarias del servicio.
Se acumulan muchas frustraciones que necesitan una válvula de escape. Entre ellas, según recoge el informe, no haber conseguido cruzar la frontera tras varios intentos, no tener dinero suficiente para pagar el camino hasta su destino final, “o el agotamiento de los días posibles para dormir en el centro de acogida”. El estudio señala que, a modo de sugerencia, la experiencia de Médicos sin Fronteras en Marruecos demuestra que ofrecer atención psicosocial básica “es posible y puede tener un impacto positivo en la prevención del desarrollo de problemas graves de salud mental”.