Después de la concentración en altura de Tignes, el cuerpo zarandeó con saña a Ion Izagirre en el amanecer del Tour de Suiza. Le costó aterrizar. No encontraba el de Ormaiztegi consuelo. Desconocía por qué el organismo le debilitaba. El paso de los días fue rehabilitando a Ion Izagirre, resituándole, mostrándole el camino de regreso a su verdadero ser.
Izagirre dio la bienvenida a su cuerpo. Se fusionaron. Nuevamente juntos. Apagado el desconcierto, reconectado, supo interpretar las corrientes internas que trazaban las montañas de Suiza, enormes y crueles. Bajo el sol que clava rayos a martillazos, Izagirre, hijo de la lluvia, se adentró con determinación en las entrañas de Malbun, el coloso que capitulaba el séptimo día. Ion provenía de la fuga.
Ese mismo lugar era el nacimiento de Thibaut Pinot, que este año ha encontrado al fin alivio a dos cursos de luto, desnortado, tan lejos del ciclista que fue que no lograba reconocerse. En el Tour de los Alpes lloró por una derrota que no le dejó cerrar su pasado reciente, pesado, angustioso, pegajoso y brumoso. Un día después de quedarse mudo, sin palabras por el llanto y la desolación, Pinot se redimió.
Aquella victoria de etapa le cerró la herida. Cicatrizó Pinot, el que fuera la esperanza del ciclismo francés para recuperar el trono del Tour. Nunca ocurrió. Ese deseo fue su losa. Arrastraba una piedra, un menhir con la historia de todo un país que no conoce un campeón francés de la Grande Boucle desde Hinault, en 1985.
PINOT ALCANZA A IZAGIRRE
De vuelta, floreciente, Pinot laceró la aventura de Ion Izagirre cuando a Malbun aún le restaba un mundo de dos kilómetros. El francés no se aceleró cuando se agitaron el de Ormaiztegi y Lutsenko. Esperó. Midió. Es un escalador puro. Calculó sus fuerzas y después de liquidar a Lutsenko laminó del todo a Izagirre, que negó con la cabeza cuando comprobó que Pinot, bailando en el infierno, le tocó el hombro.
Izagirre desconectó. La mente dijo basta. Fundido a negro. Pinot, desencadenado, liberado de las expectativas y de los fantasmas del pasado, se fue hacia la cima sin prestar atención a lo que sucedía en el retrovisor.
ÓSCAR RODRÍGUEZ, SEGUNDO
Óscar Rodríguez, que creció durante la ascensión y fue segundo, no amenazó jamás la alegría de Pinot. La dicha también pintó la sonrisa del enjuto Sergio Higuita, el nuevo líder tras desprenderse de Fuglsang y Thomas. El colombiano obtuvo una renta de once segundos sobre el galés.
Sin embargo, en la general apenas manda con un par de segundos sobre Thomas, que partirá como favorito para conquistar el Tour de Suiza en la crono de cierre. El galés, que no pudo recortar un segundo respecto a Fuglsang la víspera, destempló al danés. Le aventaja en 17 segundos. Ajeno a esas luchas, Pinot gritó su conquista tras negar a Izagirre.