Los galeones de los temidos Piratas de Sokoloetxe se pueden ver ya en el horizonte, a escasos kilómetros de distancia de la costa vizcaina. Están a la espera de que el temporal de fuertes lluvias y oleaje amaine para aproximarse a una zona accesible y segura, echar el ancla y adentrarse en tierra firme. Su objetivo: alcanzar la Cruz de Gorbeia para esconder un valioso tesoro. Hasta que llegue ese momento, les esperan largas jornadas a pie, cargando el preciado cofre y evitando ser descubiertos por la población local. El mapa que guiará sus pasos tiene marcado como lugar más adecuado para resguardarse el refugio de Egiriñao, donde espera llegar una avanzadilla de 14 piratas la tarde del jueves "y así aclimatarnos a la altura y hacer todos los preparativos necesarios para la toma de la cima y de la Cruz el domingo 19 de diciembre", anuncia el capitán, Josu Beltrán. Poco a poco irán llegando más efectivos hasta sumar un grupo de entre 20 y 25 bravos corsarios dispuestos a proteger y esconder en la cumbre más alta de Bizkaia las joyas y reliquias acopiadas tras los últimos abordajes en alta mar.
A pesar de estar fuertemente armados, quieren evitar cualquier altercado y están incluso dispuestos a regalar una reluciente, y dulce, moneda de oro a todo aquel niño o niña del valle de Arratia y estribaciones de Gorbeia "con el que nos crucemos" y la recompensa será doble "si deciden cambiar su ropa de montaña por vestimentas de pirata o un simple parche en el ojo y unirse a nuestra causa". Además, antes de enterrar el tesoro bajo kilos y kilos de tierra, tendrán un último gesto de buena voluntad adecuado a las fechas tan especiales que se acercan. "A las 12.00 horas, sacaremos del cofre un sencillo portal de Belén y lo depositaremos junto a la Cruz", anuncia Beltrán. La reliquia, incautada a un grupo de amigos apasionados de la montaña, lleva más de medio siglo pasando la Navidad a esos emblemáticos 1.482 metros de altitud, "y hemos decidido desprendernos de esa parte del tesoro y respetar la tradición".
52 años ininterrumpidos
No es para menos. Y es que fue un diciembre de 1970 cuando Pablo Valencia, relojero navarro afincado en Bilbao ya fallecido, colocó por primera vez un pesebre montañero en uno de los pilares de la Cruz de Gorbeia. Lo hizo en solitario, portando un sencillo misterio de figuras de procedencia polaca que le habían regalado y al que protegió en el interior de una caja de madera. Así lo siguió haciendo durante varios años hasta que se vio limitado por su avanzada edad. Era 1974 y, en aquel momento, tomó el relevo de la bella costumbre navideña el montañero bilbaino Txema Sainz-Ezkerra al que se unieron de inmediato su hermano Jesús Mari y un amigo, Javi Ezquerra. Por su parte, Josu Beltrán se sumó en 1986 a una iniciativa que ha contagiado a un nutrido grupo de montañeros y amantes de Gorbeia. "Es una tradición que se lleva a cabo en muchas cimas del Estado, pero nosotros somos los más longevos de todos los que colocan y después retiran un Nacimiento en una cumbre", asegura con orgullo.
Otro de los aspectos a destacar del Belén de la Cruz de Gorbeia es que no ha faltado nunca a su cita navideña. "Lo hemos conseguido llevar e instalar incluso en jornadas de espesa niebla, intensa lluvia, nieve o mucho frío". Así se hizo también el pasado 2020, a pesar de las restricciones y limitaciones provocadas por la pandemia. "Fue algo más sencillo y modesto. En primer lugar, por responsabilidad, no nos quedamos a dormir en el refugio de Egiriñao y subimos muy pocas personas, tanto a ponerlo como a recogerlo en enero". Y un año muy especial fue 2019, fecha en la que la tradición cumplió su 50 aniversario y el grupo que la lleva a cabo celebró, el 22 de diciembre, las Bodas de Oro con la recreación de un divertido enlace matrimonial y el correspondiente reportaje fotográfico con los novios y los invitados, todos vestidos oportunamente para la ocasión.
Y es que, el grupo de montañeros implicados en la iniciativa ascienden todos los años a la cima, tras pasar noche en el refugio de Egiriñao, disfrazados de diferentes temáticas como "con trajes de legión romana, de escoceses, de tiroleses, de aguerridos Caballeros Templarios€", enumera Beltrán. Siempre con el objetivo de dar un enfoque divertido y diferente a la tradición que con tanto cariño inició en 1970 el relojero Pablo Valencia, y así lo van a volver a hacer dentro de una semana con algo tan sencillo como es una caracterización de pirata. El deseo es "que acompañe el tiempo y se anime gente y, sobre todo, niños, porque es un disfraz muy fácil y lo pasarán bien".