Forma parte de ese fabuloso póquer del Athletic de leyenda, quizás junto a Pichichi, Zarra y José Ángel Iribar, y dicho sea con permiso de otros nombres grandes. ¿Hay acaso un nombre que haya dejado más huella en el corazón rojiblanco? Si uno revisa toda su trayectoria del Athletic verá que en su nómina está aquel que está coronado como el mejor gol de todos los tiempos en San Mamés (según cuentan las crónicas, en cuartos de final de Copa frente al Tarragona Gainza recibió el balón en la banda de la Tribuna Principal y empezó una carrera histórica en la que dejó atrás a más de tres rivales. Corrió en paralelo a la línea de fondo, amagó un pase que engañó al portero, descolocándole, y decidió entrar con el balón en la portería abrazado al poste. San Mamés se pobló de pañuelos...); marcó, un año antes, en 1947, 8 goles al Celta en partido de Copa, que finalizó con un marcador de 12-1; sumó siete títulos de Copa, incluida aquella célebre de los once aldeanos, partido que se jugó en Chamartín por empeño del propio Piru ya que a su juicio les daba “ventaja moral”. La prensa irlandesa le bautizó como el Gamo de Dublín, tras el partido que jugó con la selección española por su exhibición de rapidez y buen juego. De sus botas también salió el centro del histórico gol de Zarra frente a Inglaterra en el Mundial de Brasil, y cuenta la leyenda que en 1958, cuando Franco le entregó la Copa, le dijo: “¡Hombre, Gainza…! ¿Otra vez usted por aquí?”; y que el vizcaino le contestó con retranca. “Hasta el año que viene. A usted y a mí no hay quien nos eche”.
El último partido con el Athletic lo jugó el 17 de mayo de 1959. Una vez retirado del fútbol profesional Gainza no tardó en entrenar al club de sus amores durante cuatro temporadas consecutivas, de la 1965-1966 a la 1968-1969. Después continuó como asesor y ojeador valorando jóvenes talentos y acompañó a Javier Clemente en su trepidante camino hacia los títulos. Dicen que en Las Palmas, partido en el que el Athletic se coronó como campeón de Liga, les dijo a los jugadores aquello de “chavales, no sabéis lo que habéis hecho”.
Veámoslo en perspectiva. Piru fue eso que llaman un one club man. Jugó 20 temporadas en el Athletic, ganó dos Ligas y siete Copas, mantiene el récord de los ocho goles en un partido y llevó al Athletic siempre en el pecho, junto a su corazón. En Lezama un busto de bronce le recuerda. ¡Cómo no! Cuando nace Lezama en 1971, nadie mejor que las sabias manos del de Basauri para descubrir talentos, intercalando metodología puntera de las escuelas europeas, con ese innato instinto de viejo catador de fútbol que siempre fue Piru. No en vano, había forzado a un Athletic titubeante a la hora de fichar a Iribar.
Y eso que no le gustaba en exceso el fútbol. De él tiraba su hermano Miguel. Le daba pereza y si acaso aceptaba ponerse de portero, de ahí que empezaran a llamarle Piru, mote del portero titular del Baskonia. El joven Agustín heredó ese nombre gracias a sus espectaculares paradas cuando estaba en el equipo San Fausto, con el que jugó su primer partido oficial en 1937. Le costó hacerse con el puesto en el Athletic pero acabó demostrando su superclase. A los 38 años, La directiva hizo una larga carta, cargada de disculpas y de elogios pero aun así la afición se indignó.
Basauri tributó un emocionado homenaje póstumo al mítico extremo izquierdo fallecido, víctima de un infarto, el 6 de enero de 1995. El acto se desarrolló en dos días: 3 y 4 de junio, dentro del Memorial Cote Gainza, bajo la organización del Club Deportivo Basauri-Bea. Se quiso premiar con carácter extraordinario al mejor jugador de la historia de Basauri y a una de las leyendas del Athletic.