Pleno de triunfos taurinos, artísticos y ganadero, en el segundo festejo de la feria de la ciudad, que tuvo unos protagonistas principales en su totalidad navarros. Las reses lidiadas fueron un envío desde la finca de Olite de las Hermanas Azcona. Los novilleros sin picadores, Nabil Essaouari y Bruno Martínez, de Pamplona, aunque con vecindad en Burlada y Ansoáin, respectivamente, se repartieron seis orejas y salieron a hombros. Sus triunfos se pueden considerar justos y la impresión de los jóvenes aspirantes navarros también destacada. Nabil Essauari mostró que cada vez está más cuajado. Entiende bien los tiempos de la lidia y su puesta en escena es más técnica y estética. Además, con las espada también ha mejorado mucho. Y buena sorpresa fue la puesta de luces de Bruno Martínez. Bien vestido y con porte torero, el chaval llamó la atención por su prestancia, fino trazo con los engaños y cierto aroma de torero artista.
El orden de lidia no se cumplió como debía. Por lío corralero con los dígitos salió al ruedo en primer lugar el novillo marcado con el número 7, Agualimpia, en vez del 17, Granadino. Así las cosas, y como el 7, que estaba sorteado como cuarto y último, hizo que Bruno Martínez, debutante y por tanto más antiguo que Nabil, tuviera que abrir la tarde y cambiar todo el orden lidia.
Bruno, manojo de nervios en los momentos previos a su debut, salió decidido y, desde el primer instante, mostró maneras a pesar de su bisoñez. Agualimpia fue un magnífico eral, con largo recorrido, nobleza y clase. Perdió alguna vez las manos, más por su codicia que por falta de fuerzas. Bruno lo toreó con ambas manos con cierta falta de ajuste y templanza, pero con unas buenas maneras, que contactaron con el público. Mató de espadazo caído en segunda instancia y el público le dio con generosidad una oreja. Era su debut y el chaval lo necesitaba.
Al tercero, que en principio era segundo y primero del de Ansoáin, le cortó las dos orejas. Y el eral, que atendía a Duque, fue premiado con la vuelta al ruedo. Duque era un novilllo escaso de kilos y de angelical boyantía, embistiendo al ralentí y perdiendo las manos varias veces. Ante esta amable tesitura, Bruno se confió y mostró en toda su extensión el toreo que ya había prologado antes y que lleva dentro. Mucha clase del chaval y otro tanto del novillo. El toreo al natural y unos postreros ayudados por alto fueron lo más estimable. Además, mató de una buena estocada. Dos orejas y vuelta al ruedo al eral, aunque sumara menos méritos que sus hermanos Agualimpia y el que hizo cuarto, Palaciego.
Nabil, como está dicho, ha progresado mucho. Desde su triunfo del año anterior en esta plaza a esta tarde, la evolución es notable. Seguro de sí mismo, mejor colocación, mando, temple y, sobre todo, espada. Al primero, que fue el segundo en salir de chiqueros, le saludó con faroles de rodillas. En la muleta el novillo fue el más incierto del encierro. Nabil supo entenderlo y le fue desgranando una faena meritoria. Pinchazo, media y descabello. Oreja. Ante el último, un Palaciego bravo y con transmisión, salió a revientacalderas de hinojos en el primer y tercer tercio. Cuajó una faena importante y dejó la mejor estocada de la tarde. Cortó dos orejas merecidas. l
Los novillos
Ganadería. Cuatro novillos erales de Hermanas Azcona, de Olite. Justos de presentación en romana, parejos, astifinos y de buen juego en conjunto. Destacaron el primero y cuarto, aunque fue el tercero, con mucha clase, pero chico y escaso de fuerza, el que recibió el premio póstumo de la vuelta al ruedo.
Los novilleros
Nabil Essaouari. (Azul rey y oro). En el segundo, oreja tras aviso. Y en el cuarto, dos orejas.
Bruno Martínez. (Verde botella y oro viejo). En el primero, oreja. Y en el tercero, dos orejas.
Las gradas
Presidencia. Generosa a cargo de Roberto Ojer, asesorado por Juan José Crespo (artístico) y Rosa Loranca (veterinaria).
Ambiente. Un tercio de entrada y muy buen ambiente en las gradas en tarde muy calurosa. Bruno brindó el 1º a su mentor Josetxo García. Y Nabil, al propio Bruno.