Los líderes de los países bálticos y de Polonia, junto con la comisaria europea de Energía, Kadri Simson, inauguraron formalmente este jueves un gasoducto lituano-polaco con el que Varsovia -a través de la terminal del puerto lituano de Klaipeda- espera sustituir parte del gas que ha dejado de suministrarle Rusia.
En una ceremonia en la planta de compresión de gas de Jauniunai, al norte de la capital lituana de Vilna, el presidente de Lituania, Gitanas Nauseda, pulsó simbólicamente un botón para poner en funcionamiento la Interconexión Gasística Polonia - Lituania (GIPL), de 508 kilómetros de largo.
Respuesta al "chantaje" de Rusia
El presidente polaco, Andrzej Duda, manifestó que el gasoducto es una "respuesta" al "chantaje" de Rusia, y destacó que el corte de suministro a Polonia demuestra que la empresa estatal Gazprom no es una compañía en el sentido europeo del término, sino más bien un instrumento político.
La comisaria europea Simson, por su parte, dijo que la decisión de Moscú de interrumpir el flujo de gas hacia Polonia es una advertencia de que otros países podrían ser los próximos y señaló que la guerra en Ucrania ha llevado a los países europeos a reevaluar sus fortalezas y debilidades.
Nauseda subrayó que este jueves es "un día especial" para las repúblicas bálticas y para Polonia, ya que con él "se consolida la independencia energética y se refuerza la resistencia a la presión política y el chantaje energético desde el este".
"Lituania, junto con Polonia y el resto de países bálticos, dice con determinación 'No' al gas ruso, 'No' al petróleo ruso, 'No' a financiar al agresor", enfatizó el presidente y aventuró que el gasoducto podría en un futuro transportar incluso gas natural licuado a Ucrania.
Un 10% del consumo anual de Polonia
Está previsto que la tubería, cuando llegue al máximo de su capacidad el próximo mes de octubre, proporcione a Polonia 2.000 millones de metros cúbicos de gas al año, lo que supone el 10 % de su consumo anual.
La proyección del gasoducto comenzó en octubre de 2015, cuando Lituania, Polonia y la Comisión Europea (CE) firmaron un acuerdo de financiación para la GIPL, y su inauguración estaba prevista originalmente para el verano, pero se vio acelerada por la invasión rusa de Ucrania.
El operador lituano Amber Grid fue el responsable de implementar el proyecto y construir la tubería que une Jauniunai, en el sur de Lituania, con Holowczyce, en el este de Polonia.
Fin a la dependencia energética
Polonia consume más de 20.000 millones de metros cúbicos de gas al año, de los cuales aproximadamente la mitad provenía hasta ahora de Rusia, según datos del GUS, elInstituto Estadístico Nacional polaco, y de acuerdo con el Gobierno en estos momentos las reservas almacenadas garantizan el 85% de las necesidades anuales.
Para octubre está prevista la inauguración de otro gasoducto que unirá Polonia con Noruega, con una capacidad que iguala el volumen que Varsovia recibía de Gazprom hasta el mes pasado, cuando Moscú decidió cortar el suministro por la negativa del Gobierno a emplear el mecanismo de pago exigido por el Kremlin.
Por otro lado, la terminal de gas licuado de Swinoujscie, en el norte del país, cubre con importaciones marítimas una cuarta parte de las necesidades polacas, por lo que Varsovia, tras años de preparativos, está relativamente bien pertrechada frente al cierre del grifo por parte de Moscú.
La GIPL conectará además Polonia a la red de tuberías y a los depósitos del operador báltico Conexus Baltic Grid, que desde el cese de la importaciones de gas ruso por parte de las tres repúblicas cubre todas las necesidades de éstas a partir de las importaciones que llegan a la terminal de GNL de Klaipeda.
En unos meses, la GIPL se adosará también a la terminal de regasificación flotante que planean instalar de forma conjunta Estonia y Finlandia en el puerto estonio de Paldiski.
Por otra parte, Letonia planea la construcción de una terminal terrestre permanente en un futuro próximo, un paso que permitiría adaptarse a las fluctuaciones de oferta y demanda o sucesos inesperados en Lituania, garante ahora mismo del abastecimiento en los tres países.
La localidad letona de Incukalns (norte) alberga uno de los mayores depósitos subterráneos de Europa de almacenamiento de gas, que desempeña un papel clave en la gestión del suministro y del abastecimiento en la región.