La sociedad necesita unas normas para convivir y la familia constituye el primer grupo social al que pertenece el niño, en el que aprende a convivir y en el que se deben trabajar las normas y límites que posteriormente se aplicarán al resto de ámbitos de la sociedad por parte de nuestros pequeños. Educar a los hijos es transmitirles la capacidad para tomar decisiones y para actuar de forma responsable ante los diferentes retos de la vida cotidiana. El establecimiento de normas y límites en el contexto familiar supone uno de los factores de protección más significativos para reducir la probabilidad de aparición de conductas de riesgo, tanto en la infancia como en la adolescencia.
Hoy en día son muchos los padres que buscan ayuda profesional externa, admitiendo la existencia de una crisis de autoridad y desorganización dentro de la familia que no son capaces de solucionar por sí solos. Eraiki Taldea es sin duda uno de esos gabinetes de psicología infanto-juvenil y de familia de referencia en Vitoria por su dilatada experiencia en el tratamiento de este y otros temas como las adicciones, bullying, trastornos alimenticios, ansiedad, depresión, etc. que afectan a este rango poblacional. Hoy contamos con la ayuda de Cristina Marchena y Silvia Sáez de Vicuña, miembros del equipo de psicología del gabinete para tratar este tema.
¿Cuáles son los principales motivos por las que se puede generar una crisis de autoridad en el núcleo familiar?
Habitualmente por el temor a caer en el autoritarismo, por no limitar y reconducir la propia conducta de los niños, o por la propia comodidad de los progenitores. Entendemos que establecer un criterio claro de normas no es fácil, pero los pequeños esfuerzos en este sentido desde que son edades tempranas, tienen un efecto positivo fundamental en el desarrollo social futuro de nuestros hijos.
Es imprescindible empezar desde bien pequeños creando unos hábitos y rutinas, que abran el camino para que los hijos acepten y naturalicen el establecimiento de posteriores normas y límites. Inicialmente el niño cumplirá la norma, no porque la vea razonable, sino porque es impuesta. Aprende que es algo que hay que hacer si quiere conseguir su objetivo (alabanzas, sonrisas…) pero lo hace porque se lo mandan, no porque lo considere conveniente. Sin embargo, es aconsejable comenzar desde edades tempranas a explicar el por qué de cada norma, para que progresivamente comprendan su significado social.
Del mismo modo, hay que entenderlas como una muestra de cariño y afecto hacia los niños, ya que de esta manera se les está entregando protección y cuidado. Y ellos, a su vez, logran aprendizajes significativos de cómo convivir en sociedad, creando sus propios referentes y adquiriendo pautas de lo que es válido y lo que no lo es y finalmente aceptando a los adultos como guías y personas de apoyo y contención a los que pueden acudir ante cualquier problemática.
¿Qué diferencia hay entre límite y norma?
Las normas dicen lo que hay que hacer, esto es, la conducta a seguir. Ejemplo: “Debes lavarte las manos antes de comer.” Y los límites son las prohibiciones que establecemos dentro de nuestro hogar. Ejemplo: “No puedes ver la televisión a partir de las 7 de la tarde”. Salvando estos pequeños tecnicismos, lo importante es que ambos padres vayan juntos a la par, marcando el camino, serenos y tranquilos de forma consensuada.
Parafraseando a la destacada pediatra Lucía Galán en su libro Lo mejor de nuestras vidas (ISBN: 10280323): “Las normas y los límites son el camino que ponen los padres, considerando que en ocasiones ese camino será más ancho y en otras más estrecho, como lo son los límites y normas; a veces más rígidas y otras más flexibles”.
¿Cuáles son las consecuencias de no establecer límites?
La inseguridad, ya que no saben lo que pueden o no hacer; la baja autoestima debido a la propia inseguridad y la falta de autocontrol (gestión de sus emociones y conductas). Además de todas ellas, existen diferentes tipos de comportamiento que podemos identificar en estos niños, ya que suelen tener dificultades en sus relaciones sociales y se convierten en manipuladores, culpando al resto de sus errores; nunca tiene suficiente y no toleran la frustración, no tienen autonomía y carecen de estabilidad emocional, en casa se muestran exigentes y amenazantes, discuten frecuentemente, no respetan a los adultos (desafío a la autoridad, principalmente en el hogar) y tienen una alta dependencia de los objetos materiales.
¿Cómo podemos empezar a poner normas y límites sin nunca lo hemos hecho?
Cuando unos padres se encuentran frente a las consecuencias anteriormente descritas, es importante que tengan claro la necesidad de un cambio y que asuman que este proceso no será fácil. Normalmente, para empezar con este cambio, es necesario buscar un intermediario externo que les ayude a tomar el camino correcto y que sea respetado y aceptado por todas las partes como guía y autoridad en el camino a seguir.
¿Cómo enfocáis en Eraiki este tipo de intervención?
En primer lugar, mantenemos con los padres una entrevista inicial en la que nos explican con detalle la situación actual y dibujamos conjuntamente un mapa de partida buscando el origen del problema y determinando las consecuencias actuales y previsibles a corto plazo.
Posteriormente, comenzamos las sesiones con el menor donde vamos desglosando el comportamiento que tiene ante diferentes situaciones y que no siempre coincide con la versión o visión de los progenitores. En todo momento vamos realizando sesiones de seguimiento y feedback con los progenitores para intentar construir una verdad única y compartida entre las partes.
Tras este periodo inicial de diagnosis, realizamos una sesión de familia en la que planteamos a todos ellos el resultado del análisis de la situación y les damos pautas y estrategias para la puesta en marcha del cambio progresivamente, teniendo como referente nuestras cinco claves para el cambio.
Cinco claves para el cambio
- Informar anticipadamente del cambio de normas.
- Establecer normas claras, realistas, consistentes y coherentes.
- Preferible llegar a acuerdos previos entre las partes.
- Firmeza en los compromisos y aplicación de consecuencias.
- Reconocer los pequeños logros intermedios.
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