En la península Ibérica hay tres ríos Linares: uno en Guadalajara, otro en La Rioja y el tercero, el que nos interesa ahora, en Navarra.
El Linares de Navarra recorre Tierra Estella por su lado más occidental, naciendo en el puerto de Bernedo, junto a la muga con Álava, en el extremo oeste de la sierra de Codés y llega hasta Mendavia, donde también se le conoce como Linares Grande, para unirse al Ebro.
La carretera que discurre casi paralela al Linares es una señal de que a lo largo de la historia ha sido usado como vía de comunicación y lugar propicio para el asentamiento humano. Agricultura y ganadería se mezclan con un patrimonio arquitectónico que habla de conflictos y espiritualidades humanas.

Desde la calle Mayor de Aguilar de Codés se puede disfrutar del pico León Dormido.
Por la montaña
Aguilar de Codés es el punto de partida de este recorrido. Se levanta entre las primeras estribaciones de la sierra que le da el apellido y el Linares, que si bien su cauce no es ancho, la cuenca que llena cuando viene crecido es de tener en cuenta, como se ha visto con las lluvias del pasado mes de marzo.
Recorrer sus calles, paralelas tanto al río como a la sierra, es descubrir su pasado fronterizo entre los reinos de Castilla y Navarra durante la Edad Media. Mantiene su estructura de almendra con dos rúas principales a lo largo y con sólidas casas de piedra en los lados. Los restos de los muros defensivos y de un torreón explican su origen defensivo. No es el único caso en la comarca.
La iglesia de la Invención de la Santa Cruz es el edificio más destacable. De estilo gótico, cuenta con una espectacular torre barroca y un pórtico del mismo estilo que protege la portada gótica. Alrededor del templo, camino del lavadero y de la fuente, las casas de la calle Mayor lucen escudos y blasones.
Saliendo de Aguilar hacia Azuelo, se pasa por las ermitas de San José y de San Bartolomé, ejemplo de templo de transición entre el románico y el gótico, y con una espadaña mucho más moderna en lo alto.
Ya en Azuelo, al pie del monte Yoar, la visita obligada es al monasterio de San Jorge, un antiguo convento benedictino del siglo XI. Destaca la portada principal al pie de la nave central, formada por varias arquivoltas decoradas y sostenidas por capiteles tallados.
También aquí, muchas viviendas lucen escudos que se han recuperado de viejas casonas que se van arreglando. Además, el lavadero de la Calzada, que servía al monasterio y fue recuperado en 2006.
El Linares sigue su curso hasta llegar a Torralba del Río, un antiguo enclave amurallado sobre un altozano rodeado por los ríos Regadera y Pontejo, afluentes del Linares. Aunque las viviendas han sobrepasado ya las antiguas murallas, de las que se conservan algunos tramos y seis de los torreones, su núcleo central se mantiene casi intacto. Ahora ya no es necesario recorrerlas enteras para pasar de una a otra ya que se han abierto pasos perpendiculares, el principal de ellos frente al arco medieval que da acceso al viejo Torralba.
Entre el caserío destaca la iglesia de Santa María, mitad de camino entre el gótico y el renacimiento. Llama la atención su retablo de piedra y su espectacular coro. Alberga la talla románica de la Virgen de Bañano, traída aquí desde su antigua ermita en ruinas.
A su lado, la plaza del Pobre Guitarras, solar de, según cuentan, la casa de un fantasma músico. Se ha aprovechado un muro medianero con la casa de al lado para colocar unos bajorrelieves que narran la historia de Torralba del Río, entre ellos la captura del bandido Juan Lobo.

Uno de los viejos torreones de Torralba del Río con la sierra de Codés al fondo.
El siguiente hito es Espronceda, donde el Linares empieza a salir de la montaña para adentrarse ya en la ribera del Ebro. De ambiente tranquilo y cuidado, destaca la iglesia de San Vicente Mártir, construida en el siglo XIII, en plena transición del estilo gótico al renacentista. Su cuidado atrio está presidido por una escultura del obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas.
Al pasear por el pueblo, entre las numerosas casas renovadas, también se pueden ver viejos caserones de piedra con escudos nobiliarios. Entre ellos asoma también la ermita de la Virgen del Camino, una de las pocas de carácter urbano que se pueden ver en la comarca.
Saliendo al llano
El recorrido continúa hacia Armañanzas, donde el paisaje se torna más agrícola, donde los cultivos prevalecen sobre los pastos. Antes de llegar se puede visitar la vieja ermita de San Juan.
Ya en Armañanzas, la iglesia de Santa María domina el perfil del pueblo desde lo más alto de la colina. De origen medieval, como tantas otras de la zona, fue reformada durante el siglo XV y ampliada en el XVII.
Entre los edificios civiles destaca el palacio, que recibe el más cercano nombre de Casa Grande, que destaca sobre los otros edificios con blasones que dan fe de la importancia histórica de esta villa.
En Torres del Río el Camino de Santiago se hace presente, pero es el misterio de los caballeros templarios, de la Orden del Temple, la que se apodera del visitante. De ello es protagonista la enigmática iglesia del Santo Sepulcro, una construcción románica de planta octogonal dicen que recuerda a su homónima de Jerusalén y de la que el Temple recibe el nombre. De menos fama pero mayor tamaño es la iglesia de San Andrés, que como otras de la zona se levantó en la transición del gótico al renacimiento.

Interior de la iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río.
El Temple y el Santo Sepulcro
Si algo ha marcado la actual personalidad de Torres del Río es la iglesia del Santo Sepulcro. Esta joya románica del siglo XII no se parece a ninguna otra más o menos cercana. De entrada, no está clara su función. Se la considera una iglesia funeraria del Camino de Santiago, pero hay detalles que plantean diversas dudas. De entrada, su planta octogonal resulta inusual, aunque no muy lejos y también en el Camino se encuentra Eunate, de planta similar y también intrigante ubicación. Además, el nombre remite al templo del mismo nombre de Jerusalén.
La iglesia cuenta con una cúpula y una linterna, detalle inusual que algunos interpretan con una función de faro para que peregrinos, caballeros y viajeros pudieran orientarse y encontrar refugio en ella. Además, sus constructores eran mudéjares, musulmanes que se quedaron a vivir en territorios cristianos. Esto explica que los arcos que sostienen la cúpula no se crucen en el centro y dibujen diagonales, y recuerda a edificios de la Córdoba musulmana.
El primero de ellos es Sansol, que parece el vigía gemelo que custodia la salida al valle del río. En su interior, la iglesia de San Zoilo, de cuya denominación parece derivar el nombre de Sansol, es un edificio de la primera mitad del siglo XVIII que vino a sustituir la iglesia anterior del XVI.
A su lado destaca el palacio de Sansol, de carácter neoclásico, y que anticipa las varias casonas señoriales que dan un tranquilo aire tradicional a la localidad.
El lavadero y el puente de piedra sobre el Linares dan testimonio de la importancia de este río en la localidad. Además, Torres del Río cuenta con miradores naturales desde donde disfrutar de excelentes panorámicas del valle que forma este río y sobre algunos de los pueblos vecinos.
Un poco más adelante, en Lazagurría, el visitante puede admirar la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, que en la misma calle Mayor su torre domina el entorno. El propio edificio del Ayuntamiento se apoya en ella, aunque la fachada da hacia la plaza de los Fueros y el frontón al aire libre.
Mendavia es el final de la ruta. Para los aficionados a los productos de calidad, este pueblo es el paraíso. Está considerado como el que más denominaciones de origen e indicaciones protegidas tiene. Son las DO Cava, Vino Rioja, Pimiento del Piquillo de Lodosa, Espárrago de Navarra, Pacharán de Navarra y Aceite de Navarra, y las IGP de Alcachofa de Tudela, el Cordero de Navarra y la Ternera de Navarra. Además de estas, se recoge también los Alimentos Artesanos de Navarra y la Producción Ecológica de Navarra. Si hay que elegir un sitio para comer, aquí. En cuanto a patrimonio destacan la iglesia de San Juan Bautista, en origen del siglo XIII, remodelada en el XVI y ampliada en el XVII.