Sales de casa con prisa para ir al trabajo o a llevar a los niños al colegio; el bolso y la nevera con la comida colgados del hombro, una mochila con libros en una mano, la de la gimnasia en la otra, los abrigos, el móvil, las llaves y quién sabe cuántas cosas más en la cabeza.
Eres la última en salir de casa para comprobar que todo está bien y cuando llegas al portal o al garaje eres incapaz de recordar si has cerrado la puerta de la calle con llave. Aunque no serías la primera ni la última a la que se le olvida, totalmente comprensible en determinadas circunstancias, lo más probable es que la hayas cerrado sin ni siquiera darte cuenta.
Dudas si volver a comprobarlo y, aunque en alguna ocasión lo hayas hecho, la mayoría de las veces decides darte un voto de confianza y seguir con tus obligaciones.
Y esto ¿por qué ocurre? En nuestra rutina hay muchos pequeños hábitos que si no los hacemos podrían tener unas consecuencias muy negativas (si no cerramos la puerta pueden entrar a robar), pero que a base de hacerlos todos los días están totalmente automatizados.
Al ser un acto tan común y mecánico, nuestra atención y nuestra memoria a medio y largo plazo no registran cada una de las veces que cerramos la puerta. Guardar ese recuerdo de un acto tan frecuente resultaría muy inútil y ocuparía un espacio muy valioso en nuestro cerebro.
En principio no existe ningún problema en sentir esa inseguridad e incluso en tener la necesidad de volver a comprobarlo. La mayoría de las veces desistiremos, entendiendo que hemos salido distraídos y confiando en que la hemos cerrado y otras, volveremos una vez a comprobarlo para quedarnos más tranquilos. Seguro que las próximas veces intentaremos prestar un poco más de atención a la hora de cerrar la puerta, aunque seguro que al poco tiempo volveremos a hacerlo de forma automática.
Motivo de preocupación
Hay personas en las que, por la forma en la que se enfrentan a este tipo de situaciones, se puede apreciar que algo no va bien. Si la duda sobre si hemos cerrado la puerta nos genera una verdadera angustia e, incluso, cada vez perdemos más tiempo volviendo a comprobar varias veces si lo hemos hecho, podemos estar ante algún trastorno de ansiedad, más concretamente ante un trastorno obsesivo- compulsivo (TOC).
Este tipo de trastornos vienen provocados por unos pensamientos intrusivos (obsesiones) que provocan en la persona que los sufre unos comportamientos repetitivos (compulsiones) muy difíciles de evitar. La persona que lo padece tiene una fuerte obsesión por controlarlo todo y un miedo atroz a perder ese control, lo que da como resultado un comportamiento recurrente de control.
Si te ves atrapado a menudo por este tipo de inseguridades, puede que seas capaz de dominarlo tu solo o con la ayuda de unas sencillas técnicas de autocontrol. Sin embargo, si la comprobación constante en ese tipo de situaciones empieza a interferir en tu funcionamiento diario, lo mejor será que busques atención psicológica para superarlo.