Con el pitido final de la lavadora que nos indica que el ciclo de lavado ha terminado, abrimos la puerta y sacamos la ropa del tambor. A continuación, echamos mano del cesto en el que guardamos las pinzas para tender las prendas.
Es importante colocar las pinzas de la forma correcta, no vale hacerlo de cualquier manera. Debes ponerlas siempre en las costuras de las prendas y por el revés de la ropa para evitar que se quede la marca de la pinza una vez que se sequen.
Son un elemento imprescindible en el hogar, muy útil para el día a día. Pueden ser de plástico, de madera, de acero inoxidable...; se pueden encontrar en distintos tamaños, con diferentes diseños y en una amplia variedad de colores.
Usos curiosos
Así, pese a su sencillez, las pinzas son un objeto enormemente versátil cuya utilidad va mucho más allá de la mera función de tender la ropa. Algunos de esos otros usos que nos hacen más fácil el día a día están:
- Colgar delantales o servilletas y tenerlos siempre a mano (convertir las pinzas en una especie de gancho improvisado).
- Organizar los cables de los aparatos electrónicos (las pinzas se pueden fijar a los bordes de los muebles y envolver los cables alrededor de ellas para evitar que se enreden).
- Sujetar las telas mientras coses (con pinzas conseguirás que no se muevan ni un milímetro).
- Evitar que la cuchara de madera se caiga a la sartén (solo tienes que colocar una pinza en el mango para evitar que se escurra dentro).
- Sujetar bolsas de plástico abiertas (por ejemplo, para arrojar basura en ellas mientras cocinas).
- Cerrar paquetes de comida empezados (bolsas de pan rallado, harina, patatas fritas... evitarás que su contenido se derrame si las cierras con una pinza).
- Soporte para dibujos o manualidades de tus pequeños artistas (pegándole un pequeño imán detrás, podrás colocarlas en cualquier superficie metálica).
- Colgar fotos, tarjetas de visita o pequeños detalles en una cuerda o alambre (crearás una decoración original y muy personal).
El truco de la ducha
Ya hemos visto que las pinzas de la ropa tienen un montón de usos curiosos. Pues bien, hay un truco que tiene a las pinzas como protagonistas y que, además de sorprenderte, no querrás dejar de usarlo porque convertirá el momento de la ducha en algo muy especial.
Este truco consiste en colocar una o varias pinzas de madera en la alcachofa o cabezal de la ducha; antes habrás elegido el aceite esencial que más te guste. En función de la estación del año, de tu estado de ánimo o de tus preferencias puedes ir variando los aromas: en verano, limón o menta que aportan frescor, y en invierno, aromas más cálidos como la canela o el jengibre por su efecto calmante y reconfortante. Eucalipto, lavanda o romero son una buena opción para cualquier época del año.
Pinzas y aceites esenciales
Para llevarlo a cabo, en primer lugar debes verter varias gotas de aceite esencial en las pinzas de madera, procurando que queden bien impregnadas de este líquido (la madera retiene más el olor y hará que la fragancia dure más tiempo).
Después de dejar unos minutos para que la pinza absorba los aceites esenciales, colócalas en el cabezal de la ducha cuanto te vayas a duchar o a bañar, de forma que cuando el vapor de agua suba comiencen a liberarse los aromas de una forma sutil y duradera.
Otra opción es colocar las pinzas en la puerta de la ducha o enganchadas a la cortina, siempre y cuando el lugar elegido permita que el calor y la humedad entren en contacto con las pinzas y así el olor aromático inunde todo el baño.
Se trata de un truco sencillo, económico y ecológico, una atractiva propuesta en la que la relajación y el bienestar quedan garantizados.