La Real Sociedad se estrenó este miércoles en la Europa League 2024-25 cosechando un empate en el campo del Niza. Los txuri-urdin protagonizaron un positivo arranque en la competición continental sumando un punto que, en clave de pizarra, se vio marcado por el dibujo de tres centrales y dos carrileros (5-3-2) que escogió Imanol Alguacil. Su apuesta, vistas las características del rival, demostró tener todo el sentido del mundo, y salió bien durante los primeros 45 minutos. Después, la energía de unos y otros y un par de retoques locales decantaron la balanza del juego del lado de los franceses, no así la del marcador.
El modo en que venía empleándose el Niza ya dejaba entrever la posibilidad de que la Real jugara allí con tres centrales. Después, la convocatoria de Imanol Alguacil, quien pobló la lista de zagueros y dejó en Donostia a Urko y a Olasagasti, hizo ganar enteros la opción de poblar la zaga. ¿Para qué? El francés es un equipo que actúa con dos carrileros, dos mediapuntas en carriles interiores y un delantero centro: así, el cuadro que entrena Franck Haise acostumbra a dibujar una línea de ataque de hasta cinco futbolistas. Ante estas circunstancias, la Real necesitaba un quinto hombre en su retaguardia para al menos igualar al adversario en esa zona. Los txuri-urdin podrían haber empleado un sistema de cuatro zagueros con Zubimendi por delante, y retrasando al pivote donostiarra en fase defensiva. Sin embargo, el entrenador optó por una defensa de cinco hombres fijos.
De todos modos, este concepto de igualar al Niza en sus ataques con un cinco para cinco atrás no termina de explicar los motivos por los que Imanol recurrió al 5-3-2. Al fin y al cabo, el técnico txuri-urdin buscó, insistimos, igualar AL MENOS a esos cinco delanteros locales, en situaciones como la anteriormente vista. Debemos subrayar que la Real no colocó exactamente un espejo delante del Niza, replicando el dibujo de los galos. Lo que hicieron los blanquiazules fue tratar siempre de gozar de superioridad numérica atrás... Así sucedió, por ejemplo, en las fases de presión alta, en la que los puntas Oyarzabal y Barrenetxea tapaban a los tres centrales franceses (en inferioridad 2 contra 3). Gracias a ello, el doble pivote que formaban Zubimendi y Marín quedaba únicamente a cargo del centrocampista local Louchet, lo que permtía a riojano y donostiarra echar una mano con las caídas a la medular de los falsos extremos Bouanani y Guessand.
Imanol demostró haber prestado mucha atención a esas posibles caídas a la medular de Bouanani y Guessand. En la captura anterior ya se aprecia a Marín con el propio Bouanani. Además, ya en fases de bloque más bajo, el oriotarra dio prioridad a mantener siempre a dos futbolistas por delante de la zaga para ejercer de pantalla y encargarse de dichos movimientos. En estos últimos lances, era Brais quien se retrasaba para formar una especie de trivote en el que él y el citado Marín, ubicados en los costados, resultaban los encargados de mirar por el retrovisor. Mientras, aquí correspondía a Zubimendi ganar altura para presionar en el carril central.
Dentro de una actitud atrevida como siempre a la hora de lanzarse a apretar, la Real saltó al campo con unos matices de precaución que el Niza, mientras, no mostró. Los galos se ajustaron para presionar al hombre a los txuri-urdin con persecuciones por todo el campo. Su voluntad de emplearse así generó algunos saltos a priori anti naturales, como el del dentral Ndayishimiye al pivote blanquiazul Pablo Marín. Prinicipalmente durante la primera mitad, los de Imanol consiguieron aprovechar este contexto para, desembarzándose de rivales mediante buenas acciones técnicas, lanzar ataques rápidos y verticales que hicieron daño al cuadro francés.
Desde todo lo explicado, comienza a entenderse una primera parte durante la que la Real controló bien al Niza e hizo daño al contragolpe. ¿Qué sucedió tras el descanso? Para empezar, dio la sensación, desde fuera, de que el físico de los locales (más rodados tras una pretemporada ordinaria y con mejor condición de base) fue poco a poco imponiéndose al txuri-urdin. Sin embargo, también hubo explicaciones tácticas a la mejoría local en la segunda mitad. Visto el modo en que los txuri-urdin apretaban arriba (en inferioridad 2 contra 3), el Niza comenzó a salir por fuera con sus centrales de los costados, Dante (izquierda) y sobre todo Ndayishimiye (derecha).
Poco a poco, la Real se vio obligada a defender cada vez más hundida, pues gracias a estas salidas con sus centrales el Niza veía sus ataques abortados mucho más cerca de Remiro que en la primera parte. Dentro de este nuevo panorama, a los txuri-urdin les costó en mayor medida amenazar en ataque, y tuvieron que conformarse con un punto positivo para iniciar su andadura en la presente Europa League. Imanol podría haber igualado esta última circunstancia táctica replicando el 5-2-3 local y apretando al hombre (en 3 contra 3) la salida de los galos, pero el contexto del encuentro no parecía invitar a ello.