Llega la hora de dormir en casa. Los humanos se van a sus dormitorios y el perro hace lo mismo. Cuando el can llega a su cama empieza un ritual, que puede variar entre individuos, pero que básicamente consiste en escarbar con cierta energía sobre su cama y/o dar vueltas sobre sí mismo en círculos hasta que se deja caer hecho una bola. Habrá perros que no lo hagan, que se acuesten sin más preámbulos, pero muchos harán al menos una de las dos.
Es más, no tiene que ser necesariamente en su cama por la noche. Cuando quieran descansar es muy fácil que rasquen la superficie sobre la que se van a tumbar, sea el asiento del coche, la alfombra debajo de la mesa del comedor, el sofá delante de la tele o, directamente, el suelo de madera. Ante nuestra preocupación por la integridad de estos objetos, les hemos visto hacer agujeros profundos con esas patas en la tierra, no podemos evitar preguntarnos ¿por qué lo hacen?, ¿es un comportamiento normal?
Escarbar la cama
No se sabe a ciencia cierta cuándo y cómo empezó la relación entre el hombre y el perro, cuándo tuvo lugar la domesticación, pero se calcula que hace unos 20.000 años. A lo largo de este tiempo el Canis familiaris (o Canis lupus familiaris, si se le considera una subespecie del lobo) se ha separado mucho de aquel ancestro y ahora convive en una cierta simbiosis con la especie humana. Pero todavía le quedan atavismos, instintos que se remontan a su pasado más remonto y silvestre. Y el de escarbar su lugar de descanso es uno de ellos.
Cuando llega el momento de descansar, de pasar la noche en la naturaleza, los lobos y otros cánidos buscan refugio para que el sueño no se convierta en indefensión, tanto ante otros depredadores como ante las inclemencias del tiempo.
Por ello, hacer una pequeña trinchera en el suelo en la que acurrucarse hace que queden fuera de la vista de enemigos, que sus órganos vitales queden protegidos ante posibles ataques. También les sirve para regular la temperatura, ya que con tiempo frío un pequeño hoyo en el suelo protege de las corrientes de aire y hace que el propio calor corporal se concentre sin escapar. Cuando lo que sobra es calor, la tierra bajo la superficie es más fresca y les permite evadir las altas temperaturas.
Esto en una vivienda no parece tener mucho sentido, en principio no hay enemigos ni depredadores y ya están refugiados de la temperatura ambiental, por lo que además de responder a un instinto atávico puede reflejar una rutina que predispone al descanso y que además le lleva a mejorar el confort en su cama, mullendo la zona sobre la que va a dormir, como hacemos nosotros con la almohada.
Dar vueltas sobre la cama
Cuando da pasos en círculos sobre sí mismo encima de su cama, el origen también se encuentra en ese antepasado salvaje que aún pervive en el fondo de su cerebro más primitivo. Eso sí, cambian algunas de la razones.
Sus pies, sus almohadillas acumulan numerosas glándulas sudoríparas (junto con la trufa de la nariz son el único sitio por el que sudan) y también odoríferas. Pisando este punto concreto, lo marcan como suyo para evitar que otros de la misma manada lo ocupen. En casa les sirve para decirles a otros compañeros de piso que “ésta es mi cama”. Todavía queda por saber si los gatos se dan por aludidos.
La comodidad es una segunda razón. Tras escabar el agujero y haber aflojado el fondo, pisarlo un poco les sirve para allanarlo y evitar irregularidades que molesten a la hora de tumbarse. Algunos investigadores también explican que puede ser un reflejo de su intención de espantar y apartar cualquier otro ser vivo, (serpiente, insecto o micromamífero...) que pudiera haberse refugiado allí y evitar ataques imprevistos.
Aunque en principio esta actividad se común e inofensiva, hay que tenerla bajo observación ya que en algunos casos puede ser indicador de que algo no va del todo bien. Puede ser que detrás de ese vigor escarbando o dando vueltas se esconda algún problema, como puede ser cierta ansiedad, cierto exceso de energía que necesita eliminar antes de poder relajarse para dormir. Más juegos y atención en casa y paseos algo más largo con carreras y interacción con otros perros pueden ser la solución.
Tampoco es mala idea tener vigiladas sus uñas. Este rascar y escarbar puede ser un intento de limarlas y que no les moleste. Cortárselas en casa o en un centro especializado basta para mantenerlas a raya y evitar daños en suelos, alfombras o sofás. Y para que la cama dure más, comprarla de materiales resistentes.