A la sombra de una terraza, tras una mañana o una tarde paseando al sol por ese pueblo de postal al que nos han traído la vacaciones familiares, llega el camarero con la comanda. Le damos un gran sorbo a ese refresco o ese vaso de agua con hielos para calmar la sed de un día de verano. Y ¡zas!, calambrazo en los dientes de delante, un repentino dolor que nos hace cerrar los ojos.
Esta reacción dental al frío es un síntoma que revela un problema de sensibilidad dental y puede convertir el comer los alimentos más comunes en un auténtico calvario.
- Realizar una correcta higiene bucodental: Cepillar con frecuencia los dientes y hacerlo bien. Esto evitará las caries y la inflamación gingival. Hay que hacerlo sin prisas y con cuidado para no dañar más los dienets o las encías.
- Emplear cepillos suaves o muy suaves. Se trata de evitar más daños, no hay que olvidar que frotar puede provocar dolor..
- Usar pastas de dientes poco abrasivas: Si tiene flúor, mejor, ya que ayuda a proteger el esmalte.
- Enjuagues bucales: Ayudan a limpiar, pero elegir el específico para dientes sensibles.
- Utilizar hilo dental: Al limpiar entre dientes contribuye a evita la inflamación de las encías.
- Visitar al odontólogo: Para detectar cualquier problema a tiempo temprano y mantener la boca saludable las visitas al dentista son inexcusables.