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¿Por qué nos sentimos más tristes en otoño?

La fatiga, el sueño y la apatía son algunos de los síntomas del trastorno afectivo estacional, que afecta entre el 1% y el 10% de la población durante el otoño y el invierno. ¿Cuáles son sus causas y qué tratamientos ayudan a combatirlo? Te lo contamos en
El trastorno afectivo estacional afecta a entre un 1% y un 10% de la población.
El trastorno afectivo estacional afecta a entre un 1% y un 10% de la población. / Pixabay

Hoy, domingo, arranca el otoño. Aunque para algunos supone simplemente el regreso a la rutina tras un verano lleno de actividades al aire libre y jornadas más largas, para otros, el otoño marca el inicio de una etapa de decaimiento emocional difícil de sobrellevar. En este momento del año, algunas personas empiezan a sentirse más cansadas y tristes de lo habitual, tienen pensamientos negativos y notan cómo su apetito aumenta de manera considerable.

“Se junta todo: la vuelta de vacaciones, el tema de los dolores, que también repercute… En general, tenemos un nivel de autoexigencia muy elevado. La gente quiere seguir el mismo ritmo que llevaba hace un mes y la vida no te lo permite”, señala la psicóloga María Sarah Salcedo, experta en trastornos de ansiedad y depresión.

En la mayoría de los casos, estos síntomas provocados por el cambio de estación son de carácter leve. Sin embargo, cuando estos se vuelven más intensos y prolongados, podríamos estar ante lo que los especialistas denominan como trastorno afectivo estacional (TAE). Pero, ¿por qué sucede esto y cómo nos afecta?

Bajón emocional cuando llega el otoño

El trastorno afectivo estacional es algo más que estar triste. Es un tipo de depresión ligada a las estaciones que aparece durante el otoño y el invierno. Concretamente, este trastorno se define como la presencia de episodios depresivos mayores recurrentes en una época determinada del año, con remisión total posterior cuando es superada dicha estación. Se diferencia de una adaptación normal a un cambio de estación en que sus síntomas son más acusados y se prolongan en el tiempo. Según Salcedo, para poder diagnosticar este trastorno “los síntomas deben manifestarse durante al menos dos años consecutivos, coincidiendo generalmente con los meses de otoño e invierno”.

Los expertos sostienen que esta depresión se desencadena por la disminución de la luz solar, que afecta al funcionamiento del cerebro. La causa estaría relacionada con la producción de ciertas hormonas clave, entre ellas la melatonina y la serotonina, dos sustancias químicas que podrían desempeñar un papel crucial en este proceso.

“La luz del día afecta a la serotonina y la melatonina. Cuando hay sol, el cerebro produce más serotonina. Los niveles elevados incrementan los sentimientos de felicidad y bienestar. Los niveles bajos pueden provocar depresión. Los días con menos horas de sol durante el otoño y el invierno reducen la producción de serotonina y elevan la de melatonina. Esto afecta a nuestro estado de ánimo, haciendo que sea más probable sufrir procesos depresivos”, explica esta psicóloga sanitaria.

Además, la vitamina D, que obtenemos principalmente del sol, es esencial para mantener un sistema inmunológico fuerte y un buen equilibrio emocional. Sin ella, nuestros niveles de energía bajan y el riesgo de enfermedades respiratorias y resfriados aumenta, lo que no ayuda a nuestro estado de ánimo.

¿Qué cambios podemos notar en nuestro cuerpo durante esta época? “En general, nos empezamos a sentir más cansados y tristes. Estamos más apáticos e irascibles, tenemos pensamientos más negativos, menos esperanza, problemas para concentrarnos y más sueño. También puede bajar nuestro nivel de energía, podemos sufrir cambios en el peso, perder el interés en actividades que antes nos atraían… Es como sufrir un bajón en varios niveles”, reconoce María Sarah Salcedo.

Una chica muestra signos de tristeza.

Una chica muestra signos de tristeza. Pixabay

Personas propensas

¿Es normal y frecuente que aparezcan estos síntomas en esta época? Parece que sí. Aproximadamente entre el 1 y el 10% de la población sufre este trastorno, siendo más habitual entre las mujeres y las personas adultas. “Las mujeres tenemos más predisposición a padecer estos síntomas que los hombres. Esto no quiere decir que sea siempre así, pero la predisposición está ahí”, apunta Salcedo, quien añade que “a los adultos les afecta más, aunque también pueden sufrirlo los niños, sobre todo aquellos que tienen algún tipo de problema. Sin embargo, no es lo habitual”, manifiesta esta psicóloga.

¿Cuándo tenemos que preocuparnos? “Debemos estar muy atentos y tomarnos en serio los cambios emocionales, pero sabiendo que en la mayoría de los casos estos suelen ser transitorios. Lo más común es que coincidan con el inicio de la estación. En algunas ocasiones pueden alargarse en el tiempo y permanecer hasta la llegada de la primavera, aunque no es lo normal”, apunta Salcedo.

¿Hasta qué punto puede afectarnos un trastorno como este? Como en otras depresiones, los síntomas pueden ser leves, de grado intermedio o graves y afectan a la capacidad de una persona para realizar actividades cotidianas. En los casos más graves, le impiden poder continuar con su rutina. “Afecta en todo, porque se trata de una depresión. No es igual ir a trabajar o ir al gimnasio con ganas que hacerlo sin estar motivado. Uno no tiene la misma energía, está más apático y no es tan resolutivo. También afecta a la parte emocional. Muchas personas no saben cómo gestionar la situación”, expone María Sarah Salcedo.

María Sarah Salcedo es experta en trastornos de ansiedad y depresión.

María Sarah Salcedo es experta en trastornos de ansiedad y depresión. Cedida

¿Cómo evitar que el cambio de estación afecte a nuestra salud?

¿Qué podemos hacer para combatir o mejorar los síntomas del trastorno afectivo estacional? En algunos casos, es posible combatir los síntomas de este trastorno sin tratamiento formal. Algunas personas logran resultados satisfactorios con métodos sencillos como salir a caminar cuando sale el sol, aprovechar la luz natural en el hogar, practicar ejercicio equilibrado, dormir ocho horas por la noche o tomar suplementos de vitamina D.

Una de las claves está en mantener una vida activa y social, incluso cuando el clima no acompaña, como apunta la psicóloga María Salcedo. “Es fundamental generar unas rutinas y llevarlas a cabo. También es importante marcarse unos objetivos realistas que se puedan cumplir. Es preferible establecer metas bajas y si superan, mejor. Si uno se pone unas metas muy altas, al final no las cumple y eso supone un refuerzo negativo. Uno tiende a castigarse por no haber cumplido los objetivos. Entonces, baja la motivación, sube la autoexigencia y se pierde el interés por las cosas. Y otra vez a empezar. Es como la pescadilla que se muerde la cola”, expone Salcedo.

“Hay personas que pretenden ir todos los días al gimnasio cuando no han ido nunca. Es recomendable empezar yendo un día y luego ir aumentando la asistencia poco a poco. Si uno se propone ir todos los días y luego deja de ir uno, perderá el interés y acabará por no ir ninguno. Y esto, al final, repercute en su estado de ánimo y su autoestima”, explica esta psicóloga.

Terapia de luz

Sin embargo, para muchas personas que padecen el trastorno afectivo estacional, es fundamental buscar orientación profesional, además de implementar hábitos para combatir los síntomas. Existen métodos formales para tratar este trastorno, como la fototerapia o terapia de luz continua. Durante la sesión de fototerapia, el paciente se coloca en una cabina de luz especial o se expone a una lámpara de luz ultravioleta. La duración y la frecuencia de las sesiones de fototerapia pueden variar según la condición y la gravedad de los síntomas.

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La fototerapia imita la luz natural exterior y parece provocar un cambio en las sustancias químicas del cerebro vinculadas al estado de ánimo. En general, los resultados se ven pasados unos días o un par de semanas y tiene muy pocos efectos secundarios.

La psicoterapia es otra opción para tratar el trastorno afectivo estacional. En este sentido, la psicóloga María Sarah Salcedo recomienda consultar a un especialista cuanto antes. “Lo mejor es pedir ayuda a un profesional y acudir a terapia para poder tratar el problema cuando notemos los primeros síntomas, sobre todo si son más fuertes y frecuentes de lo normal y nos afectan a nuestro día a día”.

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2024-09-22T08:42:15+02:00
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