Tirar un chicle al suelo es un acto de incivismo y pisar ese chicle es una auténtica faena no solo para quien lo pisa, sino para todo el municipio ya que es muy difícil quitar del suelo esos chicles. Por desgracia, las calles de Portugalete cuentan con muchas huellas originadas por aquellas personas incívicas que un día decidieron tirar un chicle al suelo y con el propósito de concienciar a la ciudadanía de la necesidad de tirar los chicles al lugar donde es debido, la Fundación Troconiz Santacoloma y el artista Gorka Azaola han impulsado la iniciativa Txiklarte, una acción en la que una quincena de estudiantes de Bachillerato Artístico del instituto Juan Antonio Zunzunegui de la noble villa han creado arte de esos chicles. “Con esta acción lo que queremos hacer es visibilizar que es una auténtica cochinada el hecho de tirar chicles al suelo. Por desgracia, los chavales y chavalas han tenido mucho chicles entre los que elegir para, finalmente, crear su obra. No exagero si digo que por metro cuadrado puede haber cuatro o cinco chicles”, indicó Gorka Azaola, artista que se encargó de coordinar la labor de los jóvenes estudiantes.
Y es que no era una labor nada sencilla utilizar un chicle como lienzo sobre el que plasmar una pequeña obra de arte. Lo primero de todo, los jóvenes tuvieron que crear un boceto para tener definida la idea de lo que querían crear para, más tarde, guantes en mano, dar una imprimación al chicle para, de este modo, crear una base sólida sobre la que poder dar forma a su obra. “Esto requiere una técnica diferente a la que se utilizaría para pintar sobre un papel y una pared, una vez se dé esa imprimación, los jóvenes harán su obra y con la ayuda de una rasqueta sacaremos el chicle para terminar esta obra que visibilice este problema”, desarrolló Azaola. De hecho, dos de los chicles que se han decorado se enmarcarán y, posiblemente, se expongan en alguna sala expositiva.
Así, en las inmediaciones del ayuntamiento de Portugalete, ayer a mediodía se podía ver a esta quincena de jóvenes trabajar con todo el mimo y la minuciosidad del mundo para lograr convertir en arte lo que, en principio, tan solo es un residuo y una prueba del incivismo de algunas personas. Unas de las jóvenes que se sumaron a esta iniciativa fueron África Rojas y Naiara Tramón. “La gran dificultad que le veo a trabajar sobre un chicle es que, de entrada, tienes menos espacio para plasmar lo que una quiere plasmar. La falta de espacio nos limita en ese aspecto, aunque no nos está costando demasiado hacer lo que queremos hacer”, indicó África. El fuerte viento fue protagonista a lo largo de toda la jornada de ayer en la noble villa jarrillera y eso también condicionó la labor de quienes tomaron parte en Txiklarte. “Hace mucho viento y eso, junto a que estamos aquí al lado de la ría hace que la pintura se seque rápido, demasiado rápido quizá, al menos en esta zona”, señaló Naiara.
Tanto para estas dos estudiantes de bachillerato de Bellas Artes como para sus compañeros de proyecto, la de ayer fue la primera de sus jornadas de vacaciones de Navidad. ”Es una manera diferente de empezar las vacaciones y también de concienciar a la gente”, zanjaron África y Naiara dos de las jóvenes que crearon arte de un chicle pegado al suelo del centro de Portugalete.