Imanol Pradales se abre camino en Bruselas. El lehendakari ha puesto este miércoles el colofón final de su segunda gira al corazón de la Unión Europea con una agenda de encuentros, con el objetivo de reforzar la relación bilateral de la comunidad autónoma vasca con las autoridades europeas. Esta es una solución transitoria mientras no se consiga que las instituciones vascas tengan presencia directa en todos los órganos que aborden materias de su competencia. Y estos contactos, además, se han producido en un momento clave, desde el minuto cero, con la nueva Comisión Europea de Ursula von der Leyen recién constituida. La relación ha empezado a forjarse desde el primer momento, y desde este punto, el lehendakari ha tratado de introducir en la agenda algunos de los retos que afronta la comunidad autónoma.
Tras las últimas reuniones que ha mantenido este miércoles, el lehendakari se lleva bajo el brazo, por ejemplo, un compromiso concreto del comisario de Transportes, Apostolos Tzitzikostas. En la reunión también estuvo presente el responsable de Nueva Aquitania, Alain Rousset. En ese marco, el lehendakari trasladó su preocupación por los retrasos que está sufriendo la obra del corredor atlántico ferroviario, del que forma parte la Y vasca, el tren de alta velocidad (TAV). Esta infraestructura conectaría a la comunidad autónoma con Europa. Lo que le preocupa a la parte vasca es que se convierta en un tren a ninguna parte ante el desinterés que ha mostrado la parte francesa a la hora de acometer su parte del trabajo. Un informe del Elíseo retrasaba hasta 2042 la conexión de alta velocidad Burdeos-Dax y ni siquiera ponía plazo a la conexión con Hendaia, a pesar de que sea una red prioritaria para Europa y de que la Comisión Europea haya consignado inversiones para acelerar varios tramos. En este sentido, el lehendakari quiere más presión y más marcaje de Europa para que se complete esta obra, que en teoría es estratégica. Y, por ahora, el comisario se ha comprometido a organizar una reunión entre el ministro de Transportes del Estado francés y Alain Rousset y el propio lehendakari para impulsar la conexión Hendaia-Dax.
Estas noticias siempre se toman con cautela, porque el lehendakari Urkullu también arrancó un compromiso similar, en este caso al propio Estado francés, y la parte francesa siempre ha arrastrado los pies. Ahora es la propia Bruselas la que toma cartas en el asunto.
Seducir a Irlanda para la macrorregión
El lehendakari también se reunió con el portugués António Costa, un encuentro con un elevado simbolismo en la medida en que Costa es el presidente del Consejo Europeo que reúne a los jefes de Estado del continente. Por tanto, Pradales consideró que era un encuentro de máximo nivel. Cabe recordar que Costa ha sido primer ministro de Portugal y que el país luso es un entusiasta de la macrorregión atlántica, la plataforma que quiere crear el Gobierno vasco y que agruparía a territorios de cinco estados, entre los cuales están la CAV, Nafarroa y Nueva Aquitania, y que serviría como antena para captar inversiones europeas en materia ferroviaria o energética.
Lo que hizo el lehendakari fue aprovechar para introducir en el guion cuestiones relativas a la agenda vasca, como la creación de la macrorregión (aquí parece que se va a tratar de implicar a Irlanda, que es la menos proactiva en este terreno), la necesidad de reindustrializar Europa y el papel que tendría Euskadi en esa tarea, la oficialidad del euskera en el Parlamento, el reparto de los fondos de cohesión respetando el papel de los territorios y no de manera centralizada a través de los estados como se está dejando caer, las conexiones ferroviarias y energéticas... Son “temas que van a incidir en nuestro futuro”, según dijo Pradales, y “es muy importante que estemos en las mesas en que se deciden las políticas que van a marcar nuestro futuro”, porque “la política europea cada vez va a tener más relevancia en el día a día” de la ciudadanía vasca.
Tras más de una hora de reunión con Costa, Pradales defendió la importancia de mantener la “bilateralidad” con Europa. Y, en palabras del lehendakari, Costa “conoce la realidad de una nación como la vasca y su singularidad”, no solo en materia de identidad, sino de competitividad industrial, y cree que eso “tiene que tener un reflejo en la realidad europea”. Cree que hay receptividad, porque Costa pone en valor “lo que ha hecho Euskadi en las últimas décadas decadas”.
Según Pradales, Costa les dejó caer a modo de pista, por ejemplo, que hay que integrar más a Irlanda en los trabajos para impulsar la macrorregión. “Irlanda no se ha negado, pero a Irlanda, de algún modo, tenemos que meterla más en este proceso. Francia ya lo está, España ya lo está, Portugal ya está, y con Irlanda va a exigir hacer un trabajo suplementario seguramente, pero hay un buen ambiente para dar un impulso a la macrorregión y conseguirla”, alentó Pradales. El lehendakari lleva un tiempo insinuando que la presidencia de turno polaca en el Consejo de la Unión Europea (es otro órgano diferente al Consejo Europeo que lidera Costa) abre una oportunidad para crear la macrorregión, porque Polonia fue una impulsora de la primera macrorregión europea, la del Báltico.
Transición energética, Euskadi como laboratorio
El lehendakari mantuvo también una reunión con la vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea para una Transición Limpia, Justa y Competitiva, Teresa Ribera, para abordar con ella la competitividad industrial. Al término del encuentro, Pradales se ha quedado con la sensación de que Europa observa a Euskadi, “por tamaño y densidad empresarial”, como “un magnífico laboratorio para ensayar mejoras de competitividad aprovechando la apuesta por la descarbonización industrial”, según la nota de Lehendakaritza.