El obispo de Donostia-San Sebastián, Fernando Prado, anunció ayer el inicio de un “tiempo nuevo” en la diócesis donostiarra, donde se mostró confiado en poder llevar a cabo un “ministerio fecundo” entre los fieles de Gipuzkoa. Prado hizo esta reflexión durante la celebración de su primera eucaristía como obispo, que ofició con motivo del último domingo del Adviento en la catedral del Buen Pastor, donde este mismo sábado fue ordenado como prelado de la capital guipuzcoana en sustitución de su predecesor, José Ignacio Munilla.
En su homilía, Fernando Prado mostró su disposición a ser “como un padre, un hermano y un amigo” para todos sus feligreses, a los que, sin embargo, pidió, en tono cómplice, “un poco de paciencia”, ya que, según bromeó, se encuentra aún “con la L de prácticas puesta en la espalda”.
En otro momento de su alocución, el nuevo obispo animó a los presentes a “disfrutar” de la vida y a vivirla “con “plenitud”, llenos de la “esperanza” de que “el Señor está siempre” con los creyentes y les “acompaña”.
“Lo importante es el camino y solo tenemos el camino de la vida que estamos viviendo”, dijo Prado, quien recalcó que el saber que Dios “está siempre” con los creyentes, “aun en medio de las dificultades”, es algo que les permite “superar toda dificultad”.
Prado tiene 53 años, es natural de Bilbao, pero ya vivió una etapa de su vida en Donostia, donde fue ordenado sacerdote el 7 de mayo de 2000. Es licenciado en periodismo por la UPV/EHU y en Estudios Eclesiásticos por la Universidad de Deusto. Fue profesor de Enseñanza Primaria y Secundaria en el colegio Mariaren Bihotza a finales de los 90. Pertenece a la congregación de los Misioneros Claretianos y había desarrollado su labor como sacerdote los últimos años en Madrid.