DECÍAMOS hace un par de semanas que Marcelino, pese a ser probablemente la primera alternativa deseada por el entorno rojiblanco para continuar en el banquillo del Athletic por su muy destacable labor, tampoco está exento de críticas. Y ello más en la medida en que se pueda frustrar de nuevo el formalmente expresado objetivo de volver a Europa. Al técnico astur se le vio molesto hace unos días por la reincidente pregunta sobre si el equipo puede bajar los brazos en una recta final liguera carente del citado premio. El planteamiento tiene su base en lo que ha pasado en anteriores temporadas, y la mejor contestación será reproducir lo que vimos el otro día en San Mamés: un equipo que, con mayor o menor acierto ante la puerta, seguro que va a luchar por apurar sus opciones. Nadie debería dudarlo.
Marcelino transmite bien su mensaje, con cuajo, pero no puede quejarse de la agresividad mediática que probablemente haya encontrado en anteriores destinos. Tampoco podría sorprenderse si en próximas comparecencias se le interpela por sus emolumentos en el Athletic, según ha desvelado estos días el prestigioso diario francés L´Equipe, el mismo que hace bastantes años describiera la esencia del club bilbaíno como caso único en el fútbol mundial. Más allá de matices en su exactitud, los datos sobre percepciones de entrenadores y futbolistas resultan de sumo interés para el aficionado. En el caso del Athletic debería ser obvio que la masa social tiene derecho a conocer lo que ganan jugadores y cuerpo técnico, a no conformarse con leer en un periódico la concreta información que su club le viene hurtando.
La cosa es que seguramente si un entrenador, con su staff y todo, es el tercer mejor pagado en La Liga algo tendrá que vincularse con los objetivos que se le exijan, por más que la filosofía condicione su consecución. Rendimiento por remuneración, exigencia por ganancias, algo básico. Igual tampoco sea amable plantearlo, es cierto, pero el debate está ahí, el rey sigue estando desnudo.
En relación ahora con la cada vez más improbable continuidad del asturiano en el banquillo rojiblanco, sería de interés saber de sus labios si está dispuesto a esperar a las elecciones sin comprometerse con terceros. Esa es la madre del cordero dada su negativa actual.
Y puestos a hacer otras preguntas incómodas al bueno de Marcelino, alguien podría cuestionarle también por algo tan llamativo como que renuncie a día de hoy a renovar en el Athletic y sin embargo aconseje hacerlo a determinados jugadores, lo que el club ha corrido a realizar. Pero es que, al hilo de la (para mí) lógica aceptación por la directiva del criterio del técnico del primer equipo, se nos ocurre: ¿Marcelino también recomendó la renovación ofrecida a Ander Capa hace no demasiado tiempo? Si es que no, poco caso se le hizo en esa ocasión, y si es que sí ¿cómo es posible que el portugalujo no haya jugado ni un minuto desde entonces?
En relación a las renovaciones de veteranos por motivo de que no se vean alternativas sólidas en la cantera para cubrir su hueco, como afirmó Marcelino en el caso del lateral izquierdo, tampoco estaría de más cuestionarle por los jugadores cedidos y su progresión para regresar, más allá de que en su momento afirmara no hacerles un seguimiento visual personal. ¿Cree ya nuestro actual primer entrenador que no, que ninguno de ellos está en disposición de volver y coger el relevo? ¿Y ello vale aunque este técnico no los vaya a entrenar el año que viene?
Para acabar con algunas preguntas que hoy los athleticzales se pueden estar haciendo con los datos que llegan por conductos externos: ¿ha de hacer el Athletic un importante esfuerzo económico pagando a su míster como al que más, trayendo un entrenador de postín, algo, por otro lado, no autolimitado por su filosofía? Ahí voy a responder que sí, que lo tiene que hacer. Lo mismo que ha de volcarse en traer a los mejores jugadores vascos, doquiera que estén. Eso es el Athletic. Para lo que tiene perentoriamente que recuperar el poder de atracción perdido. Pero esa cuestión la dejamos para más oportuna ocasión.