El verano asoma ya las orejas tras una primavera variada y son muchos los que se preparan para disfrutar al máximo de terrazas y balcones. Cenas y comidas al aire libre o, simplemente, atardeceres a la fresca con charletas o con libros son planes más que atractivos.
Pero, ¿y si no vivimos solos?, ¿y si hay un gato en nuestra vida? Indudablemente él tiene tantas o más ganas de salir que cualquiera de nosotros. Es un nuevo territorio que explorar y que además le ofrece nuevas atalayas de las que contemplar el mundo y desafiar la gravedad ejercitado sus dotes de equilibrista.
Por ello, lo mejor es prevenir cualquier tipo de accidente, especialmente las caídas.
Cerramientos
El primer paso es cerrar las aberturas. Por eso es importante prestar especial atención a la barandilla, si es de las clásicas de barrotes, si se sujeta directamente al suelo y a la pared o hay espacios. En caso de que la terraza sea un muro bajo, estar atento a la posibilidad de que nuestro gato puede encaramarse y asomarse más de lo debido.
Para solucionar esto existen mallas y redes que puede sujetarse y engancharse de forma segura y evitar que el gato se cuele por los huecos. Además, hay que asegurar la instalación a dos metros por encima de la barandilla para evitar que la salte.
Aunque las trasparentes den la senación de ser las menos molestas, en realidad las de color negro o verde oscuro resultan más discretas.
A la hora de detectar las zonas de riesgo menos evidentes, hay quien aconseja lo más simple, dejar que el gato deambule por la terraza o por el balcón explorándola, si hay algún hueco lo encontrará.
Para los propietarios de gatos con cierta tendencia a morder y arañar los objetos, quizá sea una opción más segura colocar una rejilla metálica. Si por alguna razón no se puede cerrar por arriba enganchándola al balcón del piso superior, evaluar las habilidades escaladoras del felino. Por si acaso, podría se prudente añadir un reborde horizontal hacia el interior del balcón o la terraza que impida al gato acceder al otro lado.
Sol y sombra
Tomar el sol es una de las actividades, o no actividad, que más gusta a los felinos. Pero en verano, la fuerza de astro rey puede ser demasiado fuerte, sobretodo en las horas centrales del día.
Por ello es más que conveniente ofrecer también la posibilidad de un espacio de sombra en el que se pueda refugiar cuando el calor apriete. La misma silla que usamos cuando salimos a leer o tomar el freso es suficiente y se refugia debajo. Y ya puestos, otra sombra desde la que pueda observar la calle también lo agradecerá.
Uno de los peligros de los balcones y terrazas son los estímulos que por allí pasan. Pájaros, insectos papeles o bolsas empujadas por el viento pueden excitar sus instintos de caza y hacer que se lancen sobre ellos. Si hay red parte del peligro quedará conjurado, pero no está de más distribuir varios de sus juguetes favoritos, o algunos nuevos que susciten su curiosidad, para que se centre en ellos y desfogue su carácter de cazador.
Calor y ejercicio es sinónimo de sed, por lo que un cuenco a la sombra con agua fresca es una medidas necesaria para evitar la deshidratación o los golpes de calor. Y si quiere comida, que entre dentro.
Para los que además de los gatos, sean aficionados a la jardinería, ojo con lo que plantan y cuidan, algunas plantas y flores pueden ser tóxicas para los felinos. Azaleas, ciclámenes, hortensias, potos, lirios, narcisos o tulipanes pueden ser dañinas en mayor o menos medida.