¿Qué pasa antes de que alguien se convierta en asesino? ¿Por qué es capaz de matar? ¿Cuál es su motivación? Velasco De la Fuente tiene todas las claves del crimen.
Los motivos para matar son casi infinitos.
—Las motivaciones son personalísimas. Hay, por ejemplo motivaciones subjetivas como puede ser obtener placer, cumplir una fantasía determinada, la venganza, la ira, el odio, la vanidad, el poder o el control sobre las víctimas. Un pequeño porcentaje mata por dinero. Y esa es una diferencia fundamental entre las mujeres y los hombres.
Son ellas las que matan por dinero.
—Sí, hay muy pocos hombres que lo hagan. Es más frecuente en las mujeres que matan, por ejemplo, para cobrar un seguro de vida, heredar, quedarse con el patrimonio de su esposo. Hay asesinas en serie y tenemos un caso muy paradigmático, el de Dorothea Puente, que tenía una pensión y estafaba a sus huéspedes a los que mataba y enterraba en el jardín y ella seguía cobrando los cheques de las ayudas que les daban cada mes.
La policía siempre busca primero a alguien del entorno de la víctima.
—Eso ocurre fundamentalmente cuando hablamos de una sola víctima. No ocurre lo mismo en el caso de los asesinos múltiples que escogen diferentes víctimas que responden a distintos patrones. Sí que es cierto que el primer nivel siempre va a ser investigar el entorno de la víctima. Pero a partir de ahí, dependiendo del tipo de delito, del escenario del crimen, de las pruebas o indicios que se encuentren, se van a abrir paralelamente otras líneas de investigación.
“El ser humano subestima su propia maldad”, dice usted. ¿Cualquiera es capaz de matar?
—Sí, todos tenemos la capacidad de matar. Hemos sobrevivido como especie gracias a la capacidad que tenemos para defendernos o para atacar en una situación de amenaza. Subestimamos nuestra propia maldad, pero ro que tengamos la capacidad de matar, no es lo mismo que convertirse en asesino. De hecho, en nuestro Código Penal, se contempla la legítima defensa porque la ley ampara a una persona que, ante una situación de miedo insuperable, de defensa por la propia vida o la de su familia, mata.
Es muy diferente si se mata de forma voluntaria o involuntaria.
—Sí, es distinto. Tú puedes cometer un homicidio involuntario porque vas con el coche, te distraes y atropellas a alguien. Ahí tendrías una serie de consecuencias jurídicas más leves que si tú ves a tu expareja cruzar el paso de cebra, aceleras, te la llevas por delante y huyes del lugar. Una cosa es matar porque te has distraído; no hay dolo, no hay intencionalidad, y otra cosa es acelerar porque está pasando tu expareja y quieres librarte de ella.
Ahora se ve el crimen como entretenimiento. Y hacen series de televisión, el caso Asunta Basterra, el de la guardia urbana...
—El crimen como espectáculo nace en los años 70 en Estados Unidos que son los primeros que empiezan a emitir juicios por televisión, van expertos en mentes criminales y entran en cárceles para hablar con asesinos.
¿Por qué?
—Porque Estados Unidos ha sido un país que nunca ha ocultado la maldad que hay en su país. Nunca ha ocultado a los asesinos. Tiene, de hecho, la mayor base de datos del mundo de asesinos en serie.
El género del true crime triunfa más que nunca. ¿Tanta maldad queremos ver?
—El true crime se ha convertido en negocio porque la gente quiere saber. Quiere saber cómo esos padres fueron capaces de drogar y asesinar a su hija pequeña; cómo fue capaz Daniel Sancho de descuartizar a un hombre. Y lo bueno que tiene es que nos da una respuesta holística del crimen, nos explica qué ha pasado, cómo se selecciona la víctima, cuál ha sido la motivación, cómo se investigó el caso, qué ocurrió en el juicio y finalmente, cuál fue la respuesta punitiva.
¿Por qué un suceso como el protagonizado en Tailandia por Daniel Sancho puede estar acaparando un año de titulares?
—Si esto lo hace fulanito de tal dirán que un súbdito español ha matado y ha descuartizado a alguien en Tailandia pero nos encontramos con que es el nieto de..., el hijo de... y eso lo cambia todo. Tiene el componente del famoseo de ser celebritie. Si no, no se hubieran metido en el caso abogados como los que se han metido.
La que se va a montar cuando el 29 de agosto se difunda la sentencia.
—Preparémonos porque a partir del 29 de agosto en televisión, en los platós, en la prensa digital, no se hablará de otra cosa que de la sentencia de Daniel Sancho sea cual sea. Yo, desde luego, no la veo muy favorable.
La violencia de género tiene un componente de maldad distinto.
—Los asesinos de sus parejas se creen que tienen el poder sobre las mujeres, que ellos mandan y ellas obedecen. Es decir, estamos en un perfil de hombres que han sido educados dentro del patriarcado. Por eso es tan importante cuando la mujer denuncia, que luego el hombre pueda llevar a cabo una serie de tratamientos, y de cursos para que vean a la mujer como una compañera de vida, no como alguien a quien humillar, agredir, golpear o matar.
¿Por qué en verano se acentúan estos crímenes?
—Las altas temperaturas parece que influyen. Con noches de calor tórrido, después de estar varios días sin dormir... llegan tus hijos y tu mujer a tocarte las narices, van a casa, y no tienen cerveza fría en la nevera o la cena hecha...
Eso explica el mal carácter, no un asesinato.
—En verano aumentan las agresiones hacia mujeres en violencia de género por el periodo estival. La pareja está junta mucho más tiempo. Muchas veces no pueden irse a un lugar a pasar las vacaciones, están encerrados en sus casas. Cualquier discusión provoca que él reaccione violentamente. Evidentemente estamos hablando ya de situaciones donde ha habido algún tipo de proceso previo, es decir, un hombre no se levanta una mañana y por qué sí mata a su esposa o a su pareja.
¿Hay rasgos psicópatas en alguien que mata a sus hijos?
—Es que no todos los asesinos ni los maltratadores, ni los violadores son psicópatas. La psicopatía es un trastorno antisocial de la personalidad que les hace ser especialmente crueles, especialmente violentos y que provoca que sean personas a las que su entorno no importa en absoluto. Utilizan a los demás, son parásitos, no tienen empatía, pero son muy pocos los maltratadores con rasgos de psicopatía, lo que tienen es un patrón erróneo de conducta aprendido.
Parece que solo los hombres son capaces de hacer daño a sus hijos sin embargo hay mujeres que también lo hacen.
—En las madres que terminan asesinando a sus hijos tenemos dos tipos de motivaciones. Las motivaciones subjetivas como puede ser el síndrome de Medea porque mi marido me ha pedido el divorcio o es infiel, y decido quitarle lo que más ama, sus hijos. Y puede haber detrás una patología mental como una depresión posparto o alucinaciones como las que sufría Andrea Yates que creía que sus cinco hijos estaban siendo poseídos por el demonio y finalmente los ahoga en la bañera. Luego tenemos a mujeres normalmente muy jóvenes en riesgo de exclusión social y que asesinan o abandonan a sus bebés.