La entrada al terreno de juego tras el descanso de Gurpreet, un jugador del Arratia C que portaba un patka –una especie de turbante que utilizan los menores que profesan el sijismo–, fue el detonante de todo lo que vino después. Los hechos tuvieron lugar el pasado 21 de enero, durante un partido de cadetes en el campo del Padura, en Arrigorriaga.
El árbitro consideró que, según su interpretación, el menor llevaba un gorro –lo cual, expuso, está prohibido en el reglamento– e instó al jugador a quitárselo si quería seguir en el campo. A pesar de los argumentos esgrimidos por el resto del equipo, ante la negativa del colegiado a cambiar de criterio, los jugadores del Arratia decidieron abandonar el césped como muestra de solidaridad con su compañero. Como consecuencia, la Federación Vizcaína de Fútbol les ha sancionado con una multa de 300 euros y el descuento de tres puntos.
“Lleva cuatro años entrenando y jugando con ello y nadie le ha dicho nunca nada. Hay chicas musulmanas que juegan con velo y no pasa nada. No lo entiendo”, declara Pedro Ormazabal, presidente del CD Arratia, visiblemente dolido por lo ocurrido. “El árbitro se ha basado en una interpretación propia para tomar la decisión”, considera el responsable del club, quien alega que Gurpreet, “nunca ha tenido ningún problema, porque no es algo con lo que pueda molestar a nadie cuando se choca, es como un trapo que lleva en la cabeza”.
Lo que en realidad porta el jugador del Arratia es un patka, una pieza de tela sobre su pelo atado que llevan los menores de la religión sij, originaria del Punyab indio. “El resto de sus compañeros entienden que para él es importante y lo respetan”, afirma Ormazabal sobre estos futbolistas de entre 14 y 15 años.
A juicio de Iñaki Gómez Mardones, presidente de la Federación Vizcaína de Fútbol (FVF), el hecho de que hasta ahora el jugador no haya tenido ningún impedimento en jugar con el patka se debe a que en la temporada anterior jugaba en la categoría escolar y, ahora, está federado. “En deporte escolar se juega con gafas, pero cuando estás federado, se dan otras circunstancias”, argumenta Gómez Mardones, quien, además, menciona otra eventualidad para justificar lo ocurrido en el campo del Padura.
“Hay árbitros que en algunas circunstancias pitan penalti y, otros, no. Cada partido es un mundo, es con un árbitro diferente. Sabiendo esa situación, también podrían habernos puesto en antecedentes y consultarnos”, alega. En cualquier caso, no ha sido hasta la jornada número quince de la presente temporada, en la que el menor ha jugado federado, cuando se ha topado con un juez que ha vetado el distintivo religioso que lleva.
“Él viene aquí y se adapta, ¿y nosotros no somos capaces de permitir que juegue con un patka?”, se pregunta Ormazabal sobre Gurpreet, que habla en euskera como cualquier otro de sus compañeros. “El árbitro le vio calentar; pero hasta el segundo tiempo, porque no jugó como titular, no se percató o no dijo nada”, apostilla. En el minuto dos del segundo tiempo, el colegiado paró el partido y, supuestamente, se acogió a la normativa de la International Football Association Board en la que, según él, “se prohíbe el uso de gorros en el campo”.
No obstante, esa misma institución permitió a nivel internacional el uso de velos y turbantes en 2014. El presidente del Arratia revela que “todos estaban a favor de que el chaval siguiera el partido: el equipo contrario y el público también”.
De hecho, señala que el lunes siguiente pusieron una reclamación conjunta con el Padura en la FVF para explicar el motivo por el que abandonaron el terreno de juego. “La Federación nos ha sancionado por habernos marchado, pero espero que metan al árbitro en vereda, porque ¿no va a tener ninguna consecuencia?”, reivindica Ormazabal.
Abandono del terreno de juego
“Lo que tenía que haber hecho el club es seguir jugando sin ese jugador y, al día siguiente, ponerlo en conocimiento de la Federación y del Colegio de Árbitros. Pero si abandonan el terreno de juego, ¿qué quieren que hagamos?”, expone el presidente del FVF, ciñéndose al artículo 50.1 de su reglamento, tras asegurar que si el equipo no se hubiera retirado, habría habido otras soluciones.
“Les dije que mandaran una foto al comité de competición para que vieran que no se trataba de un gorro”, añade. En ese punto, Ormazabal coincide al considerar que dejar el campo fue un error por parte del Arratia, aunque defiende que “fue una muestra de solidaridad que tuvieron los chavales, ante la presión de los padres de los dos equipos, que decían que se iban”.
En palabras de Iñaki Gómez Mardones, si se hubiera estudiado previamente, “a lo mejor lo único que hubiera pasado es que el jugador no habría jugado ese partido”. Por ello, considera excesiva la repercusión que pueda llegar a tener lo ocurrido. “Que se tilde de racista la decisión del árbitro me parece muy fuerte. Me sabe mal por los problemas que tenemos para captar árbitros. Es el colectivo más insultado del fútbol”, se lamenta, mientras las preocupaciones de Ormazabal van por otros derroteros. Después de que la jornada anterior haya sido de descanso, este fin de semana tendrán su próximo partido: “No sabemos qué va a ocurrir”.