Tal y como avanzó Jokin Aperribay durante la Junta de Accionistas del pasado 10 de diciembre en el Kursaal, "el fútbol europeo vive un momento curioso". El presidente de la Real Sociedad dejó claro en el Kursaal que se están produciendo movimientos en el continente para modificar el formato actual de las competiciones internacionales. Y las palabras del mandatario txuri-urdin han adquirido este martes todo el sentido del mundo, al publicar A22 (grupo empresarial rector del proyecto de Superliga) las condiciones de la propuesta que ha remitido a la UEFA.
En su comunicado, A22 indica que ha enviado al máximo organismo futbolístico europeo una solicitud de reconocimiento de las competiciones que propone crear. El documento recuerda a su vez a la UEFA que existe una sentencia judicial que califica de "monopolio" la exclusividad que actualmente tiene (la propia UEFA) a la hora de promover torneos en el continente. En lo meramente deportivo, mientras, el contenido técnico de la propuesta significa lo que vulgarmente se conoce como una recogida de cable, para así tener más opciones de recibir luz verde. ¿Por qué?
La iniciativa original
Cabe recordar que la Superliga fue anunciada por primera vez en 2021 por doce clubes fundadores, los cuales adelantaban la invitación futura "a tres equipos más" para comenzar a disputar la competición de forma cerrada. Ahora, mientras, A22 recula y modifica radicalmente su propuesta para adecuarse a los principios de "clasificación basada en méritos deportivos". La solicitud enviada a UEFA implica la creación de una red de cuatro torneos europeos (por los tres actuales) que disputarían 16, 16, 32 y 32 escuadras respectivamente, las cuales accederían a dichos torneos según sus actuaciones previas en las ligas nacionales.
Una de las grandes novedades de la nueva propuesta, en clave Real Sociedad, reside en el número de billetes que cada una de esas ligas nacionales repartiría entre sus equipos. El documento oficial de A22 habla de una distribución de pasaportes en función del ranking de cada país. Y, en este sentido, la Liga española apunta claramente a salir ganando, pues se trata de un campeonato tradicionalmente abonado a las cuatro primeras plazas del ranking por una mera cuestión de nivel. El caso es que ocupar los dos primeros puestos de dicho ranking implicaría contar con diez billetes europeos para repartir entre los clubes de la liga en cuestión. La tercera y la cuarta plaza, mientras, supondrían tener nueve billetes. La quinta, ocho. Y sólo la sexta significaría para la propia Liga española repetir los siete cupos de los que ya dispone ahora.
Europa recurrente
En la citada alocución de Jokin Aperribay en el Kursaal, el presidente txuri-urdin subrayó la importancia de alcanzar "preparados" el momento del cambio, y de momento todo apunta a que así sería, pues la Real viene siendo una fija entre los seis primeros de la Liga y, con el nuevo formato de competiciones, se clasificaría para Europa con mayor margen aún. A partir de ahí, eso sí, tocaría contar con plantilla y músculo financiero para compaginar torneos, ya que los continentales pasarían a contar con más encuentros si cabe.
Independientemente de en cuál de las cuatro divisiones europeas compitiera, el cuadro blanquiazul disputaría entre septiembre y abril una liguilla de ocho equipos, con catorce jornadas (primera y segunda vuelta). En la primera y la segunda división continental tendría que finalizar entre los cuatro primeros para acceder a cuartos de final. En la tercera y la cuarta categoría, mientras, necesitaría terminar entre los dos primeros para alcanzar el mismo objetivo, al haber cuatro grupos y no sólo dos.
Todo lo expuesto, en cualquier caso, debe tratarse en condicional. De momento la Superliga sólo lanza su propuesta, sin fecha concreta para arrancar. Además, en el caso de que a UEFA no le quedara más remedio que aceptar, tampoco puede descartarse que la misma UEFA siguiera organizando sus propias competiciones de forma paralela. No resulta descabellado pensar así en un escenario próximo según el cual, tal y como sucediera en su día con el baloncesto, los clubes jugaran en distintos ecosistemas continentales en función de si están convenidos con la UEFA o con A22. Mirando al largo plazo, mientras, todo apunta a que ambas partes están condenadas a entenderse, y a hacer confluir sus respectivas ideas en una única pirámide competitiva a nivel europeo.