La autora Paloma Sánchez-Garnica se hizo con el Premio Planeta 2024 gracias a su novela Victoria. Reflexionando sobre la creación de una protagonista que rompe los esquemas, la escritora nos sumerge en un viaje en el que las decisiones definen nuestro destino y el poder de la música se alza como un símbolo de esperanza en los tiempos más oscuros.
Su nueva novela, Victoria, transcurre en un Berlín devastado tras la Segunda Guerra Mundial y sus personajes luchan por sobrevivir en medio de la miseria y la persecución de la Guerra Fría. ¿Qué le atrajo de este periodo tan convulso para situar la historia?
Es un periodo convulso poco conocido, porque es cuando se fragua la Guerra Fría antes del muro físico. Sobre todo cuando se cierra la frontera en 1961 en Alemania, pues me interesaba saber cómo se desarrollaba la población civil que sobrevive. Cómo se movían los berlineses en un Berlín dividido, pero todavía sin Muro. Me interesaba cómo es la capacidad de resistencia que tiene el ser humano para salir adelante en unas circunstancias muy complicadas.
La protagonista, Victoria Kessler, es una mujer con una mente prodigiosa y un gran espíritu de supervivencia. ¿Cómo fue el proceso de crear un personaje tan complejo que navega entre su entorno personal y las tensiones de la época?
Cuando empecé a tirar de documentación, tuve la suerte de que cayera en mis manos la biografía de la vida de Hedy Lamarr. A esta actriz la llamaban el animal más bello del mundo, porque era un espectáculo de mujer. Hizo el primer desnudo integral de una mujer en el cine, fingió un orgasmo por primera vez en el cine... Esto supuso un escándalo. La casaron con un hombre mucho mayor que ella, muy poderoso y que tenía una empresa de armas, por lo que tenía conexiones con Hitler y Mussolini. Era un celoso empedernido que no la dejaba ni a sol ni a sombra. Además de guapa, ella era una mujer muy inteligente y consiguió escapar a Estados Unidos. Durante la guerra, conoció a un músico y se convirtió en la precursora de un proyecto que acabaría siendo el wifi. Fue algo muy importante a lo que no se le hizo caso porque era una mujer, hasta que llegó la Guerra de los misiles de Cuba, cuando se empezó a utilizar, y se dieron cuenta de que era algo muy interesante. Le robaron la idea y no se lo reconocieron hasta mucho tiempo después. Esto me inspiró para hacer de Victoria una mujer guapa e inteligente, a la que le apasiona la física y que desarrolla un lenguaje cifrado con el que puede cambiar el concepto de las comunicaciones.
¿Podrían el papel de la justicia y el del amor considerarse los motores de la historia? Además de elementos transformadores para los personajes...
Por supuesto, es lo que dignifica al ser humano, el amor y la búsqueda de la justicia y la verdad. Pero, a veces es complicado, porque buscar la justicia puede provocar daños y consecuencias. Está la opción de la amargura del silencio sin justicia. Hay que estar en el momento adecuado para elegir entre lo que te clama, pide y suplica el corazón, y lo que te dicta el sentido común.
Hablando de decisiones, ¿hasta qué punto considera que, ya sean forzadas o libres, afectan a nuestro destino?
Afectan mucho. Sobre todo por lo que hemos hablado. Guardar silencio también es una elección. Eso de que hay que decir siempre la verdad... A veces, la verdad es mejor callarla porque puedes hacer mucho más daño diciéndola. Es un ejemplo de decisión que tenemos que tomar, a veces con más presión y otras con menos.
En el libro encontramos algunas dinámicas familiares algo complicadas. ¿Por qué le parece importante explorar estas rivalidades en un contexto ya de por sí hostil?
Porque los seres humanos nos complicamos la vida en momentos hostiles y de tranquilidad. Sobre todo le complicamos la vida a la gente que nos quiere. El resentimiento, el rencor y la frustración son muy normales en las relaciones, aún más si son familiares. Es una de las contradicciones y de los claroscuros que tenemos siempre, da igual que sea en la Guerra Fría o en los años 90.
El papel de la música es clave en la historia. ¿Le parece un símbolo de esperanza o más bien una herramienta de resistencia en tiempos oscuros?
Siempre he pensado que la música abre el corazón y cierra las heridas. Es una frase que aparece en Últimos días en Berlín y me parece muy significativa. Es un arte que no necesita más que escuchar y dejarse llevar. Yo escribo con música, siempre elijo una banda sonora para cada proceso creativo. En este caso, es la banda sonora de la película Buenas noches, y buena suerte. Al final es la banda sonora de nuestra vida, la que cuando escuchas cierta música que te gusta te lleva a un recuerdo determinado de tu vida, de tu pasado. Es un arte que es tan fácil de asimilar y que es tan beneficioso para la salud, que yo creo que sí es un símbolo de esperanza.