El soberanismo catalán ha celebrado este domingo el sexto aniversario del referéndum de independencia reivindicando la plena vigencia de esa experiencia ahora que está en boca de todos en plena negociación de la investidura de Pedro Sánchez, pero han apuntado al mismo tiempo a una especie de actualización de la receta para conseguir que esta vez el balón entre en la portería. El entonces president de la Generalitat y referente de Junts, Carles Puigdemont, ha intervenido por vía telemática desde Waterloo en el acto del Consell de la República en Barcelona con una apuesta por “hacer el posible una confluencia de voluntades por la independencia”, para que el 1-O sea el nervio político necesario para construir nación, salvar la lengua catalana y lograr el “reconocimiento internacional”. El president Pere Aragonès, de ERC, por su parte, pronunció una declaración institucional por la mañana, en la que demandó un referéndum que esta vez sea “respetado” y cuyo resultado sea “implementado”, y apostó por sumar esfuerzos con Junts.
El 1 de octubre de 2017, Catalunya burló la vigilancia de la Policía española, que buscó las urnas por tierra, mar y aire y aun así no pudo evitar que se produjera la votación no autorizada por el Estado. Fue una jornada marcada por las cargas policiales, y el resultado no fue reconocido internacionalmente, aunque la victoria moral se la llevaron los votantes en las portadas mundiales que reflejaron la violencia empleada contra las personas que acudían a participar en la consulta. En cualquier caso, la participación del 43,03%, aun siendo muy elevada teniendo en cuenta las circunstancias adversas y que se luchaba contra el aparato de todo un Estado, no ayudó a que se produjera la mediación europea que tanto esperaba el independentismo. Esa posible mediación fue combatida por la diplomacia española entre bambalinas. Después llegarían la declaración unilateral de independencia (aunque solo estuvo en vigor unos segundos), y la suspensión del autogobierno por parte del Estado, la cárcel y el exilio.
En un contexto marcado por la necesidad de respaldos de Pedro Sánchez para repetir como presidente español, Junts y ERC han planteado la amnistía de aquellos hechos, pero han avisado de que no basta y de que su aspiración de fondo es poder votar la independencia. En un contexto festivo, Puigdemont ha pronunciado este domingo un discurso más en clave interna para el soberanismo desde su autoridad y su aura como el president que impulsó el 1-O, pero no ha vuelto a interpelar a Sánchez ni a concretar más sus condiciones.
"Hay un retorno al 1-O"
En el acto en Plaza Catalunya, reivindicó el 1-O como “un colosal ejemplo de resiliencia y resistencia”, y apostó por afrontar los “trabajos que nos quedan pendientes, sin perder el aliento ni perder nuestros puntos cardinales, ni tampoco malvenderlos buscando salidas personales”. Rechazó la paz autonómica y consideró que ahora se va por el buen camino. “Es cierto que durante muchos años ha habido una estrategia que ha intentado arrinconar el Consell de la República con el fin de arrinconar el 1-O, sobre todo por parte de los que lo interpretaron más como una derrota que una victoria. Pero hoy vemos cómo hay un retorno al 1-O, un retorno que quiero saludar con satisfacción y con esperanza”, añadió, para apostar por explorar la independencia sin ignorar los límites y sin ignorar la autocrítica. “La fórmula existe, y solo nos tenemos que decidir a aplicarla. Lo tenemos en nuestras manos. Tenemos que hacer el posible una confluencia de voluntades por la independencia” y no dispersarlas, dijo, con el objetivo de que el 1-O sea el nervio necesario para construir nación, salvar la lengua y lograr el reconocimiento internacional.
En ese mismo acto había tomado la palabra previamente la presidenta de la ANC, Dolors Feliu, quien volvió a pronunciar un discurso muy duro con la estrategia de los partidos y rechazó la amnistía, porque distraería del único objetivo que debería perseguirse: la independencia. La anécdota llegó al comienzo del acto, cuando el público comenzó a silbar y a gritar por la presencia de una senyera en el escenario, la bandera oficial autonómica, que finalmente fue sustituida por una estelada independentista por el presentador, el humorista Joel Joan.
"Firmeza" de Aragonès
Aragonès, en un acto institucional por la mañana, había dicho que “el conflicto con el Estado solo puede resolverse votando en las urnas”, y que debe conseguirse con “firmeza en todos los ámbitos, también en la negociación”. Con “firmeza, la fuerza de la ciudadanía y también la recibida en las urnas”, la vía estaría abierta en la negociación con el Estado. Apostó por “sumar, hablar y escuchar para darnos cuenta de que no estamos tan lejos los unos de los otros”. “Hay que sumar y volver a construir”, dijo, para alegrarse de la declaración conjunta de Junts y ERC en el Parlament.