Carles Puigdemont está en Waterloo. El expresident catalán ha disipado todas las dudas de los que pensaban que todavía se encontraba en la ciudad condal tras su breve discurso ante sus acólitos en las inmediaciones del Parlament y posterior espantada, dejando en ridículo al dispositivo que habían activado los Mossos d’Esquadra para detenerle.
“Hoy estoy en Waterloo después de unos días extremadamente difíciles”, señaló Puigdemont en un mensaje colgado en su perfil de la red social X, en el que carga duramente contra la policía autonómica y el conseller de Interior en funciones, Joan Ignasi Elena, por intentar llevarle ante la Justicia de la que volvió a escapar.
Puigdemont remarca que “nunca” tuvo voluntad de entregarse voluntariamente ni de facilitar su detención “porque me parece inaceptable que se me esté persiguiendo por razones políticas”.
"Ola represora"
A su juicio, a los Mossos “no se les debe pedir lealtades a ideas y narrativas políticas” ya que, dice, esto “lo hacen los españoles con su Policía y la Guardia Civil”. Y aunque se muestra “orgulloso” del cuerpo policial cuando él estaba al frente de la Generalitat y tuvo que gestionar los dolorosos atentados terroristas de Barcelona, ahora denuncia la “degradación” a la que ha sido “arrastrado” y apunta directamente a Elena y al comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent.
Considera el líder de Junts que han emprendido una “caza de brujas” y una “ola represora” contra él y su entorno “digna de Marlaska o de Zoido (exministro del Interior)”.
Aprovecha además para desmentir que se disfrazará con un sombrero de paja, que huyera en un maletero o que hubiera residido en Hamburgo( “cosas que se inventan en los atestados policiales y tienen siempre lo de la ‘presunción de veracidad’”).
La llamada Operación Jaula para detenerle fue “delirante” y afirma que se la podían haber ahorrado “si el conseller Elena y el departamento de Interior hubieran cumplido con la ley y me hubieran dado el escolta que me corresponde”.