Carles Puigdemont será entronizado hoy como presidente de Junts recogiendo el testigo de Laura Borràs. Lo hará desde el exilio, sin que se le haya aplicado la ley de amnistía aprobada, y con intención de guiar al partido a una nueva etapa en la que resultará clave en el devenir de la política en el Estado español, con idea de negociar de tú a tú con Pedro Sánchez –si no se precipitan los acontecimientos en Moncloa dada la convulsión en la coalición–, y de confrontar en Catalunya con Salvador Illa desde una posición de liderazgo dentro del mundo soberanista ante la crisis cruenta en Esquerra, cuyo cónclave será mucho más encendido. El congreso de JxCat se cerrará con un todos a una con el expresident de la Generalitat, que se rodeará de su núcleo más duro: Jordi Turull seguirá como secretario general mientras que en las cuatro vicepresidencias solo permanecerá en el cargo Josep Rius, ocupando el resto de asientos Antoni Castellà, Míriam Nogueras –portavoz en el Congreso en un momento determinante– y Mònicas Sales.
La intención es abrir la formación a más sensibilidades y comenzar a reconstruir la unidad independentista, amén de emprender una renovación generacional. Un planteamiento que se explica con la designación de Judith Toronjo, exlíder de la Joventut Nacionalista de Catalunya (JNC), como secretaria de organización. La relación de nombres se completa con 25 vocales más, entre los que estarán Albert Batet, presidente del grupo parlamentario; David Saldoni, mano derecha de Turull en política municipal; los exconsellers Jaume Giró y Victòria Alsina; o los otros dos cabezas de lista provinciales, Salvador Vergés y Jeannie Abella. Borràs pasará a encabezar la fundación FunDem, el think tank de Demòcrates, que pasa a ser el órgano de pensamiento de Junts tras el acuerdo de confluencia entre ambas formaciones.
Las bases tumbaron el grueso de enmiendas críticas a la ponencia de organización, por lo que la nueva cúpula se elegirá por listas cerradas y bloqueadas, como pretendía la dirección. El presidente de la mesa de la cumbre que se celebra en Calella, Josep-Lluís Cleries , reivindicó la “normalidad” que está existiendo en la villa del Maresme: “Somos un partido aseado y hemos venido aquí a llegar a acuerdos”.