Toda racha tiene un fin, pero ser consciente de que este tarde o temprano llegará no hace que dicho momento sea menos duro. Ayer, frente al Celta en Mendizorroza, el Deportivo Alavés vio cómo esa imbatibilidad que había predominado en sus últimos cinco partidos terminaba de forma brusca, porque, tras el inesperado empate conseguido en el Sánchez Pizjuán, la visita de los celestes se suponía como una oportunidad para dar un paso al frente y no, como terminó sucediendo, para temer de nuevo el acecho del descenso.
Más aún, teniendo en cuenta cómo se desarrolló el encuentro, pues los albiazules, sobre todo en la primera mitad, mostraron un dominio del balón en fase ofensiva hasta ahora inédito. En este sentido, los pupilos de Javi Calleja saltaron al césped del Paseo de Cervantes con una idea muy clara de qué hacer para dañar la zaga viguesa y el plan se desarrolló con éxito a través de multitud de acciones rápidas pero bien hilvanadas que, pese a las condiciones meteorológicas adversas, levantaron a los aficionados de sus asientos.
Por desgracia, no fue el día más efectivo de los babazorros y se pagaron sobremanera los errores de cara a puerta de Pere Pons, Duarte, Edgar, Loum y Guidetti, quienes tuvieron en sus botas opciones muy claras de empatar e incluso adelantar al conjunto vitoriano en el marcador.
Ocasiones, además, que no llegaron solo a través de la estrategia –como en otros partidos–, lo que habla muy bien de la mejoría que está teniendo el equipo en su sala de máquinas. Algo, eso sí, que ya había comentado el técnico madrileño en las últimas semanas y que, seguramente, llevó al propio Calleja a valorar este encuentro como el mejor del curso.