El presidente ruso, Vladímir Putin, y el mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, son las dos caras de la misma moneda. Son dos líderes absolutamente opuestos, pero comparten destino. Del desenlace de la contienda depende su futuro y el de sus países, Rusia y Ucrania.
El jefe del Kremlin se juega su legado con una campaña militar que inició el 24 de febrero de 2022 y que se torció hace ya muchos meses, mientras el presidente ucraniano, el actor convertido en líder de Ucrania con su uniforme militar, intenta salvar a su país por todos los medios pese al alto coste en vidas humanas.
Hace nueve años Vladímir Putin (San Petersburgo, 1952) devolvió el orgullo a los rusos con la anexión ilegal de la península ucraniana de Crimea, un acontecimiento que desató un júbilo sin precedentes desde la caída de la Unión Soviética. No obstante, hace un año declaró la guerra a Occidente.
Algunos expertos consideran que los delirios de grandeza del presidente ruso le han cegado el juicio. El control del mar Negro ha sido vital para el Kremlin desde el advenimiento del Imperio Ruso en el siglo XVIII. La incorporación de Crimea en el año 2014 garantizaba la hegemonía rusa en la región, pero Putin quería más.
Hay analistas que van más allá y consideran que el líder ruso hizo lo mismo que otros dictadores como Stalin o Mao cuando el sistema dejaba de funcionar. Crear un enemigo exterior para frenar la degradación del modelo y el descontento social.
Una guerra de supervivencia
Pocos recuerdan que Volodímir Zelenski (Krivói Rog, 1978) llegó al poder en 2019 con una rama de olivo y con promesas de que no intentaría reconquistar el Donbás por la fuerza, pero las circunstancias le obligaron a colgar el traje y ponerse una camiseta caqui.
Llegó al poder para acabar con la guerra y con la oligarquía corrupta que exprimía a su país y ha tenido que asumir el papel de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas contra el segundo ejército del mundo.
Casi todos los dirigentes mundiales daban por hecho una rápida derrota ucraniana, pero, contra todo pronóstico, Zelenski y Ucrania resistieron.
De la noche a la mañana, Zelenski se ha convertido en un símbolo de la defensa de la democracia en el mundo. Este papel, que pareció venirle grande al actor de profesión, le viene ahora como anillo al dedo.
El legado del Kremlin
Putin ha comparado la Operación militar especial con la Gran Guerra Patria contra la Alemania nazi. No obstante, ha fracasado a la hora de convencer a los rusos de que ésta es una guerra de liberación nacional.
Como en el caso de Stalin, el fin justifica los medios. Según diversas fuentes, decenas de miles de rusos han muerto en Ucrania, pero Putin aún se ha atrevido a utilizar todo el potencial militar de su país en aras de una aventura que él considera “noble”.
El riesgo limitado de una victoria sobre Kiev en cuestión de días era asumible, pero una campaña que se prolonga ya durante doce meses obliga a Putin a adoptar medidas de mucho mayor calado para el futuro de su país. Al fin y al cabo, se juega su legado de salvador de la patria.
Aunque la élite política y económica rusa no cree rentable pagar un precio tal alto, la derrota no entra en los planes de Putin.
A Zelenski le costó que lo tomaran en serio en Occidente, pero lo ha logrado. Se ha convertido en la vanguardia de la resistencia contra la tiranía al llevar su lucha a todos los rincones del mundo.
Putin nunca lo vio como un interlocutor, ya que lo consideraba un dirigente débil. Apostó por que capitularía en los primeros compases, pero ha tenido que tragarse sus palabras. Zelenski es dirigente de un país agredido, pero se dirige todos los días a sus ciudadanos y no deja de recibir visitas internacionales, incluida la del presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Mientras Putin es el que parece vivir aislado en su búnker y solo recibe la visita de su único aliado de verdad, el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko.
En el último año el líder ucraniano ha roto muchos tabús. Tras seis meses de guerra, Estados Unidos aceptó suministrarle armamento pesado, lo que permitió a Kiev recuperar terreno en el este. Ahora, Zelenski ha arrancado de Occidente el envío de tanques, cruciales para frenar la próxima ofensiva rusa, y ha acercado a su país a Unión Europea y la OTAN, algo impensable hace poco más de 365 días.