¿Qué es el jockey en el ámbito del turf?

Actualizado hace 4 horas

Al igual que en el fútbol o en baloncesto, en otras competiciones menos conocidas también existen grandes ejemplos de deportistas que se preparan físicamente con le objetivo de obtener los máximos triunfos posibles. En ciertas ocasiones es indispensable contar con el mejor equipamiento también. Un buen ejemplo de ello es la Fórmula 1, en la cual la escudería y el coche juegan un papel crucial en los resultados del piloto.

Otro buen ejemplo de ello es el denominado como turf. Este deporte, conocido como carreras de caballos, se necesitan dos ingredientes que son cruciales para obtener los mejores resultados: un caballo y un jinete. Este último recibe el nombre de jockey dentro de este ámbito, tal como lo ha contado en la entrevista realizada por Imanol Arruti a Jose Lopera.

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Imanol Arruti | OV

Hoy viajamos hasta Suecia y su gélido invierno con el lasartearra Jose Lopera

Jockey al detalle

Pero aunque al jinete se le conozca con el nombre de jockey, este es mucho más que eso ya que debe contar con ciertas habilidades físicas y mentales. Para montar a caballo y triunfar en el turf es necesario un dominio absoluto del equilibrio, fuerza y reflejos.

En términos del físico, estos jockeys deben mantener un peso corporal muy bajo, concretamente entre los 50 y 55 kilogramos. Como señala Lopera en la entrevista con Arruti, el jockey pesaba alrededor de 52 kilogramos en época de competición. Seguir una dieta estricta y realizar gran cantidad de ejercicio para mantener un nivel de peso reducido hace que sea más fácil para el caballo obtener su máxima velocidad. Además es un requisito reglamentario en las competiciones.

Conexión con el caballo

El vínculo entre el jockey y el caballo es un aspecto fundamental del éxito en el turf. Al tratarse de un animal y no un objeto, cada caballo cuenta con sus fortalezas y debilidades específicas, y el jockey debe conocerlas a fondo para sacar lo mejor de él durante la carrera. Para ello es indispensable generar una conexión entre ambos a través de años de competición.

Imagen de archivo de un caballo.

Un jockey experimentado sabe cómo interpretar las señales que el caballo envía durante la carrera: si está en su mejor ritmo, si necesita ser contenido o si requiere un impulso extra en los momentos decisivos. Esta simbiosis entre jinete y animal es lo que permite a los mejores jockeys destacar y convertirse en leyendas del turf.

El rol en la carrera

Las carreras de caballos no son simplemente una prueba de velocidad. Además de ello, al estrategia juega un papel crucial ya que el jockey debe tomar decisiones críticas en fracciones de segundo. Desde el momento en que se abren las puertas del partidor, el jockey analiza la posición de los rivales, las condiciones de la pista y el comportamiento de su propio caballo.

En cuanto al inicio de la carrera, algunos caballos necesitan ser impulsados rápidamente para alcanzar la delantera, mientras que otros rinden mejor al mantenerse detrás y reservar energías para el tramo final. El jockey debe calcular el ritmo adecuado, asegurándose de no desgastar al caballo antes de tiempo.

En el tramo final, cuando los caballos están al límite de su resistencia, entra en juego la habilidad del jockey para motivar al animal y sacarle el máximo rendimiento. Aquí, el uso preciso de la fusta, la posición del cuerpo y las órdenes verbales o gestuales marcan la diferencia entre la victoria y el segundo lugar.

Desafíos

La vida de un jockey está llena de desafíos físicos y mentales. Las caídas son frecuentes en este deporte y pueden tener consecuencias graves, incluso fatales. Por ello, los jockeys deben ser mentalmente resilientes para volver a montar tras un accidente y enfrentar el riesgo en cada competencia.

Además, la presión por obtener resultados es constante. Muchos jockeys compiten en múltiples carreras al día, viajando entre hipódromos y sometiéndose a un ritmo de vida extenuante. A esto se suma la competencia interna: los jockeys luchan por ganarse la confianza de los entrenadores y propietarios, quienes tienen la última palabra sobre quién montará a sus preciados caballos.