Las dietas demasiado estrictas no suelen ser nunca recomendables. Este tipo de restricciones alimentarias, autoimpuestas o pautadas por terceras personas, consisten en ingerir solo determinados alimentos, en una cantidad concreta y a unas horas determinadas.
Aunque en un principio estas dietas provoquen una pérdida de peso, a largo plazo no funcionan, ya que al abandonarlas pueden causar un efecto rebote y se recuperarán con creces los kilos perdidos. Además, su impacto negativo va mucho más allá del mero aumento de peso, ya que pueden provocar graves efectos en la persona a nivel orgánico, mental y emocional.
Decidirse por seguir una dieta de este tipo suele tener consecuencias incluso antes de comenzarla. Se trata del síndrome de la última cena y no es otra cosa que la ansiedad que produce en la persona, durante la noche anterior o incluso durante todo el día previo a iniciar la dieta, pensar que no va a poder comer nunca más esos alimentos que más le gustan. Esto le llevará inevitablemente a darse un atracón como despedida de todo aquello a lo que va a tener que renunciar para siempre.
Esta última cena suele coincidir con el fin de un periodo vacacional lleno de excesos o de un tiempo en el que se ha descuidado especialmente la alimentación y lo más probable es que esa dieta nunca se inicie debido a la ansiedad que genera solo de pensarlo. Si llega a comenzarse, seguramente durará muy poco tiempo. De esta forma se creará un círculo vicioso que irá de la restricción a la culpa y por último al fracaso.
Consejos para una dieta saludable
Para que una dieta sea saludable y permita conseguir unos resultados buenos y duraderos a largo plazo, expertos de Sanitas ofrecen algunos consejos:
- Dietas personalizadas. Cada persona tiene unas características (sexo, edad, estado de salud, constitución, actividad diaria...) y adaptar la dieta a ellas evitará el abandono y hará más probable su éxito.
- Gastar más calorías. Además de cuidar la comida también deberás hacer ejercicio (caminar, correr, bailar...) para quemar más grasa de la que comes.
- Comer pocas grasas. Evitar alimentos fritos, procesados, con mantequilla o con margarina.
- Evitar el azúcar y los refrescos. Comprar productos bajos en azúcar y reducir la cantidad del que consumimos en casa.
- Comer alimentos frescos. La base de toda dieta saludable son los productos frescos (frutas y verduras) que te harán sentir saciado y te aportarán pocas calorías y muchas vitaminas.
- Mantener la hidratación. Aunque la cantidad media de agua que debemos ingerir al día se fija en unos 2 litros, sin embargo va a depender de factores como la edad, la actividad o la temperatura exterior. Beber agua antes de las comidas te ayudará a sentirte saciado, y mantenerte hidratado te ayudará a combatir el estreñimiento.
- El tamaño de las raciones. En el caso de la carne, la ración será del tamaño de la palma de la mano sin los dedos; de carbohidratos, un puñado, y de frutas y verduras, tres puñados.
- Planificar las comidas. Saber con antelación qué vas a comer evitará que tengas que improvisar y acabes comiendo cualquier cosa, casi con toda probabilidad alimentos poco saludables.
Ya ves que las dietas milagro no existen y si quieres bajar de peso debes hacerlo con salud y poniéndote en manos de expertos que te aconsejen cuáles son los alimentos y la práctica de ejercicio que más te convienen.