Todos aquellos que conviven con gatos lo temen. Y con razón. Los gatos, animales curiosos y valientes, no dudan en desafiar la leyes de la física y del equilibrio para satisfacer su curiosidad o saber qué hay más allá, para vigilar sin ser vistos. Pero un mal paso o un salto que falla puede suponerles lesiones graves o la vida.
Los veterinarios han bautizado este fenómeno como el síndrome del gato paracaidista o del gato volador. Lo aplican a aquellos felinos que han sufrido caídas desde más de 7 metros (dos pisos).
¿Pero no se supone que los gatos siempre caen de pie? Son lo suficientemente ágiles y flexibles como para girarse en el aire y caer de pie amortiguando el golpe, algo que les salva de muchas caídas. Ahora bien, pueden pasar dos cosas, que caiga de mucha altura y aunque le dé tiempo a girarse y caer de pie, la velocidad que alcanza en el momento del impacto contra el suelo es imposible de suavizar. Por otro lado, la distancia hasta el suelo ser tan corta que no tenga tiempo de posicionarse y golpearse el cuerpo de cualquier manera. En ambos casos sufrirá lesiones que puede ser muy graves.
En caso de una caída de este tipo, las lesiones más habituales son fracturas de los huesos de las patas, de la mandíbula, del paladar, asó como traumatismos en diversos órganos internos como puede ser rotura de vejiga (si la tiene llena en el momento de precipitarse al vacío), laceraciones en el bazo o o en el hígado; y también puede sufrir daños serios en los pulmones por perforaciones, contusiones o sufrir un hemotórax. Evidentemente la consecuencia más grave es la muerte.
No hay un perfil concreto de gato que pude sufrir este síndrome ya que las causas pueden muy variadas, desde un gato macho que sale con prisas porque ha detectado una hembra en celo a que simplemente se ha despertado de forma repentina mientras dormía en un alfeizar al sol pasando por una persecución de una mosca o un pájaro.
Para evitar esta situación se pueden tomar sencillas medidas, como abrir las ventanas y los balcones de habitaciones en las que no entre el animal y así ventilar la casa de forma rotatoria. Otra opción es poner una mosquitera o un cierre de red en el balcón o en su ventana preferida para que pueda asomarse sin peligro.
¿Qué hacer si ya se ha caído?
Lo normal es bajar corriendo al lugar donde se ha caído. Es importante coger el transportín que habitualmente se use para llevarlo al veterinario. Sean cuales sean las consecuencias de la caídas, lo primordial es llevarlo a una clínica veterinaria. Incluso cuando aparentemente no hay sufrido daños, pueden ser que tenga lesiones internas que, o bien no se manifiesten de inmediato o que por instinto intente disimular.
Lo primero que puede pasar es que no lo encuentres. Básicamente ocurre que ileso o herido, pero con el susto en el cuerpo y en un entorno desconocido lo primero que haga es esconderse. Si tras una primera inspección de los alrededores, debajo de coches, en rincones, cajas, arbustos… lo mejor es esperar a que anochezca, que la calle, desconocida para el gato, se haya tranquilizado, que el tráfico de vehículos y de transeúntes ha disminuido para volver intentarlo. Es fácil que el animal, si esta cerca, se haya tranquilizado algo y que pueda escuchar las llamadas y salir o maullar para que se le recoja.
En el tiempo de espera entre la primera búsqueda y la salida nocturna no hay que dejar pasar el tiempo y proceder a dar aviso sobre la pérdida y el suceso a clínicas veterinarias, refugios, asociaciones a la Policía Municipal. En este punto no está de más recordar la necesidad de que nuestras mascotas cuenten con el chip que los identifique.
En caso de encontrarlo en el lugar del impacto hay que actuar con mucho cuidado. Lo que hay que hacer es recogerlo con delicadeza pero de forma firme para introducirlo por la parte superior en el transportín, que debe ser rígido. No está de más llamar a tu veterinario para que te explique cómo hacerlo y no causarle más daños de los que pudiera tener.
Lo básico es introducir algo rígido y plano entre el gato el suelo para alzarlo moviéndolo lo menos posible. En caso de no disponer de algo así, se puede meter las manos con el dorso pegado al suelo y las palmas pegadas al cuerpo del gato, levantarlo lentamente y ponerlo en el transportín.
En cualquier caso, la mejor es tomar medidas para que no ocurra. Siempre hay que adaptar nuestro hogar para que sea un lugar seguro para nuestro compañero.