No es lo más habitual, pero es probable que a lo largo de la vida te hayas encontrado con alguna persona que sin motivo aparente haya dejado de hablarte y te haya castigado con su indiferencia. Pues bien, aunque en la actualidad este asunto está muy ligado a las redes sociales, es un viejo conocido en el terreno de la psicología y se conoce como la ley del hielo.
Puede producirse en el entorno familiar, en el trabajo, en la pareja, entre amigos... y en la mayoría de los casos acaba con la relación; lo malo no es entrar en conflicto con alguien, sino no saber gestionarlo. Casi siempre son problemas que se han enquistado tras un tiempo sin resolverse y la víctima de la ley del hielo en muchos casos ni si quiera sabe cuál es el detonante de dicha actitud, precisamente porque el otro nunca se lo ha expresado abiertamente.
Los expertos señalan que este tipo de comportamientos que tienen por objeto ignorar al otro es un acto consciente y deliberado de suspender la comunicación con la otra persona. Consideran que se trata de un tipo de violencia silenciosa (sin golpes ni gritos) y pasiva, un mecanismo disfrazado de abuso psicológico; el silencio se convierte en abuso cuando se pretende castigar, controlar o manipular a alguien.
Daños físicos y psicológicos
Este tipo de situaciones pueden dañar seriamente a la persona que las sufre, tanto a nivel físico como psicológico. Un estudio apunta a que una de las razones de estos efectos a nivel corporal se encuentra en el cerebro, concretamente en la corteza cingulada anterior, área que se encarga del dolor. Al percibir el desinterés o la indiferencia, el cuerpo experimenta una sensación similar al dolor físico.
Como consecuencia, a nivel psicológico, la persona que sufre la ley del hielo puede experimentar una tristeza que se convierta en depresión, baja autoestima, ira, miedo y culpa. También puede experimentar angustia al no saber qué ha hecho mal o por qué esa persona le trata de ese modo. El afectado puede sentir además frustración, desgaste y desmotivación, emociones que van a producir un daño irreparable en la relación.
A nivel físico, puede presentar dolores de cabeza, problemas digestivos, insomnio, fatiga, aumento de la presión arterial, diabetes e incluso enfermedades como el cáncer. El sistema inmunitario también se puede ver afectado.
A qué se debe este comportamiento
Quienes aplican esta técnica suelen ser personas que están viviendo una situación que les incomoda y, como no saben de qué forma actuar, deciden huir. Así, se descargan de su propio sentimiento de culpa y lo proyectan en otra persona.
Este ignorar a la otra persona se suele traducir en acciones como no responder a sus mensajes o hacerlo con monosílabos, no tener en cuenta sus peticiones o necesidades, fingir que no escucha, evitar el contacto visual o físico o mostrar desinterés en lo que hace o dice.
¿Y por qué una persona se comporta así? Pues bien, este comportamiento puede deberse a una serie de motivos como una confusión de los propios sentimientos, evitar conflictos, no asumir responsabilidades, falta de habilidades de comunicación o el deseo de hacer sentirse mal a la otra persona.
Cómo actuar ante la 'ley del hielo'
Para hacer frente a este tipo de situaciones, lo más recomendable es evitar reaccionar con ira o forzar a la persona que te ignora a que te hable; no muestres nunca que su comportamiento te afecta.
Si es posible, busca un momento para aclarar las cosas e intenta ver la situación desde el punto de vista de la otra persona. Procura mitigar las emociones negativas que te suscite ese comportamiento porque lo único que conseguirás es empeorar las cosas.
Fija unos límites personales en tus relaciones para evitar que te afecte la forma de actuar de otros y cuídate, siempre, dedicando tiempo para hacer las cosas que te relajan y te hacen sentirte bien.
En definitiva, los expertos señalan que nunca hay que tratar de resolver un conflicto a través de la ley del hielo. Lo más saludable es abordar los problemas y solucionarlos mediante el diálogo. El silencio lo único que va a hacer es aumentar la distancia entre las personas y causar un daño irreparable en quien lo sufre.