En un rincón de Teruel nacía el 8 de enero de 1979 David Civera, en un rincón tranquilito que parecía estar lejos de las luces de los grandes escenarios. Desde joven, mostró una pasión desbordante por la música, componiendo canciones en la iglesia de su ciudad natal y asistiendo a clases de piano y canto durante su adolescencia.
Un sueño que se cumplió
El gran salto llegó en el año 2001, cuando fue seleccionado para representar a España en el Festival de la canción de Eurovisión con el tema Dile que la quiero. Este certamen no solo le otorgó un meritorio 6º puesto, uno de los mejores resultados del país en el concurso, sino que también lo convirtió en una estrella nacional.
Tras este éxito, publicó su segundo álbum, llamado En cuerpo y alma, donde se encontraba su conocido tema, Que la detengan, que llegó a ser número 1 de Los 40 principales y se considera una de las mejores canciones del verano.
A partir de ese momento, su carrera continuó en ascenso, y cada nuevo sencillo que lanzaba se convertía en un éxito. Temas como Bye Bye y En cuerpo y alma se transformaron en himnos del verano, sonando en radios, discotecas y televisores de todo el país.
Su popularidad siguió creciendo, y se consolidó como uno de los artistas más exitosos y queridos de la música española. La constante presencia en los medios y la calidad de sus canciones lo posicionaban como una figura indispensable en el panorama musical del año 2000.
Del éxito al silencio
A pesar de que su carrera comenzó con un éxito arrollador, con el paso de los años, David Civera fue perdiendo presencia en el panorama musical. Aunque continuó publicando discos y realizando giras, el cambio en los gustos musicales y la llegada de nuevos artistas provocó que su música dejara de ocupar los primeros puestos en la listas de éxitos.
En 2002, tras el éxito de En cuerpo y alma, lanzó su tercer álbum, La chiqui Big Band, con el que consolidó su popularidad gracias a temas como Rosa y Espinas. Este álbum también logró alcanzar el numero uno en ventas, haciéndose con un disco de platino y un disco de oro. Sin embargo, los primero signos de declive comenzaron a aparecer con sus trabajos posteriores. Perdóname (2005) hizo que mantuviera su presencia en la industria, pero no llegó a alcanzar el mismo impacto que sus discos iniciales.
Con álbumes como Ni el primero ni el último (2006) y Para vivir contigo (2008), Civera buscó renovar su sonido, pero la llegada de nuevos artistas y los cambios en los gustos musicales hicieron que su presencia en las listas de éxitos comenzara a desvanecerse. Sus lanzamientos posteriores, como Podemos elegir (2009) y A ritmo de clásicos (2011), demostraron su evolución artística, pero ya no lograron el alcance de sus primeros años.
La televisión como ventana de conexión
Además de su faceta musical, David Civera ha sido un rostro habitual en la televisión, donde encontró una nueva forma de conectar con su público.
En 2006, participó en la segunda edición del popular programa de televisión ¡Mira quién baila!, enfrentándose a diferentes famosos en múltiples disciplinas de baile. Su participación fue un rotundo éxito, ya que logró alzarse con la victoria gracias al 61% de los votos del público. Durante la competición, no solo mostró su impresionante talento para el baile, sino que también cautivó a la audiencia con su carisma y capacidad para conectar con las cámaras.
A lo largo de los años ha sido invitado en programas de entretenimiento como Tu cara me suena o Pasapalabra, donde ha recordado sus éxitos musicales y compartido momentos memorables de su carrera. Estas apariciones han mantenido vivo el cariño de su audiencia, incluso en los años en los que su producción musical fue más discreta.
Un cambio de rumbo
En 2007, en pleno apogeo de su carrera, el cantante contrajo matrimonio con Ana María Benedí, su pareja de toda la vida. Y unos años después la llegada de sus hijos, Daniel en 2011 y Laura en 2013, marcó un punto de inflexión en su vida.
El nacimiento de sus hijos hizo que David tomara una decisión importante: alejarse de la vida pública y de los escenarios para centrase en su familia. Este cambio de rumbo se reflejó en su repentina desaparición de los medios, donde pasó un tiempo considerable fuera del foco mediático. Durante ese período, su vida personal pasó a ocupar el primer plano, lo que le permitió disfrutar de su familia y darles la atención que merecían.
La música sigue siendo su pasión
Hoy en día, tiene 45 años y vive una vida tranquila junto a su familia en su Teruel natal, alejado del bullicio de los focos y las giras interminables.
Aunque alejado de los escenarios principales, David Civera nunca ha abandonado la música. Durante estos años ha lanzado varios discos, pero siempre bajo sus propios términos, sin las presiones de la industria musical.
Su carrera ha tomado un giro más íntimo con conciertos en pequeños festivales, eventos privados y espectáculos locales. Además, David mantiene contacto con antiguos compañeros de la industria musical, participando ocasionalmente en homenajes o celebraciones especiales.
En 2023, sorprendió a sus seguidores con el lanzamiento de Vida, un single que refleja madurez artística. Además, ha confirmando una nueva gira en la que revivirá sus mayores éxitos en la que será una oportunidad para reencontrarse con el público que lo ha acompañado a los largo de su carrera.
Un legado permanente
David Civera representa en definitiva un tipo de artista poco común en el mundo del espectáculo: alguien que supo cuándo dar un paso atrás para priorizar su felicidad y la de su familia.
Su legado musical sigue vivo en las canciones que marcaron una época y que, aún hoy, son capaces de arrancar sonrisas y recuerdos en quienes las escuchan. David Civera no necesita estar constantemente bajo los focos para ser recordado; su voz, sus canciones y su carisma permanecen intactos en la memoria colectiva de aquellos que lo vieron brillar en Eurovisión y en las radios de todo el país. Porque hay artistas que, aunque se retiren de los escenarios más grandes, nunca dejan de estar en el corazón de su público. David Civera es, y siempre será, uno de ellos.