¿Qué pasaría si la Tierra dejara de girar?

La Tierra, nuestro hogar y refugio también es un escenario en constante movimiento. Dos de sus movimientos más cruciales, la rotación y la traslación, dan forma a nuestro mundo tal como lo conocemos. La rotación, que nos brinda el día y la noche, y la traslación, que marca las estaciones, actúan como el motor invisible que sostiene la vida en este planeta. Pero, ¿qué sucedería si la Tierra dejara de girar? ¿Cómo cambiaría nuestra existencia si el resto de nuestra vida fuera como un día eterno?

Para comprender las consecuencias de que la Tierra deje de girar, debemos entender sus dos movimientos fundamentales. Por un lado, la rotación, que consiste en el movimiento del planeta sobre su propio eje, como una peonza que da vueltas y es el responsable de que se sucedan el día y la noche. La Tierra completa una rotación en aproximadamente 24 horas, lo que equivale a un día y una noche, algo vital para el equilibrio térmico del planeta y para la vida tal como la conocemos.

Por otro, además de su rotación, la Tierra realiza un movimiento de traslación alrededor del Sol. Este recorrido elíptico, que toma aproximadamente 365 días en completar su distancia, explica, junto a la inclinación del eje de la Tierra, el fenómeno de las estaciones del año.

En contra de lo que podemos suponer, la velocidad de estos movimientos es impresionante: la Tierra gira a una velocidad de aproximadamente 1.670 kilómetros por hora en el ecuador y, al mismo tiempo, se mueve alrededor del Sol a una velocidad de aproximadamente 107,226 kilómetros por hora. Unas cifras asombrosas que son, a la vez, responsables de nuestra aparente sensación de quietud en la superficie terrestre.

Una fotografía tomada desde el espacio muestra la Tierra, el Sol y la Luna. Freepik

Movimiento por inercia 

El motor detrás de estos dos movimientos es la inercia, una propiedad fundamental de la materia que mantiene en movimiento a los objetos a menos que una fuerza externa los detenga. En el caso de la Tierra, la ausencia de fuerzas significativas que frenen su rotación y traslación ha permitido que estos movimientos continúen durante miles de millones de años.

En este sentido, tanto si el planeta Tierra se detuviese repentinamente su rotación como si dejara de girar en órbita elíptica alrededor del Sol, las consecuencias serían catastróficas. En primer lugar, se generaría un clima extremo, pues una cara de la Tierra se enfrentaría permanentemente al Sol, mientras que la otra estaría sumida en la oscuridad perpetua. Esto daría lugar a temperaturas extremadamente altas en un lado y extremadamente bajas en el otro, con consecuencias devastadoras para la vida en ambos lugares.

Asimismo, se destruirían miles de ecosistemas que necesitan de una estabilidad climática para sobrevivir al perturbarse los patrones climáticos y estacionales, y se generaría un gran colapso en la economía global, puesto que la totalidad del sector primario depende de las estaciones y de los ciclos día-noche. Un día eterno alteraría la producción de alimentos y la distribución de recursos, lo que podría desencadenar una crisis económica global.

Nuestro calendario y concepto del tiempo se desmoronarían y perderíamos por completo todas las referencias temporales y nuestra vida se volvería caótica.

En definitiva, la detención de cualquiera de estos dos movimientos sería un acontecimiento casi apocalíptico, algo que pone una vez más de manifiesto la estrecha convivencia entre ciencia y la naturaleza, que son capaces de mantener, con su entendimiento, un mundo en perfecto equilibrio y armonía.