La tenista británica Emman Raducanu, de 18 años, hizo historia en el US Open este sábado al ganar en dos sets por 6-4 y 6-3 a la canadiense Leylah Fernández, de 19, y proclamarse la primera campeona del Abierto de Estados Unidos que llegó al torneo a través de la fase previa.
Raducanu, número 150 del mundo, también se convirtió en la primera jugadora británica en ganar un torneo de Grand Slam desde que Virginia Wade se proclamó campeona de Wimbledon, en 1977.
Además de ser la más joven en 17 años después de que la rusa María Sharápova logró el título de Wimbledon en 2004 a la edad de 17 años, y lo consigue sin haber perdido un solo set durante todo el torneo.
"Dices: 'Quiero ganar un Grand Slam'. Pero tener la creencia de que lo hice y, de hecho, ejecutar, ganar un Grand Slam", expresó Raducanu tras su victoria. "No puedo creerlo".
"Es un sueño absoluto", declaró Raducanu. "Solo tienes visiones de ti misma subiendo al palco, abrazando a todos, celebrando. Eso es algo en lo que siempre piensas, siempre trabajas para conseguirlo".
Raducanu, reconoció que había jugado su mejor tenis ante Fernández, y encontró la manera de ganar los tantos decisivos ante una rival que también mereció la victoria por la forma como luchó. "Con cada partido, torneo y semana, creo que realmente he ganado en confianza, en juego, golpes de pelota. Todo salió bien hoy. Creo que lograr algunos de los tiros que hice en los grandes momentos en los que realmente lo necesitaba, era solo una acumulación de todo lo que había aprendido en las últimas cinco semanas", analizó la nueva campeona del Abierto.
Esa experiencia también le ayudó después de recibir la asistencia médica en el noveno juego, cuando se hizo un corte en la rodilla izquierda, que forzó a parar el partido.
"Realmente estaba tratando de pensar cuáles serían mis patrones de juego, qué iba a intentar ejecutar", comentó Raducanu. "Salir enfrentando un punto de quiebre después de una interrupción no es fácil. Creo que me las arreglé, sin duda, para realizar las jugadas decisivas cuando lo necesitaba".
La manera como reaccionó y presionó cuando pensó que era el momento clave en cada partido le hizo sentir muy satisfecha.
"Creo que lo que hice muy bien en este torneo fue presionar en los momentos que realmente lo necesitaba. Supongo que por eso no dejé caer un set en el papel, a pesar de que todos los partidos fueron extremadamente desafiantes", subrayó Raducanu. "El ace que logré para cerrar el partido fue la mejor expresión de la manera como respondí a los retos".
Aunque reaccionó Fernández y recuperó el saque en el tercer juego para el 2-1, la tenista británica de padre rumano y madre china, confirmó que era la que tenía más control de las emociones en la pista central Arthur Ashe Stadium, que apoyó por igual a ambas adolescentes.
A partir de ese momento ambas jugadoras mantuvieron su saque hasta que en el décimo juego Raducanu hizo el segundo quiebre para asegurarse la manga en 58 minutos de duración.
El segundo comenzó con la historia cambiada, sería Fernández la que en el tercer juego hiciese el quiebre para ponerse arriba en el marcador con parcial de 2-1.
Pero la alegría le duró poco a Fernández que vio como Raducanu con un gran resto y juego desde el fondo de la pista lo recuperó y a partir de ese momento la exhibición de la adolescente británica fue completa para hacer los cuatro juegos siguientes y el parcial de 5-2.
Aunque Fernández salvó dos pelotas de partido para conseguir su tercer juego y poner el 5-3, Raducanu, con el saque en su poder a la no hizo más concesiones a la joven canadiense, de origen ecuatoriano y filipino canadiense, y en su tercera pelota de partido y tras superar un corte con hemorragia que se hizo y salvar dos pelotas rotura de punto, se proclamó nueva reina de Flushing Meadows y la nueva cara del tenis mundial femenino.
El partido, que duró una hora y 51 minutos, dejó a Raducanu con 22 golpes ganadores por 25 errores no forzados, además de conseguir 11 puntos en 15 subidas a la red y acabar con dos aces y otras dos dobles faltas
Mientras que Fernández lograba 18 golpes ganadores, pero cometía 26 errores no forzados, se quedaba con 9 puntos en 12 subidas a la red y colocaba dos aces por cinco dobles faltas que cometió y que le iban a ser uno de los factores que le costaron perder el partido.
La campeona se llevó un premio en metálico de 2,5 millones de dólares, mientras que la subcampeona recibió otro de 1.250.000 dólares.
Por causa de la pandemia del coronavirus, el año pasado el torneo se disputó sin espectadores en Flushing Meadows, el premio este año bajó medio millón de dólares en comparación con el año pasado y 1,35 millones, el 35 por ciento, con relación al de 2019.