Ella es la paratriatleta de la sonrisa en la cara y las ganas feroces en el cuerpo; raro, muy raro es que Rakel Mateo se dé por vencida, por muchas piedras en el camino que aparezcan, como las que quisieron entorpecer su 2022. Sin embargo, la mirada siempre es hacia adelante, aquí o allá. Este año estará en liza la clasificación para los Juegos de París y la Deportista Vizcaina Internacional de 2022 para DEIA quiere atarla y seguir cruzando fronteras.
La mungitarra atesora dos diplomas paralímpicos. El primero lo consiguió en Río 2016 y el segundo, en Tokio 2020. Ahora el reto es subirse al podio: “Todas aspiramos a medalla y sé que no hay para todas. Todos los días me levanto diciendo: Rakel, que sí, que vas a poder, Rakel vas a estar en París. Tengo dos tatuajes con las palabras esperanza y sueños. La esperanza es lo último que se pierde y los sueños están ahí para pensar en ellos y de eso vivo”, describe apasionadamente Rakel. Con ese ímpetu, deja atrás 2022, un año en el que participó, primero, en el campeonato de Europa. Un pequeño incidente en una concentración en Sierra Nevada hizo que no llegara en su mejor momento a Polonia; aun así, cosechó la medalla de plata. “No iba al cien por cien, porque viniendo de Sierra Nevada me di un golpe, que resultó en una costilla fisurada y otra rota. Eso me cambió un poco los esquemas pero conseguí llegar al Europeo”, recuerda. Tras dejar atrás esta cita, llegó la prueba por excelencia: el Mundial de Abu Dabi. Sin embargo, un nuevo revés obligó a la deportista a pasar por el quirófano, dejándole muy poco tiempo de preparación, sobre todo para la carrera a pie. “Sabía que iba muy justita. Sabía que si no pasaba nada, nadar y bici lo podía hacer bien, pero tenía claro que la carrera iba a ser muy dura, y efectivamente así lo fue”, comenta. Con todas y ellas, firmó una quinta plaza que evidencia su fortaleza física y mental sin límites.