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Raquel Hontañón: “El diagnóstico de cáncer de mama es como estar en un precipicio; todo muy incierto”

Con sólo 37 años, a Raquel Hontañón Vélez le diagnosticaron cáncer de mama en 2018. Sus hijos le preguntaron entonces si se iba a morir y ella les contestó: “No está en mis planes, no me viene bien. Hay que luchar y gastar todos los cartuchos”.
Raquel Hontañón, durante una clase del grupo de Cocemfe en el gimnasio On Fitness de La Morea.

Cuando te dan el diagnóstico de cáncer de mama, se te cae el mundo encima y lo primero que piensas es: ¿Me voy a morir? Es como si estás de pie en un precipicio y dices me caigo o no me caigo; es todo muy incierto, porque, al principio, tampoco te dan mucha información”, explica Raquel Hontañón Vélez, de 41 años. En noviembre de 2018 le confirmaron que tenía un carcinoma ductal infiltrante. A partir de ahí, durante tres años el hospital se convirtió en su “segunda casa” y las “enfermeras del centro de día eran parte de la familia”.

Esta vecina de Burlada relata que en mayo “empecé a notar un bultito que me dolía. Fui al médico y me dijo que estuviese tranquila, que eran mamas fibroquísticas”. Sin embargo, prosigue, “después del verano yo veía que ese bulto cada vez era más grande y en octubre volví a la ginecóloga”, que le mandó a hacerse una mamografía. Le derivaron a la CUN. “El 29 de octubre fui a la consulta. Me hicieron la mamografía y el técnico me dijo que veía algo que no le gustaba. Pasé a la ecografía y me lo confirmó. Me preguntó: ¿Has venido sola? Le contesté que sí, porque, en principio, no era nada”. Así, le indicó que regresase al día siguiente para una biopsia, cuyo resultado recibió 2 semanas después.

A PUNTO DE AGOTARSE LOS DORSALES PARA LA CARRERA DE SARAY

  • 9.500 ya vendidos. A mediodía de este jueves, la Asociación Navarra de Cáncer de Mama (Saray) ya había vendido 9.500 dorsales para la XI Carrera Solidaria que se celebra este domingo en Pamplona. “Quedan 500 de la camiseta XL; el resto se ha vendido todo”, ha afirmado la directora técnica de la entidad, Yaki Hernández, quien ha expresado su satisfacción por la respuesta ciudadana para la carrera, primera que se realiza tras la pandemia de la covid-19. No obstante, ha señalado que aquellos que deseen colaborar el domingo tendrán la posibilidad de adquirir una camiseta rosa normal de algodón, pero sin dorsal, o también comprar productos de merchandising. Asimismo, tienen también la fila 0. La recaudación irá destinada íntegramente a la investigación del cáncer de mama. 

Le habían visto dos bultos en la mama derecha. Ya en Osasunbidea, la cirujana le informó de que “se los iban a quitar y que ya estaba”. Entre tanto, le realizaron una resonancia con contraste. “En la siguiente consulta, la cirujana me comunicó que tenía una masa tumoral de 7 centímetros. Pasamos de quitar dos bultos pequeños a hacer una mastectomía radical; no entendía nada... Ella se quedó un poco bloqueada, no sabía explicarme... y yo quería saber. No me quedé conforme, fui a Atención al Paciente y pedí una segunda opinión con otro cirujano, que me lo explicó súper bien”. El facultativo le aclaró que “puede haber esos dos focos, pero que muchas veces se va diseminando y se va haciendo esa masa tumoral que no se llega a apreciar en una mamografía, ni en una ecografía, que era lo que yo no llegaba a comprender”, refiere.

La quimio, lo peor de todo

“Hay un momento que tu cuerpo no te sigue; hay tal desgaste...”

La operación fue el 31 de diciembre. Respecto a la mastectomía, reconoce que “es duro, pero lo llevé mejor de lo que pensaba”. Tras la cirugía, llegaron los tratamientos, primero la quimioterapia y después, la radio. “Para mí la quimio fue lo peor de todo –confiesa–. Hay un momento que tu cuerpo ya no te sigue. Llega a haber tal desgaste y agotamiento, empiezas a notar cómo vas perdiendo masa muscular, que dices qué me está pasando. No tengo fuerza, ni puedo hacer nada”. Además, señala, “engordé mucho. Le preguntaba a la oncóloga y me decía que era normal, pero yo quería intentar estar lo mejor posible. Eso que ponía todo de mi parte: no me quedaba en casa, intentaba salir a pasear, los domingos iba a un grupo de senderismo... A veces no me apetecía, pero me venía muy bien tener la cabeza ocupada y quería que los niños me viesen, dentro de lo que cabe, normal”. Y es que sus hijos –de 14 y 9 años– “han sido un apoyo terrible que hace que se te olvide todo” y su marido Patxi, “un compañero inseparable”.

En este contexto, otro día le planteó a la oncóloga: ¿Puedo hacer deporte? Y me dijo no. Me quedé un poco así. Como también me trataban en el servicio de rehabilitación por el linfedema, les comenté que me gustaría hacer algo porque, aparte de lo mal que estaba, tampoco me veía bien y me respondieron haz lo que puedas, tú te vas a poner los límites”.

El ejercicio me ayudó para que no me quedara con un brazo inmóvil; a veces me falla, pero estoy más segura

Raquel Hontañón Vélez - Joven que ha tenido un cáncer de mama

Así, cuando vio un letrero en el Hospital de Día de una chica que hacía entrenamientos para pacientes con cáncer, llamó. “Empecé y súper bien. Me encontraba mejor. Tres días a la semana hacíamos ejercicio de fuerza, mucho core, y un poquito de cardio, pero muy controlado vigilando las pulsaciones”, señala. Cuando la monitora se marchó, a través de Cocemfe, comenzó a ir dos días a la semana al gimnasio On Fitness de la Morea y luego otros dos días hace pilates.

Raquel posa con Iñigo, entrenador personal, una vez finalizada la clase. Javier Bergasa

En plena pandemia, en junio de 2020, comenzó el “largo” proceso de la reconstrucción mamaria. “Al quitarme los ganglios, el brazo derecho se me quedó muy tocado, perdí mucha fuerza, movilidad y en la reconstrucción me trasladaron el dorsal a la zona del pecho para poder hacer una especie de bolsillo en el que implantar la prótesis”, lo cual también afectó a su extremidad, explica esta peluquera de profesión que trabajaba en la residencia de mayores de Marcilla y a quien, a raíz de todo esto, le concedieron una incapacidad.

Preguntada por qué ha supuesto el deporte en este proceso, sostiene que le ha ayudado a “que no me quede con un brazo que no podía mover”. Antes “no podía secarme el pelo y cuando intentaba sujetar una bandeja se me caía. Ahora voy cogiendo mucha más fuerza y resistencia; a veces me falla, pero estoy más segura”, apunta.

Tres quejas por las revisiones 

“La investigación es importante”

Lo primero que hizo Raquel cuando conoció su diagnóstico fue acudir a Saray para “aclarar un poco todas las dudas que tenía”, porque, de alguna manera, siente que en este camino no les informan lo suficiente. En cuanto a la atención sanitaria recibida, afirma que “hasta la pandemia fue muy buena”, pero después “ha sido horrible”, refiriéndose a las listas de espera para revisiones. “Este año he puesto tres quejas porque me tenían que haber hecho las pruebas en julio, llamé y me informaron de que estaban citando a pacientes de febrero”, lo cual es un problema para ellas, critica. Dice encontrarse “muy bien. Tengo revisión en un par de semanas, me hicieron una mamografía, y todo bien”.

Deberían empezar a hacer la prevención a edades más tempranas; cada vez se detecta en gente más joven

Raquel Hontañón Vélez - Joven que ha tenido un cáncer de mama

Con motivo de este mes de sensibilización, reclama que “la prevención se empiece a hacer a edades más tempranas, porque cada vez se diagnostica a gente más joven”. “Cuando entré en el grupo de Saray me vino muy bien ver a compañeras que ya habían acabado el proceso y pensar algún día llegaré ahí”; algo que ha conseguido. No obstante, “también hemos tenido quien, por desgracia, no ha llegado al final”, reconoce. Para todas, la investigación es importante. “Hay muchos tumores todavía sin tratamiento”, lamenta Raquel, que ya tiene su dorsal para la carrera del domingo.

28/10/2022