Raúl y Felipe Escudero (Pamplona, 14 de junio de 2002), son mellizos y pelean por un mismo sueño: cruzar el charco para pelear en un combate de boxeo en los Estados Unidos. El tiempo pondrá a estos dos hermanos en su lugar, pero por empeño y sacrificio no será porque desde hace siete años se suben al ring del gimnasio Adaka, en la Txantrea, seis de los siete días de la semana. "Hay muchos chavales que tienen calidad, pero no llegan a explotarla porque no trabajan. Raúl y Felipe apuntan maneras y se lo curran. Al final, sin sacrificios no hay resultados", asegura Richar Peña que, junto a Mikel Moreno, pule con mimo a estas dos joyicas desde que tenían 13 años. El entrenador les augura un futuro prometedor en los rings, pero, conscientes de los posibles reveses de la vida, también se aplican en los estudios. Raúl cursa un grado medio de mecanizado y está realizando las prácticas en Mecanizados Casado y Felipe estudia carrocería y está en la academia de la Volkswagen. Las joyicas mellizas del boxeo navarro.
Raúl y Felipe se enamoraron del boxeo en el verano del 2015, cuando vieron vídeos de combates por Internet. "Nos llamó la atención enseguida y le dijimos a nuestro padre que queríamos probar", recuerda Raúl. Su padre les comentó que un amigo de su infancia, Richar, entrenaba a chavales en un gimnasio de la Txantrea y allá que fueron. "Cuando aparecieron, me hizo mucha gracia porque eran muy chiquititos de edad y de estatura y con toda la confianza del mundo se acercaron y dijeron que eran los hijos de Rául. Habíamos ido juntos a la escuela, pero llevábamos un tiempo desconectados", relata Richar, que ha sido su entrenador desde el principio.
En los inicios, ambos compaginaban el fútbol -jugaban en el Gazte Berriak de Ansoáin- y el boxeo: "Salía de entrenar del fútbol y me venía corriendo al gimnasio con el bolso", rememora Raúl, que a las dos semanas se decantó por el cuadrilatero: "Preferí el boxeo porque en el ring la responsabilidad es solo tuya. Estás tú solo ante el peligro y si no entrenas es a ti al que te van a pegar porque no te sabes defender. Sin embargo, en un partido de fútbol juegan 22 jugadores", reflexiona.
Richar le pidió que meditara su decisión, pero ya estaba tomada: "Raúl siempre lo ha tenido muy claro. Quería boxear y a las dos semanas me dijo que iba a dejar el Gazte Berriak. Le pedí que decidiera cuando terminase la temporada, pero fíjate si lo tenía claro que a la semana siguiente ya había renunciado a jugar a fútbol", explica Richar.
El caso de Felipe fue totalmente diferente. Empezó compaginando el kickboxing con el fútbol. Dejó el kickboxing, se volvió a apuntar, se desapuntó de nuevo y después del confinamiento y tantas idas y venidas apostó por el boxeo. "Siempre que veía pelear a mi hermano me daba envidia. Así que me animé", confiesa Felipe. "Cuando vio que iba para arriba, le entró otra vez el gusanillo de pelear", bromea Raúl.
Los primeros combates
Los hermanos explican que al principio no hay contacto. "Desde el primer día no te pegas. Empiezas frente a un espejo como su fueras un manco porque no coordinas ni un golpe, ni los pies ni nada. Comienzas con lo básico y a partor de ahí repetir, repetir y repetir hasta que vas mejorando", apunta Felipe.
Cuando adquirieron cierta técnica, empezaron a competir en los interclubs. "Es una liga entre los gimnasios de los alrededores. Los entrenadores nos conocemos y organizamos unos pequeños combates. Allí los chavales comienzan a guantear y ahí es donde Raúl despuntó y se veía que tenía maneras", recuerda Richar. "Debuté en un interclub y me tocó pelear con uno de 27 años. Yo tenía 14 y me pasaba un montón de kilos, pero aún así me subí al ring y estuve todo el rato moviéndome para evitar los golpes. Después del combate, no sentía las piernas", afirma. La situación cambió conforme se sucedieron las peleas: "Con el paso del tiempo, ves que el que ganas y pegas eres tú", se enorgullece.
Felipe debutó el año pasado. "Tenía las piernas temblando y los días de antes estaba muy nervioso, pero al final gané. No se me va a olvidar nunca", asegura. Felipe no pudo subir antes al ring "porque en junior -categoría para menores de 16- pesaba unos 40 kilos y no había nadie con un peso parecido con el que se pudiera enfrentar", indica Richar.
Su próximo objetivo es el campeonato de España, que se celebra en Murcia del 20 al 26 de junio. Para Raúl, será su segunda participación tras el bronce del año pasado y Felipe debutará. "Está creciendo mucho y va a llegar con ocho peleas. Va preparado para hacer un buen resultado. Es muy difícil, pero, quién sabe, igual se traen los dos un par de medallas", desea. Para ello, entrenan duro seis de los siete días de la semana: técnica, coordinación, correr, ejercicios de musculación, sparring...
"La paquita"
Los dos hermanos agradecen la labor que Richar ha realizado durante estos siete años y que le han convertido en más que un entrenador. "A parte de formarnos, nos ayuda y nos da consejos sobre la vida", reconoce Raúl. "Y lo peor d todo es que nos aguanta, que tiene tela", bromea Felipe.
Tampoco se olvidan de su madre, Paquita. "Gracias a ella estamos aquí, es la que pasa los nervios y tensión en los combates que no se atreve a ver. Nunca ha ido de lo mal que lo pasa, no nos quiere ver recibiendo golpes. Y ahora que las peleas se retransmiten por YouTube, tampoco. Acaba el combate y nos llama llorando para ver qué ha pasado", comentan.