Entre los cafeteros de corazón, sobre todo entre los principiantes, una vez superada la elección del tipo de cafeteras que se va a emplear. la principal duda se centra averiguar si es mejor comprar el café en grano o ya molido. Este supone comodidad y rapidez a la hora de prepararlo y el primero exige moler el necesario cada vez que se quiera preparar una jarra.
Más allá de la propia presentación del café, en la que el café en grano conserva su aspecto de semilla, y el molido está reducido a polvo más o menos grueso hay otros aspectos que deben ser tenidos en cuenta. El precio es uno de ellos ya que el molido suele ser más barato que en grano. Otro ejemplo es el establecimiento en el que se adquiera el producto ya que no es lo mismo un supermercado que una tienda especializada. En el primero es fácil que los paquetes lleven tiempo almacenados esperando la distribución y por lo tanto el tueste y la molienda se han todavía más lejanas. En un local especializado el producto se mueve más rápido, el molido se hace en el mismo local y el cliente se puede llevar su café fresco. En este caso, si una vez en el domicilio se va preparando con regularidad apenas perderá cualidades.
Un molinillo de café tradicional y manual.
Más y mejor aroma
Esta frescura es la primera razón por la que es mejor adquirirlo en grano. El grano entero conserva más tiempo y en mejores condiciones los aromas y el sabor. En cuanto se muele aumenta la superficie de café expuesta al aire, por lo que pierde cualidades más rápidamente. De hecho se muele para que a la hora de hacer la infusión, estos aromas se desprendan más fácilmente que si estuvieran sin moler. El café recién molido es tremendamente aromático y poco a poco va perdiendo ese olor y se oxida más. Cuanto menos tiempo pase entre el molido y su preparación, más rico estará. Además en grano se conserva mejor.
Así se conserva el café en grano
El café en grano se conserva más tiempo y en mejor estado que el café molido. Pero eso no significa que sea eterno: lo ideal es consumirlo en un plazo de 60 días desde la fecha de tueste.Por edsta razón en vez de mirar la fecha de caducidad del café, es mejor fijarse en la fecha de su tueste. Lo ideal es que el grano se haya tostado unos 7-14 días antes de consumirlo o de comprarlo. Una vez abierto, guárdalo en un lugar en el que no le dé el sol y, a poder ser, a temperatura suave y constante. No hay que guardarlo en la nevera porque se humedecerá. pero ha tenido tiempo de liberar sus gases.
Controlar la molienda
En lo comercios generalistas, el grado de la molienda es industrial y homogéneo, mientas que en la tienda especializada existe la posibilidad de elegir el tipo de molienda en función de qué cafetera usemos, pero en casa todavía podemos afinar más. Hay que tener muy presente que cuanto más grueso se muelan los granos, el café quedará más ligero, más suave, mientra que cuanto más fino sea los aromas serán más intensos y profundos.
Lo más recomendable es usar un molinillo de muelas, ya que te permite obtener partículas regulares y controlar el grado de molienda en función de la cafetera que se vaya a usar, italiana de émbolo, de filtros, expreso… Los molinillos de molinillos de cuchillas son menos precisos y hacen que los trozos tengan tamaños muy distintos a no ser que se esté el tiempo suficiente para que se reduzca a polvo.
Tipos de molido:
- Grueso. Este se usa en las cafeteras de prensa francesa, cuando se hace café de puchero o incluso en las de émbolo.
- Medio grueso. Un poco más molido que la anterior y es lo que se usa para las cafeteras de filtro chemex.
- Medio. Parece granoz de azúcar y es el que se usa en las cafeteras de filtro que funcionan por goteo, las de tipo melita.
- Fino. Es el más habitual. Es del grosor de la sal fina. Es para las cafeteras italianas de moka.
- Extra fino. Casi polvo. Es el ideal para el café expreso y para el turco.
Más barato a la larga
En principio el café molido es más barato que el que se adquiere en grano, pero a la larga puede resultar más barato esta última opción. Resulta tan sencillo que al ser tú el que controlas cuánto café preparas, es más sencillo ajustar la dosis y moler sólo el que realmente se necesita evitando desperdiciar. El café molido puede perder cualidades más rápidamente por lo que puede que el final de la bolsa no llegue a la cafetera y se tire por está pasado si no se ha tenido cuidado con la manera de conservarlo.
Crea un ritual
Para muchos, el café de la mañana es una rutina que se toman muy en serio, llegando a ser un ritual que ayuda a conectar con el mundo y empezar la jornada con energía. Lo mismo puede decirse del que se toma después de comer, aunque en este caso suele ser más relajantes. Empezar este ritual con el molido hace que ya empecemos a percibir los aromas del café antes de hacerlo, anunciando lo que vendrá después. Todo el proceso posterior solo hará que todo vaya a mejor.