Pese al resultado tan desfavorable (4-1), el Deportivo Alavés tuvo alguna opción de puntuar en el Wanda Metropolitano, pero los errores, al menos en Primera División –y más en un escenario así–, se pagan muy caros. Además, por si los múltiples fallos de la zaga gasteiztarra no fueran suficiente carga u obstáculo, a estos se les unió una errática actuación arbitral que, si bien puede ser injusto calificarla como decisiva, perjudicó sobremanera a los hombres de José Luis Mendilibar, sobrepasados una vez los locales consiguieron adelantarse por segunda vez en el marcador.
Para su choque frente a los rojiblancos, el técnico de Zaldibar recuperó el trivote en el centro del campo con Tomás Pina y Pere Pons, las dos únicas novedades en el once, acompañando al incontestable Gonzalo Escalante. Una variación que dejó fuera a Mamadou Loum, seguramente fatigado debido a su periplo internacional; y a Manu Vallejo, quien contra el Granada, en lo que fue su primera titularidad como albiazul, había ofrecido algo diferente al ataque y, además, estrenado su cuenta goleadora.
Respecto a la contienda, esta arrancó con una escuadra colchonera muy dominadora. Los pupilos de Simeone tomaron la posesión, empujaron al Glorioso a su campo y, en la segunda llegada peligrosa –la primera terminó con un gol anulado por fuera de juego de Lodi–, lograron abrir la lata por medio de Joao Félix. Ahora bien, el portugués no necesitó hacer nada especial para batir a Pacheco; solo tuvo que acercarse al área pequeña y, completamente libre de marca gracias a un error de Laguardia, cabecear a placer ante la atónita mirada del propio guardameta pacense.
A partir de ese momento, los colchoneros se olvidaron de su versión técnica y autoritaria y, como si de una final de Liga de Campeones se tratase, comenzaron a defender su ventaja mediante continuas interrupciones –permitidas, erróneamente, por el árbitro, demasiado permisivo incluso en un codazo de Vrsaljko a Pina–. Algo que aprovechó el Alavés para tener cierta posesión, pero, como ya es habitual, sin capacidad alguna de generar peligro. Salvo, eso sí, por un error en la salida local que le sirvió a Rioja para servirle un balón raso a Joselu, cuyo remate se encontró con la determinante aparición de Giménez.
Tras el paso por los vestuarios, Mendilibar optó por agitar el árbol –lógico vista la escasa mordiente de su equipo– y dio entrada a Vallejo, que sustituyó a un nuevamente desaparecido Pons. Además, también se retiró Duarte, lesionado después de un lance con Pina en la primera mitad, y en su lugar saltó al césped Ximo Navarro. El lateral granadino, cabe mencionar, tuvo que actuar a pierna cambiada debido a la ausencia en la convocatoria de Javi López.
Estos movimientos dieron mucha más vida al conjunto babazorro que al colchonero, el cual también dio entrada a hombres como Carrasco, De Paul o Luis Suárez; y la ambición por salir de los puestos de abajo hizo al fin presencia. Primero, a través de una acción de estrategia –lanzada por el siete– que no puedo empujar Laguardia por centímetros; y, poco después, en una prolongación por alto de Joselu que aprovechó Edgar para colgar el balón al área y encontrar ahí a Escalante, quien puso el empate (1-1, min.62) con la testa.
Por desgracia, la alegría no duró demasiado. Melero López señaló penalti a Lejeune por un ligero toque –mucho menos grave que el que no castigó previamente, sobre Edgar, a favor de los vitorianos–, Suárez engañó a Pacheco desde los once metros y todo terminó. Después del 2-1, el Glorioso se dejó llevar, los madrileños activaron su modo apisonadora y, pese a las intervenciones heroicas del portero extremeño, ampliaron su ventaja dos veces más gracias a dos remates sin oposición del propio atacante uruguayo y Joao Félix, ambos certificando así sus respectivos dobletes.