Tres paradas de relevancia del portero de la Real ayudan a lograr una nueva portería a cero y contribuyen de manera decisiva en la victoria blanquiazul
Ni el hecho de que Imanol Alguacil apostara por Mathew Ryan en el partido más importante de la temporada hasta ese día, como lo era el de la vuelta de la eliminatoria ante el Leipzig, ha hecho dudar a Alex Remiro. Tampoco las dolorosas derrotas encajadas recientemente como el 4-0 recibido en San Mamés –él evitó que la goleada fuera aún mayor– o el 4-1 recibido en el Santiago Bernabéu. Ayer, el de Cascante volvió a resultar decisivo bajo palos, manteniendo por decimoquinta vez en Liga su portería a cero, y contribuyendo de manera decisiva en la consecución de una nueva victoria.
Un gol volvió a bastarle al equipo blanquiazul para sumar tres puntos de oro en su camino hacia Europa, pero el triunfo txuri-urdin no podría explicarse sin los dos paradones que realizó el navarro en el tramo final del encuentro ante el Alavés. Y es que tras el tanto de Zubimendi, el campo pareció inclinarse hacia la meta de un Alex Remiro que se mostró inabordable. Y eso que las dos acciones en las que tuvo que emplearse a fondo fueron muy claras para los visitantes. La primera de ellas llegó en una jugada muy embarullada en la que los jugadores del Alavés pidieron, incluso, penalti hasta en dos ocasiones por unas posibles manos de Pacheco. Figueroa Vázquez, encargado de impartir justicia ayer, se mostró inalterable en su decisión. Las imágenes demostraron que no había nada. Uno de los múltiples intentos de los jugadores del Alavés en esa acción terminó con un desvío milagroso de Remiro. Escalante, con la derecha, a punto estuvo de echar por tierra la fiesta que en ese momento se vivía en el estadio de Anoeta. El navarro todavía tuvo que volver a echarse a tierra, en esa misma acción, para taponar el intento de Joselu, pero antes que el de Cascante llegó Le Normand. La celebración conjunta de central y portero, para enmarcar.
Era el minuto 74. Díez después llegó la última jugada de peligro del equipo entrenado por José Luis Mendilibar. Manu Vallejo, con todo a favor, vio como su disparo con la izquierda fue despejado a córner por un enorme Alex Remiro, que recibió la felicitación de muchos de sus compañeros. No era para menos después de la manopla salvadora del cancerbero de la Real. Una falta botada por Jason Remeseiro terminó con la pelota en las botas del atacante gaditano, que tras controlar con la derecha, disparó con la izquierda, pero ahí emergió la figura de un inalterable Remiro, que exhaló un grito de rabia tras la parada realizada, como queriendo hacer ver a sus compañeros que quedaba partido por delante y que no era el momento de bajar los brazos.
Pero mucho antes de esa doble intervención milagrosa, antes incluso de que Zubimendi llevara el éxtasis a la grada de Anoeta con su gol de cabeza, Alex Remiro ya había dejado su sello con una buena parada, en esta ocasión tras un disparo de Luis Rioja. El extremo del equipo gasteiztarra, tras un pase al espacio de un compañero, le cogió la espalda a Gorosabel y tras una larga carrera en dura pugna con el lateral guipuzcoano, llegó todavía con fuerzas al área para descargar su pierna, pero el disparo se topó con el portero blanquiazul, que despejó con ambas manos.
Hasta ese minuto 60, Remiro no había tenido mucho trabajo. Todo lo contrario. La única acción en la que el Alavés le puso a prueba fue en la última jugada de la primera mitad. Edgar silenció la grada de Anoeta, pero Remiro evitó el peligro con una buena intervención. La jugada, eso sí, estaba invalidada por fuera de juego del centrocampista del equipo babazorro. En la reanudación, Tenaglia lo intentó desde la lejanía, pero Remiro atrapó la pelota sin problema alguno. A partir de ese momento, comenzó el trabajo en serio para el portero de la Real Sociedad, que lo solventó de la mejor de las maneras. Primero, despejando, el balón en esa acción ante Luis Rioja, luego, con la mano milagrosa en el disparo de Escalante y, por último, en esa acción ante Manu Vallejo en la que Remiro se vio obligado a sacar su mejor versión.
Pero no solo bajo palos se mostró seguro ayer Alex Remiro, muy solvente en las salidas, algo que se le achaca al navarro, al que da la sensación que a veces se le va a caer la portería encima. Sin embargo, ayer estuvo valiente, dando seguridad a los suyos. La misma seguridad que sigue dando con el balón en los pies, ayudando en la salida desde atrás, con envíos muy precisos y muy pocos errores.
La alegría tras el pitido final era inmensa. No era para menos. Nueva portería a cero para un Remiro que volvió a hacerse grande bajo palos.