"El que no crea, que no venga". Dicen que fue el primer eslogan que se inventó el Cholo Simeone entrenador. Lo lanzó cuando el equipo que dirigía, el Estudiantes de La Plata, necesitaba ganar su partido y esperar a que el favorito Boca Juniors perdiera el suyo para forzar una final de desempate en el Apertura de 2006. Aunque no lo parezca, el argentino nunca se ha tomado a la ligera ninguna rueda de prensa, porque tiene muy claro que es a través de los medios cuando llegas a la gente. Siempre ha controlado y preparado el mensaje que ha querido lanzar. Ahí está el origen del primario y básico "partido a partido", que se ha convertido en una de sus señas de identidad cuando, por poner solo un ejemplo; aquí ya se refugiaba en dicha consigna el mismísimo Alberto Ormaetxea en los años de las ligas, cuando cada domingo por la noche le preguntaban por las opciones de salir campeón.
En la semana en la que hemos podido constatar otra vez que en nuestro podrido fútbol sale más barato impactar con un palo en la cabeza a un rival que negarse a llevar un logo en una camiseta, el destino ha querido cruzar al Atlético en el camino de la Copa de la Real. El club madrileño ha sido para mí o al menos durante mi existencia nuestro rival preferido e histórico en la competición. Sobre todo con dos fechas clave. La final de La Romareda en junio de 1987, cuando el equipo realista dio la sorpresa al imponerse en los penaltis tras acabar 2-2 el tiempo reglamentario a un adversario que le había goleado por 5-1 solo dos semanas antes en el Calderón. Y, sobre todo, en el que sin duda es mi encuentro de Copa de cabecera, la vuelta de los cuartos de final del curso siguiente en Atotxa, cuando la Real volteó el 2-1 con el que se presentó el cuadro colchonero dirigido por Menotti, presidido ya por Gil, y que cometió la herejía de comparecer con López Ufarte mancillado de rayas rojas en el bando visitante. Durante la mancha negra que duró casi un cuarto de siglo en la Copa sin que los blanquiazules fuesen capaces de eliminar a un Primera, cada vez que intenté rescatar o resucitar el olvidado por muchos y desconocido por otros espíritu copero txuri-urdin, recurrí a esa maravillosa noche de un 21 de enero. El choque tuvo todos los ingredientes que se le pueden exigir a una batalla en el torneo del KO. Frío helador, infierno caliente en la grada, un campo embarrado que provocaba que apenas rodara el balón y que hoy hubiera hecho que hasta se estudiara la posible suspensión, un duelo por todo lo alto entre dos de los gallitos de la Liga y una remontada épica. Inolvidables e inmortales el tercer gol de Luis Mari López Rekarte, tras recorrerse todo el campo a pesar de que la pelota se le frenaba y su posterior voltereta, y un penalti parado por el mito con todo el campo entonando el "No pasa nada, tenemos a Arconada", pero no después de su memorable intervención, sino justo cuando el colegiado había señalado el punto de penalti. Pocas veces he salido tan contento del vetusto estadio de Duque de Mandas y eso que aún faltaban las semifinales en las que llegó el insuperable 0-4 del Bernabéu de la vuelta. Cuando uno que vivió in situ con auténtica pasión aquella eliminatoria contra los atléticos evoca las emociones que sentimos ese día, es normal que multiplica su impotencia por todo lo que sucedió después. Ni con el paso del tiempo ni aunque se haya enderezado el rumbo con Imanol encontraremos una mínima explicación a lo ocurrido. Jamás.
Esta noche se enfrentan los dos técnicos más longevos de nuestro fútbol. Simeone le dejó con el molde a Imanol cuando fue a saludarle al término del 2-2 de octubre, partido en el que, por cierto, recibió una lección táctica en la pizarra (luego muchos le disculpan argumentando que lo hace siempre; al parecer, a pesar de su experiencia y de que ya tiene una edad, su carácter indomable sigue estando por encima de su educación). Pero es justo reconocer que también le ha dedicado sinceros elogios en algunas de las previas: "Da gusto ver jugar a la Real. Está trabajando muy bien desde que tomó el primer equipo, se ve en el juego, en los resultados, en la búsqueda del juego asociativo... Con gente arriba con velocidad, con gente que juega bien y sale desde atrás. Y todo lo que demuestra la Real año tras año". Al César lo que es del César. Al argentino no le gustan las comparaciones porque, entre otras cosas, sus estilos se encuentran en las Antípodas, pero no deja de ser gracioso constatar que su afición le tenga como una "suerte de Robin Hood conceptual del fútbol en pleno bosque, no de Nottingham, sino del solar que acoge el esplendoroso Wanda Metropolitano. Un Atila moderno con su horda y sus hunos, para el que el 1-0 (y mejor si es a balón parado) siempre será su resultado favorito", tal y como definió con originalidad y brillantez el que fuese mi jefe en Madrid, el genial Ivan Castelló.
El Atlético se autoproclama el equipo del pueblo y nosotros en cambio nos encomendamos al entrenador del pueblo. Nacido en Orio concretamente y que cuenta con una devota parroquia blanquiazul. Hay una cuestión en la que coinciden ambos preparadores y es que sus órdenes, sus jugadores irían hasta el fin del mundo. Porque saben que gracias a sus directrices son mejores y son plenamente conscientes de que bajo su paraguas pueden vivir mucho más tranquilos para tratar de sacar lo mejor de sí. "Contagia las ganas de trabajar, crees todo lo que te dice, te convence, te lleva a su terreno. Hubiera sido el mejor comercial del mundo", declaró Juanfran Torres del argentino. "Cuando no habla en un entrenamiento piensas que le pasa algo. En el segundo año en el Atleti me dije este es el jugador que quiero ser", manifestó su querido Griezmann en dos declaraciones que podía firmar cualquiera en Zubieta sobre el oriotarra.
La paciencia es la madre de la ciencia. El Atlético la ha tenido por fin con Simeone y no le ha ido nada mal. Dos Ligas, una Copa, una Supercopa, dos Europa League y dos Supercopas europeas. El otro día me encontré con un popular entrenador guipuzcoano que, ante mi estupor, me comentó que si la Real quería dar un paso adelante necesitaba otro entrenador. Me quedé tan sorprendido que creo que le pedí que me lo repitiera. Con mucho menos, Imanol ya ha logrado una Copa que ha entrado en nuestros corazones para siempre y lo que te rondaré morena, con unas previsiones más que optimistas de cara al futuro si en el club no cometen la torpeza de dudar de la competencia y la importancia de su figura. Insisto una vez más, como me sentenció un peso pesado del vestuario en privado, "es muy bueno tácticamente, el mejor que he tenido". Hace tiempo que dejó a un lado la imagen de ese técnico que solo parecía destacar por sus gritos y broncas y por llevar la txuri-urdin tatuada en el pecho, Imanol es muchísimo más. Que se lo pregunten a Simeone...
Contaba Pepe Pasqués, quien ha sido su jefe de prensa personal durante más de quince años, que la rueda de prensa previa al partido de Estudiantes había sido uno de los momentos más especiales que habían vivido juntos. Muchos de los periodistas presentes eran hinchas pincharratas de toda la vida. Cuando Simeone lanzó su eslogan, la mayoría de ellos apretó los dientes como pensando: "Que llegue el partido ya porque me los como...". Estudiantes ganó, Boca perdió y, en el desempate, los platenses se impusieron por 2-1 con remontada incluida y en la banda se vio a varios de los citados periodistas incapaces de contener las lágrimas. Somos la Real, esto es Anoeta, es el día de San Sebastián que no nos dejan celebrar y de aquí no sale vivo nadie en una batalla de 90 minutos desde que Imanol es nuestro entrenador. Y el que no crea, que no venga. Yo también quiero volver a llorar de emoción contigo. ¡A por ellos!