la verbena de la Paloma es una de las zarzuelas más conocidas y sus cantables más populares los hemos oído centenares de veces. "Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad". Basta seguir la actualidad del fútbol en las últimas jornadas para comprobar que quien no corre, vuela. Si hay un extracto que nos viene como anillo al dedo en este momento, las Coplas de Don Hilarión son ejemplares. Hablamos de un señor mayor, un poco berdekeri, que se deja querer por la Casta y la Susana, una morena y una rubia hijas del pueblo de Madrid. "Nada me importa el qué dirán". El señor, que les hace regalos, reconoce que algunas veces se le ocurre preguntar: ¿Si me querrán estas chiquillas por mi dinero nada más?
A raíz de la información publicada por El Confidencial, la catarata de sorpresas es monumental y pone de manifiesto que nunca estuvo tan mal el fútbol de cada día. Al paso que vamos, van a abrir una causa de beatificación para Ángel María Villar. Mientras unos se fueron a Arabia Saudí, a "los otros" nos mandaron a Córdoba y Sevilla a disputar una Supercopa. ¡Ni tan mal!, pero aquellos se embolsaron un porrón de euros y estos de aquí, nosaltres, no. Pero, tranquilidad, que nadie se pone colorado, ni dimite, ni nada. Hablamos de códigos éticos, del cuerno de la Mari Loli y su chirimbolo, de las lentejas de La Armuña, o de los garbanzos de Fuentesaúco. Todo, antes de los menosprecios a los otros clubes, a los aficionados, amén de los cortes de manga a la ética, a las formas, a la moral. ¡Esto es sicalíptico! Da vergüenza y es asqueroso todo lo que sucede.
El árbitro, que no tardó diez segundos en anular el penalti de Isak y amonestarle por la paradinha, pocos días después no vio una falta de monumento nacional y patrimonio de la Unesco en otro encuentro. Aquello suponía la expulsión de un futbolista que ya había sido amonestado anteriormente. ¡Suponía! Como el asunto se cocía en Sevilla, se montaron en calesa y cortaron más orejas que Morante. Hablamos de árbitros internacionales que utilizan distintos raseros y a los que han mandado al refrigerio. ¿Nevera? No, unos cuantos congeladores per omnia saecula saeculorum.
No recuerdo un momento peor que el actual para el colectivo. Se han instalado en una millonada de ingresos y se apuntan cada semana al césped, al VAR, que está siendo un cataclismo. ¿Qué queda de los árbitros vocacionales? Por supuesto, se equivocaban como los demás, pero pitaban lo que veían. El parecido de Emilio Guruceta, Joaquín Urío, Pérez Lasa. Por citar tres que se vestían por los pies y no claudicaban, con la zarabanda actual no pasa del silbato y la escarapela. Las imágenes de carta blanca o manga ancha, en las que un señor vestido de árbitro, que revisa una jugada en la pantalla a instancias del VAR, permite conocer el percal de lo que pasa sin disimulos y por supuesto dejar en ridículo a toda la estructura piramidal del fútbol de nuestras entretelas. Se le echaron encima de modo escandaloso. No pasó nada. El trencilla de la paradinha, el mismo día, amonestó a Imanol por salirse del área técnica, mientras su compañero decidía en medio de una kermesse entre bullanga y fandango. ¡Imposible más despropósitos! El fútbol europeo, con semejante sainete, se debe estar haciendo pis sin parar de la risa. Plena incontinencia mingitoria. ¡Mirad qué hacen los ejemplares! De oca a oca y tiro porque me toca. No se sostiene semejante desvergüenza. O el VAR, con poder de decisión, pasa a manos independientes, ajenas a la coña marinera en la que nos han metido, o esto se va al traste. Y mientras tanto, los pobres presidentes y directivos de nuestra humilde provincia dejándose los güitos por conseguir euros con los que hacer frente a los gastos y mantener vivas las instituciones que sienten en su corazón.
Otra cosa son los treinta y tantos mil habitantes de Frankfurt que se colaron en el Camp Nou por la puerta de la tecnología punta (las ciencias adelantan que es una barbaridad) que animaron a su equipo, que disfrutaron con la victoria del Eintracht, dejando en el despacho del tesorero unos cuantos millones de euros con los que poder pagar a jugadores baratitos de su ilustre plantel. El que perdió ante el equipo teutón, lo hizo ante el Cádiz. Los amarillos jugaron muy bien, lo dieron todo, y protagonizaron un encuentro que nos debería valer para encontrar la fórmula con la que superarles. De poder a poder, cuerpo a cuerpo, sin la incidencia de otros elementos.
La publicación de tuits, cruces de palabras, opiniones, prebendas, etc. ponen de manifiesto en medio de qué zapatiesta futbolística vivimos desde hace tiempo. Los aficionados alucinan en colores y no tardan en relacionar sucesos del pasado con decisiones que afectaron a los equipos que aman. Un penalti por aquí, otro por allá; un gol anulado, una expulsión, un caramelo envenenado... Por eso, los que anoche fueron al estadio, iban calientes, con ganas de cánticos (no celestiales) y en defensa de los sentimientos que palpitan en su corazón.
El cariño, por ejemplo, no oculto con David Zurutuza, el futbolista que se despidió de la gente que le quiere. Jugador diferente, buen compañero y comprometido. Merecía la victoria, al igual que Mikel Oyarzabal que ayer cumplía años. Para ambos los tres puntos hubieran sido el mejor regalo. Y para toda la feligresía que añoraba el triunfo y que empujó todo lo que pudo y más. Sucede habitualmente que no hay modo de aprovechar las oportunidades y se fallan goles hechos. Eso es lo importante. Encierras al rival, le quitas el balón, dominas... El Barça sufrió y defendió el único tanto. En esa jugada se duerme un jugador y no te perdonan. Casi da igual que los partidos duren 90 minutos o 100. Y poco más cabe decir, porque el equipo se deslomó en el intento. Puso todo lo exigible sobre el terreno de juego, pero le volvió a penalizar una realidad que deberá resolver pensando en futuro (32 goles en 33 partidos de liga). Estos números también nos servirían para componer otra copla, barnizada con el oro y brillantes de una insignia merecida.