La Real Sociedad abre la última etapa de su historia interminable de esta temporada. La estación de las finales ligueras. El equipo txuri-urdin se quedó con la miel en los labios ante el Betis, al que superó con nitidez en su envite del pasado viernes cuando le volvió a condenar su falta de acierto de cara a puerta. El empate le deja un poco tocado, porque perdió una oportunidad magnífica, aunque las sensaciones son muy buenas, como si hubiese recuperado el nivel del inicio de campaña. Lo malo es que el Villarreal en apenas cuatro días le ha recortado cinco puntos y ya está a tres, con el enfrentamiento directo de la penúltima jornada en su estadio. Y lo bueno, porque es momento de mirar la cara positiva de todas las situaciones, que el Betis perdió contra el Elche y continúa a solo dos puntos. Es decir, a tiro de piedra si se le gana al Barcelona. Los catalanes, a los que todavía les queda por disputar este fin de semana otro encuentro pendiente ante el Rayo, se encuentran cinco puntos por encima o, lo que es lo mismo, si doblan la rodilla en Anoeta esta noche, se quedarían a solo dos. Son multitud de posibilidades a falta de solo seis jornadas, por lo que todavía puede pasar de todo y, como le ha gustado repetir a Imanol en los últimos tres años, tiene pinta de que esto se va a decidir en la foto-finish, como ya ha sucedido en los dos anteriores campeonatos.
Los blanquiazules tratan de aferrarse a su extraordinaria racha en Anoeta, que le ha llevado a no encajar ningún gol en siete partidos, con cinco victorias y dos tablas. Aunque es cierto que en las últimas campañas le está costando competir y derrotar a un Barcelona que durante una larga temporada las pasó canutas en el templo txuri-urdin, la situación es óptima para dar por fin el esperado puñetazo en la mesa ante los rivales que le preceden en la clasificación. El primer triunfo ante uno de ellos no se puede demorar más si pretenden continuar intactas sus aspiraciones europeas. Todo lo que no sea vencer le meterá en problemas.
La previa del duelo ha estado marcada por la sanción de David Silva. El canario niega haber mandado "a la mierda" a Díaz de Mera, tal y como este justificó en el acta tras haberle expulsado en el descuento ante el Betis. Como era de esperar, el Comité de Competición le sancionó con dos encuentros debido a que las imágenes presentadas en el recurso por parte de la Real no demostraban que se equivocaba. Y en este tipo de incidencias no hay posibilidad de que haya atenuantes para recortar el castigo, a pesar del impoluto historial del realista. Lo que molesta y mucho al hincha realista es que unas imágenes confirman que Jordi Alba perdió la cabeza en los últimos minutos del duelo ante el Cádiz, con insultos incluidos a la cara del juez de línea y solo le mostraron una amarilla. O que Vinicius llamara loco de frente y a dos metros a Cuadra Fernández, con el gesto incluido y no pasara nada. El tema cansa y aburre. Algo huele a podrido...
La baja de Silva podría hacer cambiar hasta de esquema a Imanol. Parece complicado que Januzaj se pueda quedar fuera con tantas ausencias, pero también lo es que ocupe el vértice del rombo en la medular, donde estaba deslumbrando el canario. Si entra el belga, lo normal es que regrese al 4-3-3, con Isak escorado a la izquierda. Si intenta mantener el dibujo de los dos últimos encuentros, parece más probable que abogue por dar entrada a Guridi o Illarra y adelantar la posición de Rafinha a la mediapunta. Zaldua, en el carril derecho, y Aritz, en lugar de Zubeldia, también optan a salir de inicio. Los demás serán los mismos que vienen jugando.
El Barça llega herido, tras su desastre ante el Cádiz y su esperpéntica eliminación frente al Eintracht. Se ha cargado el bonus del 0-4 del Bernabéu de la noche a la mañana. Pero sigue siendo un rival con un potencial peligroso que en cualquier momento de inspiración es capaz de desnivelar cualquier encuentro. El mediático y polémico Piqué aportará picante a una noche en la que faltarán Pedri y Fati, las nuevas grandes perlas azulgranas. Noche grande en Anoeta.