Suma y sigue. Simplemente lo esperado. La Real también ganó en Graz, donde estaba obligada a hacerlo si pretendía seguir en la carrera por la primera plaza del grupo. Lo hizo con su habitual receta de esta campaña. Sin exageraciones en ataque, con un solo gol, afortunado además, pero con una fiabilidad defensiva extraordinaria que le permitió mantener de nuevo su portería a cero. Por sexta vez en lo que llevamos de curso (son ya once los encuentros sin perder). Con esta fórmula, la de no encajar goles, todo es mucho más fácil porque te permite competir siempre más cerca del triunfo. Los blanquiazules fueron muy superiores a un voluntarioso y peleón Sturm, aunque, una vez más, les faltó la puntería para decidir con más solvencia y diferencia el duelo. En la víspera, Imanol usó el comodín del buen juego para argumentar que la Real actuaba al mismo nivel en la competición doméstica y en el extranjero. Pero no es así. Ahí están los números. El triunfo recordó al de Rijeka del curso pasado. Cuando se repite una y otra vez el atacar mucho, el ser muy superior y el generar muchas ocasiones sin acompañarlas de acierto, es que algo sucede. Y a los realistas por una cosa o por otra les cuesta más en Europa. Ayer debieron vencer con más comodidad.
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Imanol apostó por el once más o menos previsto, con la vuelta de David Silva, al que ya mantienen entre algodones en Zubieta para evitar las preocupantes recaídas que le están privando de encontrar una mínima continuidad. Y lo malo es que, aunque esta campaña ha acreditado que puede competir sin él, la vida es mucho más bella cuando cuentas con un mago en tus filas (qué controles). Zubeldia fue la otra gran novedad en la alineación. El azkoitiarra no está teniendo muchas oportunidades, en parte por sus problemas de pubis, pero siempre ha acreditado ser un valor seguro le pongan donde le pongan. Los esperados regresos de Gorosabel en el lateral derecho y de Zubimendi en el mediocentro se convirtieron en el tercer y cuarto cambio respecto al equipo que se impuso al Mallorca.
Si bien es cierto que el empate en Anoeta ante el Mónaco supuso un frenazo tras el trabajado punto de Eindhoven, la situación clasificatoria de la Real era un poco engañosa y el calendario podía echarle un cable. En el caso de que sume los seis puntos seguidos en el doble enfrentamiento ante un Sturm Graz que parecía de antemano condenado a la cuarta plaza, tendría muchas opciones de afrontar las dos últimas jornadas en la primera posición. Dependiendo, claro está, de los resultados que se diesen en los duelos entre el PSV y el Mónaco (los del Principado tomaron ventaja ayer con su victoria en Holanda), con los que los realistas están llamados a repartirse los tres primeros puestos con sus particulares premios.
Imanol había advertido de la salida en tromba de los locales. Con el campo tan caliente y el mosaico precioso que desplegó su afición, la habitual sensación de incertidumbre cuando sales a domicilio se transformó en preocupación. Nada más lejos de la realidad. La Real salió mucho mejor, con un Isak muy incisivo que no tardó ni un minuto en acercarse con peligro en carrera a los dominios del meta local. Tras el primer balón parado al área de los austriacos, especialidad de la casa, llegó la primera gran ocasión de los donostiarras en un centro pasado de Januzaj que volvió a poner en la olla Portu; Isak recogió de espaldas el mal rechace de Siebenhandl y se la dejó a Silva, quien, sin portero pero con tres defensas bajo palos, no pudo encontrar hueco. Poco después, el sueco culminó con un chut al muñeco un buen servicio vertical de Januzaj.
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Los blanquiazules habían arrancado bien, Isak iba en moto, Merino y Silva se encontraban y se entendían, pero todo se torció con la lesión de Zubimendi. El donostiarra ya es un indiscutible en este equipo y cuando no juega en una noche importante se nota. Guevara, que ansiaba una dosis de reivindicación, ocupó su plaza y nada cambió en el esquema y la táctica de Imanol. Hubo que esperar hasta casi la media hora, con un Sturm mucho más asentado e incomodando sus salidas de balón y sus posesiones, para volver a destacar otro ataque txuri-urdin en un cabezazo de Portu a centro de Aihen que salvó un zaguero. No está fino el murciano, al que no se le puede discutir que se deja la vida en cada jugada, pero cuyo nivel exige más acciones determinantes.
La única oportunidad de los austriacos fue en una falta que cabeceó fuera Wüthrich. Januzaj, como siempre intermitente, probó a Siebenhandl desde lejos y Le Normand no pudo dirigir un balón suelto que se encontró en el área. Hubo que esperar hasta el último minuto del descuento para que arribara la mejor opción del primer acto. El meta local sacó mal de puerta, Merino pasó rápido a Isak, quien pareció patinar sobre hielo dejando pasar el balón, correr y asistir con el exterior, pero su servicio lo falló de forma impropia de su calidad superior Silva con su pierna mala.
En la reanudación se comprobó rápido que el Sturm no había dosificado fuerzas. El carrusel de ocasiones realistas comenzó con un cabezazo al palo de Merino, un disparo de Aihen que repelió el meta, un centro de Portu que no intuyó Januzaj... El tiempo pasaba y la Real no atinaba. La entrada de Sorloth le volvió a proporcionar un poco más de mordiente y el noruego firmó la asistencia del gol a Isak, cuyo remate fue desviado por un defensa lo que despistó al portero, que se la tragó. Todo muy al estilo Lobete el pasado sábado contra el Mallorca. Eso sí, es justo reconocer que la jugada estuvo precedida de una falta por un bocadillo de Aihen que el singular árbitro alemán ni el VAR vieron.
La Real no estuvo bien con la pelota en ventaja ni con un jugador más por la roja a Stankovic. Su única gran ocasión fue un disparo al larguero de Turrientes ya en la prolongación.
Los de Imanol se pueden poner de mano en el grupo si vuelven a vencer al Sturm en Anoeta en la próxima estación. El equipo sigue ganando consistencia y fiabilidad en base a sus registros. Como un martillo pilón.