Donostia – Elche. Estadio Martínez Valero. Domingo 10 de abril de 2022. El equipo local recibe a una Real Sociedad cuya hoja de alineaciones sorprende de inicio. Mikel Oyarzabal está lesionado. Ander Barrenetxea también se encuentra en el dique seco. Y pese a ello Imanol deja en el banquillo a sus dos únicos extremos disponibles, Cristian Portu y Adnan Januzaj. ¿Qué plantea el oriotarra? Junta en el once a Zubimendi, Merino, Silva y Rafinha, lo que parece apuntar a que el brasileño va a partir como falso extremo derecho dentro de un 4-3-3: en Barcelona y Celta ya había sido utilizado de este modo. Sin embargo, el balón echa a rodar y los txuri-urdin se ordenan según un novedoso 4-4-2 de medular en rombo que termina resultando clave para la consecución del billete europeo. Lo es hasta el punto de que está teniendo continuidad en el inicio del presente curso, incluido muy posiblemente el partido de esta tarde. Cuatro meses después, el equipo regresa a la cuna de uno de sus dibujos de cabecera.
1. Los orígenes
Resulta imposible analizar aquella apuesta de Imanol sin hacer referencia a lo sucedido unas semanas antes. A mediados de marzo, en vísperas de visitar al Sevilla, Mikel Oyarzabal se rompió el ligamento cruzado, quedando los citados Portu y Januzaj como únicos extremos del plantel. Ambos fueron titulares en el Sánchez-Pizjuán (0-0), donde la Real completó un gran partido pero el belga sufrió horrores para tapar su banda, la izquierda. Por ella entraban Jesús Navas y Koundé. En la siguiente jornada, en Anoeta ante el Espanyol, Sorloth fue el delantero centro, con Portu en la derecha e Isak en la izquierda. Aunque el equipo sumó los tres puntos gracias a un penalti anotado por el sueco sobre la bocina, Alguacil debió concluir aquel encuentro convencido de que los suyos necesitaban una vuelta de tuerca proporcionada desde la pizarra. La ejecutaría en Elche, solo seis días después.
2. Gran arranque
¿Cómo se dieron las cosas en tierras alicantinas? Muy bien. Y eso que arrancaron fatal. La nueva estructura implicó saltar a la presión de los laterales rivales mediante los carrileros propios, con Zubimendi corrigiendo y ubicándose como tercer central en fase defensiva. Un comprensible desajuste inicial en el minuto tres, en el sector de Zaldua y Zubeldia, supuso el tempranero gol del Elche. Pero la Real supo darle la vuelta a la balanza haciendo valer todo lo bueno que le significó el cambio de dibujo. La doble punta Sorloth-Isak supo interpretar a la perfección los espacios creados en banda, dada la ausencia de extremos en el once. Y el equipo en general leyó muy bien las situaciones en las que el rival se protegía en los costados, conectando entonces con Merino y Silva por dentro. La remontada simplemente supuso una consecuencia lógica de lo visto sobre el terreno de juego, deparando un 1-2 que se antojó corto para las ocasiones de las que dispusieron los blanquiazules hasta el minuto 70, antes de sufrir en el tramo final.
3. PARA QUEDARSE
Tras el importante triunfo en Elche debían disputarse aún siete encuentros de Liga. Y en todos ellos la Real apostó por el sistema en cuestión. Fue un tramo final de curso que significó el billete para la Europa League, pero que, en términos de oportunidades generadas, bien pudo suponer un premio mayor: la Champions o al menos optar a ella en las jornadas finales. Al equipo blanquiazul se le escaparon por falta de acierto varios partidos en los que, apoyándose en las superioridades interiores que le proporcionaba el rombo, creó ocasiones para sumar más puntos (ante Betis, Barcelona o Levante). Es cierto también que los riesgos que implicaba el sistema a la hora de ir a apretar arriba fueron aprovechados por algunos rivales, principalmente el Rayo o el mismo Levante, para dañar a los de Imanol. Y resulta igualmente evidente que poco a poco los adversarios hallaron sobre la marcha mecanismos desde los que presionar a una Real plagada de centrocampistas (las defensas de tres centrales y dos carrileros se revelaron muy adecuadas para emparejarse con el 4-4-2 guipuzcoano). Sin embargo, en clave de pérdidas y ganancias, la nueva estructura aportó mucho más de lo que quitó. Dio resultado. Y pudo haberlo dado incluso en mayor medida.
4. Clave en el mercado
Imanol no es ningún talibán de los sistemas. Se trata de un técnico muy propenso a cambiar de esquema, tanto de partido a partido como durante los 90 minutos. Pero los movimientos realizados hasta la fecha por el club en el mercado apuntan claramente a que el 4-4-2 figura muy presente en las cabezas del técnico y de Roberto Olabe. El propio Alguacil ha reconocido que ahora cuenta con una plantilla “más rica” y flexible, de cara a alternar estructuras. Y los tres refuerzos completados de momento así lo indican. Brais, Kubo y Momo Cho cuentan con una característica común: tienen capacidad para actuar tanto en posiciones interiores como exteriores, pudiendo adaptarse así a todo aquello que el entrenador plasme sobre la pizarra.
5. Se necesitan puntas
De momento, y a expensas de lo que suceda en la semana final de mercado, la competición oficial ha arrancado con el 4-4-2 muy presente, aunque con dos matices respecto al pasado curso. El primero dice que Kubo ha actuado en la doble punta en los dos primeros encuentros, con todo lo que ello supone. Principalmente en Cádiz, el nipón ejerció de quinto centrocampista, cayendo a la medular y sumando así al plantel un perfil que antes no existía. El segundo matiz, mientras, indica que ahora mismo no figura en la plantilla ninguno de los dos delanteros que tan bien hicieron funcionar el esquema el pasado curso, Isak y el de nuevo futurible Sorloth. Cifras goleadoras al margen, noruego y sueco demostraron entender muy bien lo que el dibujo les demandaba, aportando lo suyo para que el volumen de ocasiones fuera el que fue. Lo hicieron explotando los desmarques en diagonal hacia la banda y dando al equipo salida en largo para la posterior incorporación de hombres de segunda línea, roles que ahora deberán desempeñar otros.